El veto en las playas francesas complicará la integración

La prohibición del burkini en algunas playas francesas ha desatado una ola de críticas en los países anglosajones, convencidos de que la exclusión de prendas de connotaciones religiosas es un freno a la integración.

“Absurdidad francesa”, lanzó el editorialista David Aaronovitch en el diario “The Times”, por considerarlo propio de “mentes retorcidas” y foco de más problemas. ¿De verdad que vestir un burkini ofende más que entrever la “raya del trasero de una persona de mediana edad” que se sale de un bañador de corte clásico?, se pregunta Remona Aly, de la organización británica Exploring Islam Foundation, que fomenta una mayor comprensión del islam. Cruzarse en el Reino Unido con una mujer con velo integral en algunas ciudades o barrios poblados por muchos musulmanes es bastante común y no desencadena polémica.

“Es chocante que se pueda exigir a alguien que se destape o que se vaya”, abundó Maryam Ouiles, en la BBC.

Para Sara Silvestri, de la City University de Londres, la dificultad del modelo francés que promueve la igualdad entre todos los ciudadanos independientemente de su raza o religión “es que es difícil de aplicar de forma equitativa”, añade. Patrick Simon, del Instituto nacional de estudios demográficos franceses cree que “existe una dificultad en el modelo francés de integración para concebir la visibilidad de las prácticas culturales y religiosas de la vida social y en particular en el espacio público”. “Todo lleva a pensar que el problema viene de las minorías y no de la organización de la sociedad francesa”, estima.


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