El violador Sallago hablaba de «una maldición» sobre su familia

El acusado de asesinar a una nena en Olavarría estuvo varios varios meses en Neuquén, donde se sospecha que mató a Graciela Mendoza. Vivió cerca del lugar del crimen. Lo hospedó una mujer casada con un guardiacárcel y madre de un policía. Se fue de allí nervioso y apurado.

NEUQUEN (AN)- A principios de 2000, apenas salido de la cárcel, Mario Oscar Sallago solía predicar el evangelio, era cariñoso con los chicos, y para juntar unos pocos pesos vendía sandwichs de milanesa y helados de agua en la terminal de ómnibus. El hombre definido como «normal» por quienes lo conocieron siempre exhibía gestos amables. Pero tenía momentos de silencios largos y otros en los que hablaba de «la maldición que había en su familia». En esos lapsos, muy atormentado, recordaba a un hermano que violó a su propia hija menor de edad, según contaba cada tanto a la familia que le dio cobijo en Neuquén.

Sallago está ahora preso en Olavarría, donde nació hace 52 años, acusado de violar y asesinar a la pequeña Jennifer Falcón. En esta capital se sospecha que hizo lo mismo con Graciela Mendoza. Las similitudes entre ambos casos estremecen .

«Río Negro» reconstruyó cómo fue la vida en libertad en Neuquén del confeso violador y asesino de la niña de Olavarría.

Sallago estuvo en esta ciudad en momentos clave del caso Graciela. Vivió en la casa de una conocida familia del barrio Villa María, adonde llegó el 7 de enero de 2000, gracias a la caridad de Rosa Salgado y de su esposo Honorio Herrera.

Como acto solidario y de humanidad, Rosa visita y colabora con presos de la Unidad Penal 9, adonde su marido trabajó como guardiacárcel del Servicio Penitenciario hasta que se jubiló.

El matrimonio le hizo un lugar a Sallago en su domicilio, aunque fuera de la casa porque no tenían lugar en el interior. El hombre acababa de salir libre tras 18 años en prisión, por el asesinato y violación de una niña y su madre en Chubut.

La vivienda de los Herrera -donde viven una hija y dos nietos del matrimonio- está en Corrientes 894, justo en la intersección con Copahue.

El lugar está unos 800 metros de la Terminal, de cuyo baño desapareció Graciela el 7 de febrero de 2000, y a cuatro cuadras del baldío donde el 11 de marzo hallaron semienterrado el cadáver. En ese mismo lugar, según la denuncia de dos hermanitos, un hombre intentó violarlos. Se creyó que era Sallago, pero no hubo pruebas para condenarlo .

Cariñoso con los niños

«A veces agarraba a los nenes en brazos y les hacía cariños. Yo le pedía que no los llevara a ningún lado, ni siquiera a la vereda. Por las dudas yo lo marcaba de cerca, no sabía muy bien por qué había estado preso y no quería condenarlo», recordó Rosa Salgado mientras sus nietos (de 2 y 6 años) espiaban desde la puerta del comedor. Durante los alrededor de 50 días que el asesino estuvo en la casa, Rosa soportó las presiones de su hijo policía y de otros familiares que no estaban para nada de acuerdo con el huésped. Pero ella es tan bondadosa de cabeza dura. Con su marido desde hace tiempo fabrican y venden sandwichs para poder subsistir, ya que la jubilación de Honorio no alcanza.

La mujer, de 61 años, desde hace cinco visita a presos en la cárcel y allí conoció a Sallago, un hombre de conducta ejemplar dentro del penal que cuando salió libre se instaló en su casa.

«No tenía estudios pero era muy inteligente, acá hacía mandados y sus propios sandwichs. Siempre decía que se sentía muy bien con nosotros porque según él nunca había estado en familia».

Cuando hablaba de la maldición familiar, mencionaba al hermano que había violado a su propia hija. Un hijo de Sallago fue condenado a su vez por delitos sexuales.

Rosa señaló a este diario que el individuo nunca tuvo actitudes sospechosas y tampoco problemas con vecinos o familiares.

«Cuando desapareció la nena (por Graciela Mendoza) yo le hice un comentario sobre lo mal que está el mundo, sobre las cosas feas que pasan, y él no dijo nada, hizo como que no escuchó», recordó Rosa, quien jamás le cobró un peso al particular pensionista.

«A mi casa llegó el 7 de enero por tres días pero se quedó hasta fines de febrero, no recuerdo bien la fecha. Le tuve que decir que se fuera porque se venía el invierno y seguía durmiendo en el patio, en un sillón. Adentro no tengo lugar así que le dije que se ponga las pilas y que se consiga algo».

Honorio, de 71 años, recuerda que a principios de marzo Sallago llegó a la casa muy nervioso, muy apurado, a despedirse y a buscar algunas cosas.

«Dijo que se tenía que ir a Olavarría, que su mamá estaba muy enferma», contó Honorio quien por entonces sabía que Sallago había tenido algunos problemas en una casa que ocupaba en la calle Catriel. En marzo, la policía lo buscaba por el intento de abuso de dos hermanitos a los que supuestamente llevó hasta el baldío. Apenas unos días más tarde, el cuerpo de Graciela, desnudo, golpeado y en descomposición, fue encontrado en el baldío de la calle Montevideo, a cuatro cuadras de la casa de la familia Herrera. Para entonces Sallago estaba en Olavarría, donde lo detuvo una comisión policial en mayo de 2000.

No descartan un juri

NEUQUEN (AN)- Los legisladores del Movimiento Popular Neuquino quieren saber por qué la justicia de la provincia dejó en libertad a Mario Oscar Sallago, el hombre acusado de violar y asesinar a una niña en Olavarría. Y si encuentran algún motivo, podrían iniciarle un juri a los magistrados que intervinieron.

Así lo anticipó ayer el diputado Osvaldo Ferreyra. Dijo que su bloque pedirá a la justicia que le remita todas las actuaciones en las que estuvo involucrado Sallago y también el expediente del caso Graciela Mendoza. Lo confirmó a este diario el presidente del bloque, Julio Falleti.

La decisión del MPN no puede leerse en forma separada de los serios encontronazos que la justicia y el gobierno han sostenido en los últimos días.

En diálogo con la radio LU5, Ferreyra no descartó que si observan irregularidades en el trabajo de los magistrados que decidieron sobre la libertad de Sallago, inicien el trámite para un jurado de enjuiciamiento.

«Es un disparate»

NEUQUEN (AN)- «Es un disparate total hacer responsables a los jueces por la conducta futura de una persona», dijo ayer el defensor oficial Gustavo Vitale.

Vitale defendió a Mario Oscar Sallago el año pasado, cuando fue absuelto por la justicia neuquina.

Remarcó que en ese caso no estaba acusado de la muerte de Graciela Mendoza, sino del intento de abuso de dos menores.

«Fue un fallo ajustado a derecho», afirmó Vitale. «Por eso me parece irresponsable que se critique a los jueces de la Cámara Segunda».

Agregó que «no había pruebas para condenar a Sallago y por eso lo absolvieron. Y el fiscal no apeló esa decisión. Ahora, los jueces no pueden ser responsables de lo que haga una persona en su vida libre».


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