El zorro cuidando el gallinero

Hace muchos años que vengo señalando mi más profundo deseo: que YPF sea una empresa argentina modelo; una empresa pujante con control por parte del Estado nacional y las provincias argentinas. Dicho esto, se hace necesario señalar que el proyecto que tratamos en el recinto no venía acompañado por un plan general. Por lo tanto, queda inmerso dentro de una política energética errática que ha llevado adelante este gobierno desde sus comienzos. Una política que muestra como resultado 108 meses de caída en la producción de hidrocarburos y que nos ha hecho perder el autoabastecimiento. Hoy nuestro país destina más de u$s 10.000 millones para importar energía por la falta de control y previsión en un área vital para nuestro desarrollo como Nación. La importancia de esta situación radica en que el 90% de nuestra matriz energética depende de los hidrocarburos. Creo que la situación que atraviesa nuestro país en materia energética no se va a solucionar con la expropiación de YPF, aunque represente el 30% de la producción. Las empresas que componen el restante 70% tienen los mismos problemas de desinversión: 8 de las 10 mayores de nuestro país han mostrado profundas caídas en su producción entre el 2003 y el 2010. Las reservas del país y la producción han colapsado, perdimos el autoabastecimiento y, de ser un país exportador y con abundante energía, hoy somos importadores netos con una fuerte presión sobre las cuentas fiscales y la balanza comercial. Ésta es la verdad que el gobierno quiere ocultar tras una nueva “gesta nacionalista”. Hemos llegado a esta situación por la suma de falta de capacidad y complicidad de los funcionarios que han recibido alertas de la pérdida de autoabastecimiento, y no han hecho nada. A los principales funcionarios encargados de esta área (De Vido y Cameron) que han sido responsables del colapso de la industria petrolera argentina en esta década se los ha premiado ampliando su participación en el sector, cuando en realidad la presidenta debería haberles pedido la renuncia. Con los principales responsables todavía a cargo, difícilmente la situación se modifique. El día en que la presidenta realizaba el anuncio de la expropiación señaló que “Él (por Néstor Kirchner) siempre soñó con recuperar YPF”. Pero la realidad indica todo lo contrario. Fue él quien le vendió a Repsol las acciones de YPF que tenía Santa Cruz y acompañó la desnacionalización de la petrolera impulsada por Menem. Fue él, también, el que en el 2007 decidió la “argentinización” de la compañía, a través de su amigo Eskenazi, banquero devenido en petrolero –sin experiencia–, que ingresó a la compañía sin poner un centavo, negocio que devino en el vaciamiento de la compañía. Si el sueño de “él” era la recuperación de YPF, la presidenta debería explicar por qué, tanto ella como sus ministros aprobaron el acuerdo de accionistas por el cual Repsol y Eskenazi se obligaron a retirar el 90% de las ganancias durante diez años, dejando a la empresa sin posibilidades de realizar las inversiones necesarias para ampliar las reservas y la producción que necesitaba. Yo todavía sueño con que YPF sea una empresa argentina modelo. No creo que, con este proyecto, lo consigamos. Los mismos que destruyeron el sector son los que hoy están al frente. El zorro cuidando el gallinero. (*) Senadora nacional por la Coalición Cívica

MARÍA EUGENIA ESTENSSORO (*)


Hace muchos años que vengo señalando mi más profundo deseo: que YPF sea una empresa argentina modelo; una empresa pujante con control por parte del Estado nacional y las provincias argentinas. Dicho esto, se hace necesario señalar que el proyecto que tratamos en el recinto no venía acompañado por un plan general. Por lo tanto, queda inmerso dentro de una política energética errática que ha llevado adelante este gobierno desde sus comienzos. Una política que muestra como resultado 108 meses de caída en la producción de hidrocarburos y que nos ha hecho perder el autoabastecimiento. Hoy nuestro país destina más de u$s 10.000 millones para importar energía por la falta de control y previsión en un área vital para nuestro desarrollo como Nación. La importancia de esta situación radica en que el 90% de nuestra matriz energética depende de los hidrocarburos. Creo que la situación que atraviesa nuestro país en materia energética no se va a solucionar con la expropiación de YPF, aunque represente el 30% de la producción. Las empresas que componen el restante 70% tienen los mismos problemas de desinversión: 8 de las 10 mayores de nuestro país han mostrado profundas caídas en su producción entre el 2003 y el 2010. Las reservas del país y la producción han colapsado, perdimos el autoabastecimiento y, de ser un país exportador y con abundante energía, hoy somos importadores netos con una fuerte presión sobre las cuentas fiscales y la balanza comercial. Ésta es la verdad que el gobierno quiere ocultar tras una nueva “gesta nacionalista”. Hemos llegado a esta situación por la suma de falta de capacidad y complicidad de los funcionarios que han recibido alertas de la pérdida de autoabastecimiento, y no han hecho nada. A los principales funcionarios encargados de esta área (De Vido y Cameron) que han sido responsables del colapso de la industria petrolera argentina en esta década se los ha premiado ampliando su participación en el sector, cuando en realidad la presidenta debería haberles pedido la renuncia. Con los principales responsables todavía a cargo, difícilmente la situación se modifique. El día en que la presidenta realizaba el anuncio de la expropiación señaló que “Él (por Néstor Kirchner) siempre soñó con recuperar YPF”. Pero la realidad indica todo lo contrario. Fue él quien le vendió a Repsol las acciones de YPF que tenía Santa Cruz y acompañó la desnacionalización de la petrolera impulsada por Menem. Fue él, también, el que en el 2007 decidió la “argentinización” de la compañía, a través de su amigo Eskenazi, banquero devenido en petrolero –sin experiencia–, que ingresó a la compañía sin poner un centavo, negocio que devino en el vaciamiento de la compañía. Si el sueño de “él” era la recuperación de YPF, la presidenta debería explicar por qué, tanto ella como sus ministros aprobaron el acuerdo de accionistas por el cual Repsol y Eskenazi se obligaron a retirar el 90% de las ganancias durante diez años, dejando a la empresa sin posibilidades de realizar las inversiones necesarias para ampliar las reservas y la producción que necesitaba. Yo todavía sueño con que YPF sea una empresa argentina modelo. No creo que, con este proyecto, lo consigamos. Los mismos que destruyeron el sector son los que hoy están al frente. El zorro cuidando el gallinero. (*) Senadora nacional por la Coalición Cívica

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