En Allen, los nadadores desafían a la discapacidad

Jhon Jara tiene 28 años y nació con mielomeningocele, una enfermedad que no le permite caminar y tiene que andar en sillas de ruedas; sin embargo, desde los cinco practica natación y lo hace a pura brazada. Es un ejemplo de que, a través del deporte, se puede vivir plenamente y superarse.

A los cuatro años, el profesor Claudio Barra, que está a cargo del área de inclusión del Municipio, lo invitó a entrenar. Luego a participar de competencias en la región, ahora lo hace en triatlones y en aguas abiertas.

En Entre Ríos ganó un certamen nacional en tres disciplinas, natación, trote y bici adaptada. Jhon no estudia, pero se la rebusca trabajando en el polideportivo municipal en la mañana como cadete. “Quiero llegar más lejos, me gustaría ir a un mundial”, expresó emocionado a “Río Negro”.

Este apasionado de la vida es fanático de la bicicleta, pero por algunos problemas en los riñones ha tenido que dejarla; aunque no pierde la esperanza de volver.

Grecia Rivas tiene 20 y es otra de las nadadoras que se destaca en Allen. Ella tiene una discapacidad intelectual, pero eso no le impidió competir en La Pampa, Tierra del fuego y Viedma. “Me gusta nadar estilo crol, he ganado medallas de primer, segundo y tercer puesto”, contó mientras se acomodaba las antiparras para seguir entrenando.

Además, practica atletismo y ciclismo. Tiene el sueño de ser una chef profesional y está estudiando en un taller de cocina. “Se cocinar pan, pizzas y tacos”, dijo orgullosa.

Ellos juegan, se divierten y luchan por alcanzar nuevos logros. Algunos tienen discapacidades motrices y otros intelectuales, pero en el deporte han encontrado la manera de integrarse.

Claudio Ibarra es profesor de educación física y está a cargo del programa de inclusión del municipio de Allen. Entusiasmado contó a “Río Negro” cómo interactúan los jovenes. “La propuesta es tratar de generar actividades participativas para chicos de todas las edades y de distintas capacidades”, explicó.

Claudio mencionó que hay un equipo de fútbol, que nació en el marco de las olimpiadas especiales. También se practica ciclismo, natación y actividades físicas para personas con mayores problemas motrices. El programa lo integran 25 personas con discapacidad, y otros 15 voluntarios para conformar un grupo de inclusión real.

“Se trabaja con ellos desde pequeños, hasta lograr un proceso de aprendizaje, como que un chico pueda nadar”, dijo. Remarcó además que es un espacio muy sano, y que en ellos hay una voluntad de querer ser participes de esta propuesta.

Por otro lado, explicó que ayudan a trabajar en la aceptación de la discapacidad y en acercarle esta posibilidad de iniciar las rehabilitaciones tempranas y actividades deportivas, para “ganar un espacio a futuro”.

“El objetivo es que los chicos tengan una mejor calidad de vida”, expresó. Ibarra hace 20 años que trabaja en un centro comunitario con adolescentes, y desde hace un tiempo está al frente del programa de inclusión del municipio.

Campeones de la vida

El profesor destacó que los chicos avanzan y que algunos llegan incluso a competir en categorías profesionales. “Hay chicos que corren hasta 10 kilómetros. En un principio solo participaron de marchas aeróbicas pero ahora compiten en la categoría como cualquier atleta”, señaló.

También mencionó que hace poco el equipo de padel salió campeón de la competencia regional. “Fuimos organizadores del nacional de natación”, agregó emocionado.

Por otro lado remarcó que busca generar encuentros y viajes “para vincularnos en relación al deporte”.