En el juzgado creen imposible remontar la causa
BUENOS AIRES (ABA)- Depresión. Esa es la palabra que mejor explica el estado de ánimo que predomina en las oficinas del Juzgado Federal porteño número 7.
Este viernes, Rodolfo Canicoba Corral, el magistrado a cargo de la causa de los sobornos en el Senado, se reincorporó luego de un breve descanso. El martes 13, justo el martes 13, había recibido un «baldazo de agua fría» -tal fue su propia descripción-, cuando la Sala I de la Cámara Federal decidió anular los procesamientos a los cuatro imputados y, de paso, retaron al juez por su supuesta inoperancia y parcialidad. «Esta errónea dirección de la instrucción impide la adopción de cualquier decisión porque no resulta posible, con las piezas con las que se cuenta, realizar una crítica razonable sobre la veracidad de lo afirmado por Pontaquarto», escribieron los camaristas.
¿Cómo seguirá ahora la causa de los sobornos, luego de que la Cámara ordenara regresar todo a fojas cero y rehacer la investigación? En el juzgado son más bien pesimistas. «Teníamos un testigo clave, que no sólo contó cómo fueron los hechos, sino que también se autoincriminó, confesando su participación como correo de la coima. Pero la Cámara parece desechar ese testimonio. Y no tenemos nada mejor que eso», revela una fuente cercana a Canicoba Corral.
Es cierto que los acusados no fueron absueltos. Pero también es cierto que tanto en la fiscalía como en el juzgado creen que será casi imposible remontar la causa. El juez, ante sus íntimos, se muestra como el más desalentado. Canicoba Corral reconoce que puede haberse equivocado en algo, pero, según su punto de vista, el fallo de la Cámara demuestra antes que nada la falta de voluntad que hay en la Justicia argentina para investigar un caso de corrupción.
La desazón de los hombres que llevaron a cabo la investigación durante los últimos 18 meses se debe más que nada a que el retroceso del expediente no se debe a una cuestión de fondo, sino a que la Cámara cuestionó el estilo del magistrado para buscar pruebas.
María Fernanda Villosio, la periodista que más conoce la causa y que fue la primera en escuchar la confesión del arrepentido Mario Pontaquarto, señala: «A cuatro años de desatado este escándalo, y con un expediente de 55 cuerpos en Tribunales, la justicia todavía sigue preguntándose si los sobornos existieron. La sensación es que, una vez más, nunca sabremos la verdad».
En el juzgado piensan parecido. No es está la primera vez que un caso emblemático de corrupción, que involucra a altas esferas del poder político, queda sumergido bajo la maraña judicial. Ya sucedió con el caso Yomagate, con la leche en mal estado, con los guardapolvos, con la causa del tráfico de armas, con la del contrabando de oro, con la de la aduana paralela, con la causa IBM-Banco Nación. Hasta los casos de los atentados a la embajada de Israel y a la AMIA podrían inscribirse en este listado de la impunidad.
«Reconocemos que quedaron algunos huecos en la investigación. Por ejemplo, no pudimos comprobar cómo era el movimiento de fondos en la SIDE, porque no nos facilitaron la información. Pero, por otro lado, encontramos pruebas suficientes y el testimonio de Pontaquarto es muy creíble. Sin dudas había pruebas y testimonios suficientes para ir al juicio oral», señaló el integrante del juzgado de Canicoba que conversó con este diario.
Esa es la defensa más usada por estas horas alrededor del juez, con respecto a las duras acusaciones de la Cámara sobre su desempeño: tal vez no hay suficiente para encarcelar a los procesados, pero si había suficiente para dejarlos procesados y llegar a la próxima instancia, el juicio oral.
De hecho, la vuelta atrás de la Cámara sorprendió a Canicoba Corral, que se mostraba por demás seguro de que sus superiores, Horacio Vigliani y Martín Irurzun, avalarían los procesamientos al menos del ex jefe de la SIDE Fernando de Santibañes, del senador Emilio Cantarero y del arrepentido Mario Pontaquarto. No estaba tan seguro, en cambio, sobre el aval que darían al procesamiento del otro senador hasta aquí comprometido, el radical mendocino José Genoud.
Aún más sorprendido con la decisión revocatoria de Vigliani e Irurzun se mostró Hugo Wortman Jofré, el defensor de Pontaquarto, que también creía que la Cámara confirmaría los procesamientos dispuestos en primera instancia. «La decisión de la Cámara echa por tierra cualquier intento serio de investigar la corrupción en la Argentina y lesiona mortalmente los intentos del actual Ministerio de Justicia por adecuar nuestra legislación a los más modernos instrumentos internacionales de lucha contra la corrupción», señaló Wortman Jofré, a cargo del estudio Moreno Ocampo.
El ministro Gustavo Beliz recogió el guante y también disparó sobre el nuevo fallo: «Este es un mensaje muy negativo para la sociedad, que refuerza la sensación de impunidad».
Sin embargo, el defensor de Pontaquarto no perdió todas las esperanzas. «Hay que empezar de nuevo», reconoció.
Gonzalo Alvarez Guerrero
BUENOS AIRES (ABA)- Depresión. Esa es la palabra que mejor explica el estado de ánimo que predomina en las oficinas del Juzgado Federal porteño número 7.
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