«En Ezeiza este accidente no hubiera ocurrido»

Juan José Güiraldes, un experto en aviación, ex director de Aerolíneas Argentinas y del aeropuerto Ezeiza, considera que una situación igual a la que atravesó el Boeing 737 de LAPA el martes pasado no hubiera terminado en tragedia, ya que el piloto hubiera tenido espacio para reaccionar. Adjudica responsabilidad al Estado en la licitación.

BUENOS AIRES- «Si el avión de LAPA accidentado hubiese decolado en Ezeiza, el comandante habría tenido tiempo y espacio suficiente para parar los motores y lograr detener la nave sin meterse adentro de Punta Carrasco», dice el comodoro Juan José Güiraldes, ex director de Aerolíneas Argentinas y del aeropuerto de Ezeiza.

Este veterano piloto – además un reconocido defensor de los valores tradicionalistas- es uno de los que piensa que las culpas mayores del trágico accidente ocurrido el martes 31 de agosto deben achacárselas a las «tremendas limitaciones» del Aeroparque porteño Jorge Newbery. Según Güiraldes, «este aeropuerto no fue concebido para recibir y despachar siete millones de pasajeros por año, sino como una franja de tierra ganada al río para que la utilizaran exclusivamente los comandos de la Fuerza Aérea».

Reconoce, que el avión de LAPA pudo haber tenido fallas técnicas, «pero en un aeropuerto bien pensado, construido a conciencia, en un caso como este, no habría pasado nada, porque el piloto hubiese tenido tiempo de regresar a pista y salvar la situación».

– Es decir, ¿la responsabilidad tampoco la tiene el piloto?

– No creo. A mi modo de ver, la responsabilidad mayor la tiene quien permite que un avión como el Boing 737 opere en un aeropuerto en el que, al producirse una falla así, el piloto no tenga recursos para frenarlo. Es una locura que al terminarse una pista, que es muy corta, ya no haya más espacio, y la nave se meta en la avenida para terminar dentro del complejo de la Costanera. De haber más gente, o más autos circulando, esto habría sido una tragedia mucho mayor.

– ¿Cual es la responsabilidad que le cabe a Aeropuertos 2000?

– Aeropuertos 2000 recibió las pistas hace poco tiempo, pero igual podría haber hecho algo ya. Aunque claro, se trata de un concesionario con una concepción muy particular. Para ellos esto es un negocio, no una cuestión de interés general, como hubiera sido para el Estado. Y ya se sabe que la mayoría de las veces la seguridad y los negocios no van de la mano…

– ¿El Estado también tiene alguna responsabilidad? Después de todo fue el Gobierno el encargado de licitar las concesiones.

– Sí, algo de eso hay. Quienes estuvieron a cargo de la licitación se tendrían que haber preguntado por qué Techint y Socma, los otros interesados, ofrecieron 48 y 72 millones de dólares, mientras que Eduardo Eurnekián, presidente de Aeropuertos 2000, ofreció 171 millones.Y no tiene restos para invertir en mejoras. La mayoría de los aeropuertos del país, a excepción de cinco o seis, dan pérdidas.

– ¿Es posible remodelar el Aeroparque, para que siga funcionando allí?

– Hay que partir de la base de que siempre es conveniente de que los aeropuertos estén alejados de los centros urbanos muy poblados. Más allá de eso, es posible que el Aeroparque siga donde está.

Los cambios si queda allí

Para mantener Aeroparque donde está, Juan José Güiraldes propone «remodelarlo y mientras, llevar las operaciones a Ezeiza. En el Aeroparque Jorge Newbery hay que sacar las pistas de donde están ahora y alejarlas dos mil metros de la costa. Además, las pistas tienen que ser más largas».

Inquietud en las torres

Vecinos de los departamentos conocidos como «las torres de Figueroa Alcorta», en las proximidades del aeroparque metropolitano, vivieron momentos de zozobra el lunes, cuando dos aviones que se disponían a aterrizar con poca visibilidad, pasaron a metros del edificio.

Las tres torres están ubicadas exactamente en la calle Ramsay, entre Sucre y Echeverría, a unas dos cuadras de Figueroa Alcorta. Ese día, alrededor de las 15 había niebla y seguía sin funcionar el ILS, el sistema de guía electrónico para uso de los pilotos automáticos, dañado a raíz del trágico accidente del avión de LAPA, ocurrido la semana pasada.

Los vecinos observaron primero un avión turbohélice y luego una máquina de LAPA, pasar muy cerca de sus ventanas, y sin ningún éxito trataron de alertar por teléfono del peligro a las torres de control de la estación porteña.


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