Encapuchados golpearon a dos familias

Emplearon una escopeta y un revólver. Eran seis.

Oscar Livera

CAMPO GRANDE (ACE-AC) – Dos comerciantes, sus mujeres e hijos menores fueron brutalmente golpeados por seis delincuentes encapuchados, armados con una escopeta recortada, revólver y palos, quienes se llevaron unos 2.500 pesos. El atraco fue el domingo a la madrugada en un parador turístico en el kilómetro 32 de la ruta 151, que abrió el martes pasado. La violencia que emplearon fue inusitada. Una de la mujeres perdió parte de una oreja y la audición cuando recibió un escopetazo al interponerse entre uno de los delincuentes y su hijo de 10 años, en el momento en el que el ladrón atacaba lo golpeaba porque gritaba, aterrado, al ver que uno de los delincuentes apuntaba el arma a la cabeza de su padre, mientras era duramente golpeado en el piso. Los dueños tienen una hipótesis temeraria: por la ferocidad del ataque el objetivo no fue el robo sino amedrentarlos para que dejen el rubro. Primero robaron y luego comenzaron a golpearlos. “Tenían la plata, pero seguían pegando. No les importaban las cosas de valor porque ni las tocaron, querían agredirnos en forma alevosa”, detallaron Gustavo Asiaín y Diego Gittins. El ataque incluyó golpes a las mujeres -a una le quebraron los dedos del pié pero no se llevaron su cartera ni la billetera-, azotes, patadas y amenazas con cuchillos a adolescentes de 13 años. Después de que obtuvieron el botín a Gittins lo desmayaron a golpes con la caja registradora y a Asiaín lo golpearon brutalmente en el piso. Los comerciantes se quejaron de pereza en la investigación, por cuanto hasta ayer permanecía en el local un gorro que uno de los delincuentes se olvidó, y no se habían llevado a cabo todas las pericias. Criticaron que tampoco acudió algún forense a corroborar las heridas que sufrieron. Desde la VI Circunscripción judicial se informó que interviene el juzgado de instrucción de Alejandra Berenguer, pero como se trataba de autores ignorados la investigación está bajo la tutela de la fiscal Silvana García, quien no atendió a la prensa. “Los ladrones eran de San Isidro, porque la chacra había sido regada y las huellas frescas sobre el barro indican que llegaron desde allá, permanecieron escondidos en los perales hasta que supieron que no había nadie, y se fueron por ese mismo lugar. No hay manera de que foráneos o golondrinas sepan el camino. Son de la zona, conocen bien cómo cortar camino por las chacras para llegar desde San Isidro a la ruta (cerca de Vidal)”, dijo Asiaín. Agregó que los encapuchados tenían ropa de trabajo y el calzado embarrado hasta la pantorrilla algunos. Asiaín es nieto de los colonos del lugar y aprovechó sus conocimientos en gastronomía para instalar el restaurante sobre la ruta 151, al lado de la tranquera de la chacra de sus abuelos. Los desconocidos se movilizaban en un Gol gris.

Indignados por el atraco, la golpiza que recibieron y la actitud de los investigadores. Una víctima muestra la capucha de los ladrones.


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