Enemigo a derrotar

Ya ha transcurrido buena parte del mes de tregua que el campo dispuso luego de protagonizar el paro agroganadero prolongado que modificó el mapa político del país y agravó muchos problemas económicos, pero es evidente que el gobierno no tiene demasiado interés en aprovecharlo para alcanzar una solución duradera al conflicto que se ha desatado a raíz de las retenciones móviles que tanta indignación han provocado. Antes bien, parece querer la rendición incondicional de las cuatro entidades rurales más importantes como si se tratara de un enfrentamiento con un movimiento político opositor, no con un sector económico clave para el futuro nacional. Por eso, aprovecha toda oportunidad para desprestigiar al campo en su conjunto, dando por descontado que la densa humareda que durante algunos días cubrió una zona amplia del país y de Uruguay se debió a la voluntad de los productores rurales de castigar a los demás -lo que no tendría sentido puesto que los habitantes de clase media de la Capital Federal y otros centros urbanos los apoyaban- y a su dirigente más conspicuo, el militante de la Federación Agraria Argentina, Alfredo De Angeli. Luego de señalar éste en una entrevista periodística que algunos activistas rurales llevaban «escopetas, carabinas, de todo», lo que no sorprendería a nadie familiarizado con el campo, y que fue gracias a ello que «los camioneros no se movieron», se le ocurrió al fiscal federal Guillermo Marijuán investigarlo por «intimidación pública, incitación a la violencia colectiva y acopio de armas».

Puesto que De Angeli no proponía la resistencia armada sino que se limitaba a advertir que hubiera sido muy peligroso que los camioneros -miembros de un gremio que es notorio por la propensión de sus militantes a hacer uso de armas de fuego para resolver sus disputas- atacaran a los piquetes, las acusaciones del fiscal parecen un tanto exageradas, mientras que el propio De Angeli jura no poseer arma alguna, ni siquiera un cuchillo. Con todo, sus declaraciones vinieron de perlas para un gobierno resuelto a pintarlo como un guerrillero rural despiadado. Puede que Marijuán, el fiscal que impulsó la causa que desembocó en el procesamiento de la ex ministra Felisa Miceli, no haya querido ayudar al gobierno a demonizar a De Angeli, pero no cabe duda de que los más beneficiados por su iniciativa son quienes están intentando hacer pensar que los hombres del campo son «golpistas» o, según un diputado justicialista, herederos de «los comandos civiles» que medio siglo atrás procuraban apurar la caída del gobierno de Juan Domingo Perón.

Es poco probable que la embestida contra De Angeli tenga las consecuencias deseadas por el gobierno kirchnerista, que desde hace un par de meses se esfuerza por dividir el país entre ciudadanos solidarios con el pueblo liderados por la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por un lado y, por el otro, una coalición violenta de «oligarcas» rapaces. Dadas las circunstancias, hubiera sido asombroso que los ruralistas, amenazados como estaban por una fuerza de choque oficialista conformados por los camioneros de Hugo Moyano, dejaran todas sus escopetas y carabinas en casa. Asimismo, es llamativo el contraste entre la dureza de la que hace gala el oficialismo ante algunas palabras pronunciadas por De Angeli y su aprobación evidente de la irrupción intimidatoria del piquetero kirchnerista Luis D'Elía en Plaza de Mayo para ahuyentar a quienes celebraban un cacerolazo sumamente pacífico en contra del gobierno. Parecería que hay una ley muy pero muy severa para quienes se oponen al gobierno y otra, decididamente permisiva, para los que emplean la violencia en su defensa o que, como D'Elía, dicen estar dispuestos a hacerlo. Tanto este episodio como el intento de aprovechar la quema de pastizales en el Delta para que la gente piense mal de los ruralistas sólo servirán para asegurar que, aun cuando por fin haya llegado a su fin el conflicto actual del gobierno con el campo, la relación del sector agropecuario -y de los habitantes de muchas ciudades del interior que dependen de los ingresos del campo- con el kirchnerismo siga siendo tensa y que la bronca resultante se manifieste en las próximas elecciones legislativas.


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