Energía nuclear “verde”, victoria a medias para Francia

Julien Mivielle*


La probable inclusión de la energía nuclear en la lista de inversiones ‘verdes’ en la Unión Europea (UE) representa una victoria para Francia, aunque relativizada por las condiciones a las que deberán obedecer.

La Comisión Europea propuso el 31 de diciembre una “taxonomía” que da ese etiquetado de forma transitoria a la energía nuclear y al gas, con lo cual esas dos fuentes de energía podrían beneficiarse de las ventajas otorgadas a las inversiones verdes para descarbonizar la economía.

Los 27 Estados miembros de la UE tienen plazo hasta el 21 de enero para examinar la propuesta. La expectativa es que haya modificaciones, pero un rechazo parece improbable.

La inclusión de la energía nuclear en la lista es defendida particularmente por Francia y países de Europa central, con el argumento de que contribuye a la lucha contra el cambio climático.

La discusión es clave, porque “va a estructurar las inversiones reales en la transición ecológica”, afirma Cécile Maisonneuve, del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFRI). La etiqueta ‘verde’ facilitará la financiación de nuevos proyectos y dará tranquilidad a los inversores, cada vez más atentos a respetar los criterios ambientales, sociales y de buena gobernanza.

Esos proyectos precisan movilizar “grandes sumas en capitales iniciales”: son decenas de miles de millones de euros durante varios años antes de que la central produzca un simple electrón, subraya Maisonneuve.

La iniciativa de Bruselas respalda la política energética de algunos países. En Francia, el presidente Macron anunció su intención de construir reactores nuevos de tipo EPR. Otros socios europeos, como República Checa o Polonia, ven la energía nuclear como un modo de reducir su dependencia del carbón. El nuevo gobierno holandés también expresó su voluntad de construir centrales nucleares.

Las centrales europeas de nueva generación requerirán una inversión de “500.000 millones de euros hasta 2050”, evalúa el comisario europeo del Mercado Interior, Thierry Breton.

La posibilidad de disponer de fondos europeos tiene también un trasfondo geopolítico. “Ningún checo o ningún polaco tienen las más mínimas ganas de que sean los rusos quienes les prestan dinero”, resume Maisonneuve.

El presidente del gigante francés de la energía EDF, Jean-Bernard Lévy, advirtió que, sin el etiquetado verde europeo, las centrales serán “financiadas por bancos rusos, chinos o estadounidenses”.

Además, para obtener esa etiqueta se debe cumplir con una serie de condiciones, sobre todo de calendario: por ejemplo, los proyectos nucleares deben obtener su permiso de construcción antes de 2045.

“El texto es muy positivo pero con disposiciones que, a veces, suponen trabas”, lamenta Ludovic Dupin, de la Sociedad Francesa de Energía Nuclear (SFEN).

Además, el sector querría añadir a la taxonomía las actividades del ciclo del combustible (extracción del uranio, tratamiento de desechos nucleares…) o las operaciones de mantenimiento de las centrales.

El caso de los combustibles denominados “tolerantes a los accidentes” -que supuestamente resisten mejor al calor para evitar una fusión del núcleo, y cuyo uso Bruselas quiere que sea obligatorio– ilustra el tipo de detalle que podría aguarle la fiesta a la industria nuclear.

La clasificación como “energía de transición” (como es el caso del gas fósil) “es una desilusión para Francia”, juzga también la oenegé Greenpeace. El diputado europeo François-Xavier Bellamy, del Partido Popular Europeo (conservador), favorable a la energía nuclear, también denuncia una “falsa victoria”. Al ser preguntado sobre esos límites, el gobierno francés prefiere no obstante ver el vaso medio lleno, ensalzando una “etapa decisiva”.

* Periodista de AFP


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