Enfurecidos indígenas linchan a alcalde peruano

LIMA, Perú (AFP).- La policía retomó ayer el control de la ciudad de Ilave, sudeste de Perú, escenario en la víspera del linchamiento de su alcalde en una revuelta popular, mientras el ejemplo cundía en la región nororiental donde cientos de indígenas aguarunas tomaron como rehén a otro alcalde y dos regidores.

«La policía ha podido reingresar a la ciudad y está retomando paulatinamente el control en Ilave (a 1.300 kilómetros al sudeste de Lima)», dijo el ministro al subrayar que «es un proceso que va a demorar algún tiempo».

Al momento del ingreso policial había algunos centenares de personas merodeando por la plaza principal de la ciudad, añadió para precisar que el contingente policial que retomó Ilave estaba compuesto por 220 agentes.

El ingreso, en un convoy de vehículos que llevaban tropas, fue acompañado por gritos de los lugareños quienes coreaban la consigna: «¡Ilave unida jamás será vencida!».

Horas antes de que se desplegara la policía, centenares de indígenas aymaras se reunían en un ambiente tenso luego que el lunes una multitud enardecida linchó a su alcalde, Cirilo Robles, a quien acusaban de corrupto y de malos manejos de los dineros municipales. Tras el linchamiento, los aymaras había asaltado la comisaría en una acción en que liberaron a tres de sus compañeros a quienes la policía consideraba incitadores.

En medio de las protestas, los campesinos se quejaban del olvido de parte del gobierno de Lima y comenzaron a gritar la consigna de la formación de una «nación aymara» y hasta reclamaban su anexión con el vecino Bolivia, cuya población es mayoritariamente aymara en la zona altiplánica.

La violencia que se desató tendría también una explicación en la situación de abandono en que se encuentra esa zona del país respecto del gobierno central del país, una de las de mayor pobreza del país, dijeron expertos.

Ilave está cerca del lago Titicaca, que comparten Perú y Bolivia. Las instrucciones que tiene la policía son las de actuar con mesura, privilegiando el diálogo y la negociación, y sin usar violencia lo que podría ocasionar muchas víctimas, precisó el titular del Interior.

Mientras tanto, en el otro extremo del país, en el po

blado amazónico de Cahuapana, en la región de Yurimaguas (a 800 kilómetros al noreste de Lima), indígenas aguarunas asaltaron ayer un local municipal y también tomaron como rehén a un alcalde y otros dos dirigentes públicos, informó el ministro Rospigliosi.

«Hay una situación un poco difícil en diversas partes del país», admitió el ministro al confirmar que en esa localidad selvática a doce horas por río desde la ciudad de Yurimaguas, indígenas aguarunas de ocho comunidades de esa región tomaron el local municipal y se llevaron secuestrado al alcalde Oswaldo Peralta.

El titular del Interior sostuvo que en el país «hay un mecanismo de contagio que es muy peligroso» aludiendo a los sucesos de Ilave y su posible repercusión en el noreste, por lo que pidió serenidad a los peruanos para que las cosas se vayan calmando.

El subprefecto de Yurimaguas, Gerber Bocanegra, informó que aparte del alcalde Peralta también fueron secuestrados el administrador edil Ludwig Silva Canchari y un regidor cuyo nombre se desconoce por el momento.

Los tres rehenes fueron atados de pies y manos por los aguarunas quienes los llevaron en deslizador hasta el caserío San José, en las profundidades de la selva. Los aguarunas habían pedido la revocatoria de esas autoridades y habían recolectado las firmas necesarias, pero las autoridades no les hicieron caso, según los informes de esa zona selvática.

No se descarta que el gobierno pueda adoptar cualquier opción como la declaratoria de emergencia con el fin de evitar más violencia, anotó Rospigliosi.