“Enseñar al que no sabe”

Desde el evangelio, podríamos afirmar que maestro/a es aquella persona misericordiosa que se atreve a “salir de sí” para compartir su ser, su saber y su hacer con otro/s que lo necesita/n.

Entonces podríamos aplicarle al oficio de maestro aquella definición que dice San Juan de la Cruz en el “Cántico Espiritual”: “officium amoris”

Y sí, enseñar es un oficio. El que no se aprende simplemente en las aulas o en los libros y culmina con la obtención de un título; porque se trata de una destreza basada, fundamentalmente, en una actitud interior. Es un “prolongarse” en la obra, con la cual se adquiere un compromiso: el de ser su autor.

“Educar es una tarea del corazón” (San Juan Bosco). Es decir un oficio de amor. Sólo quien ama su oficio ama su obra. Se trata de una relación despareja, de autoridad (del latín auctor, auctoris; deriva auctor-itatis ); la autoridad de quien su ser distinto (adulto) del alumno (niño/a, adolescente, joven) no lo hace distante, sino que lo lleva a acercarse lo suficiente, lo prudentemente necesario, como para descubrir y ayudar a reconocer los potenciales dones y carismas de aquel/la que ha sido confiado/a a su corazón de educador. “Es una caridad que sabe hacerse amar” (cf. Const. SDB 29).

Un oficio es más que un trabajo, es una vocación, un llamado. Es algo que “se siente” y “no lo cambio por nada en el mundo”, dijo un educador. Y esto no está reñido con el derecho a una justa remuneración. Dice San Pablo: “ Los ancianos que gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en predicar y enseñar. Pues la Escritura dice: ‘No pondrás bozal al buey que trilla’ y ‘Digno es el obrero de su salario’” (1 Timoteo 5,17-18).

Si hay entonces un oficio digno de ese “doble honor” es el de docente. Personalmente bien ejercido y socialmente apreciado y sostenido, es el espacio preventivo por antonomasia para muchos de los males de nuestra sociedad actual.

Más escuela (tiempo), más escuelas (espacio) y menos cárceles debiera ser el acuerdo social más estable, el primero y más importante.

Más docentes (testigos) y menos dicentes debiera ser la meta de todo/a educador/a, de todo/a adulto.

Pbro. Jorge Fernández Pazos, DNI 11.500.629

Vicario general de la Diócesis del Alto Valle

Pbro. Jorge Fernández Pazos, DNI 11.500.629

Vicario general de la Diócesis del Alto Valle

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