ENTREVISTA A CARLOS SORIN: Pasión por el viaje en el «Camino de San Diego»

Carlos Sorín cambia las rutas patagónicas por las de la Mesopotamia, pero sigue fiel a la ruta en "El camino de SanDiego", único filme latinoamericano que competirá en San Sebastián.

BUENOS AIRES (Télam).- El realizador Carlos Sorín renueva su pasión por el viaje en «El camino de San Diego», filme que narra la travesía de un joven motosierrista misionero desde su pueblo hasta la Capital Federal para acercarse a Maradona en momentos en que el futbolista atraviesa un duro trance en el que se debate entre la vida y la muerte.

El filme de Sorín, que se estrenó el jueves pasado y que se convirtió en la única película latinoamericana seleccionada para la competencia oficial del Festival de San Sebastián, que comienza el 19 de este mes, retoma la estructura de «Historias mínimas» y «El perro», consolida su decisión de trabajar con no actores y vuelve a poner a la ruta argentina en el centro de la escena.

«Lo que más me atrae es estructurar las historias a través del viaje; todas mis películas son viajes y supongo que va a seguir siendo así», aseguró Sorín en charla con Télam a días de que la película sea presentada en San Sebastián, festival que distinguió al realizador argentino premiando sus dos anteriores largometrajes.

El cineasta que se inició con «La película del rey» en 1986 aclaró que «no se trata de viajes turísticos sino de viajes internos, que modifican a las personas, que tienen un final abierto y que estructuran la película y el proceso de filmación de la película».

Sorín comentó que el germen de «El camino de San Diego» data de muchos años atrás y se relaciona con la idea de hacer una película sobre dos hacheros que traían a Buenos Aires un tronco cuando Evita estaba agonizando, «como una de las tantas proezas que hacía la gente para salvarla».

«Esa primera idea no llegó a transformarse en un guión porque en ese momento encontré un obstáculo muy grande para ponerme en la mentalidad de alguien tan distinto de mí como un hachero, pero a partir de 'Historias mínimas' encontré el modo acercarme a gente en realidad muy distante», aseguró el cineasta.

«Entonces -continuó- cuando se enfermó Diego, me di cuenta de que estaba ante un fenómeno equivalente al de Evita: los dos son mitos populares, son personas en las que la gente deposita muchas cosas, son como representantes de los humildes y gente que habiendo llegado a la cumbre mantiene cierta fidelidad y reconocimiento de su origen».

Por primera vez en su cinematografía, Sorín abandona la conocida geografía de la Patagonia para transitar la ruta que une Misiones con Buenos Aires.

«La historia -comenta- me pedía un escenario con más gente, con un cruce de culturas como el que hay en Misiones y con un esoterismo a flor de piel como el que existe en la Mesopotamia, pero no cambié de escenario de mis películas anteriores en el sentido de que el escenario siguen siendo las estaciones deservicio, los paradores, los almacenes de la ruta».

-¿Cómo es el rodaje de una película filmada íntegramente en la ruta?

-Mis rodajes son de mucha dinámica, caóticos y desordenados, porque si bien tengo un plan lo suelo abandonar rápidamente porque las cosas que se presentan son distintas y allá voy y elijo sobre el momento. De algún modo el rodaje es un viaje en el mismo sentido y del mismo orden del viaje de los personajes, hacemos como una vida de circo, y planteamos un rodaje muy abierto donde aparecen cosas, desaparecen otras, algunas se complican y hay que tomar caminos alternativos.

-¿Por qué confirma esta decisión de utilizar no actores para encarnar a sus personajes de la ficción?

-Fundamentalmente porque me interesa mantener la fidelidad a un estilo con el que me siento cómodo y porque me atrae este juego de trabajar con gente común y transformarlos en personajes de una historia ficticia.

-¿Y cómo es este trabajo con gente común?

-Bueno, es todo más abierto, el momento de la escena es mucho más imprevisto porque yo no doy el diálogo, no doy el texto, explico la situación y la complejidad de la escena, trato de que el sentido del texto se conserve pero que les salgan las palabras a ellos. No podés darle a un no actor un texto porque inmediatamente su problema se convierte y se limita a la memorización del texto y en esa tensión pierde toda la frescura.

-No es un rodaje muy pautado entonces.

-No, filmo con dos cámaras muy sueltas, en una técnica casi documental, registro todo lo que pasa y voy armando simultáneamente con un editor a pie de cámara donde voy probando las cosas para ver qué está pasando.

PEDRO FERNANDEZ MOUJAN


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