ENTREVISTA A JUAN CARLOS BLUMBERG: “Me di cuenta tarde que en la política no existen códigos”
BUENOS AIRES (ABA).- Todo es muy distinto a aquellos tiempos en que Juan Carlos Blumberg congregaba a miles de personas en marchas contra la inseguridad. Si algo dejó su paso por la política, no es otra cosa que la frialdad que rodea a su despacho en la Fundación que lleva en su memoria el nombre de su hijo Axel, asesinado por delincuentes.
Blumberg está solo, habla por teléfono interesado en la cotización del algodón porque en Formosa el gobierno tiene un plan para evitar que se dispare el precio. «Hay que vivir, es mi trabajo», dice Blumberg, y sin darse un respiro destaca que en las últimas semanas tres hombres de su riñón (Raúl Abraham, Gerardo Ingaramo y el vicepresidente de la Fundación) sufrieron episodios de secuestros, asaltos o robos. «No es nada personal, es cosa de todos los días. La gente se va a dar cuenta que no le dan soluciones pero parece que es cuestión de tiempo», desliza y espera las preguntas.
¿Está arrepentido de haber saltado a la política?
Vea, para conseguir cosas es importante llegar a la gestión porque desde el sector social se pueden impulsar iniciativas pero después se quedan dormidos en el Congreso donde hay 14
proyectos de regímenes de minoridad y no los tratan; el juicio por jurados lo conseguimos en Córdoba pero a nivel nacional está paralizado en Diputados.
¿No dilapidó el enorme capital social que tenía por haber dado la lucha tras el secuestro y crimen de Axel?
Hay gente que me dicen «lamento que no llegó al Congreso», otros me paran en el supermercado y me hacen el siguiente comentario: «menos mal que no entró, se tendría que juntar con los mafiosos» (se ríe).
¿Porqué no pudo trasladar los respaldos de la sociedad en votos?
El primer problema fue el reducido grupo de partidos en que tuve que respaldarme, sin estructura, con un candidato a presidente como Sobisch cuyo partido en la provincia en tres años no consiguió sumar nada. Y muchas cosas que creí no iban a pasar ocurrieron…
¿Por ejemplo?
Sobisch en Neuquén consiguió el mejor sistema de salud, el 82 % móvil para los jubilados… pero la gente que lo acompañó aquí no era idónea, hizo un desastre. Nos dimos cuenta cuando empezamos a recorrer Buenos Aires que ellos que no tenían nada de lo que prometían, ¿me entiende?.
¿No hace una autocrítica?
Por su puesto, fue una mala performance, uno no tenía experiencia como para saber que en la política no hay códigos. Para mi una promesa es sagrada, no hace falta firmar nada. Encima hubo fraude, nuestras boletas no estaban en ningún lado, no tuvimos fiscales ni fondos propios para sostener una campaña.
¿Lo perjudicó lo del falso título de ingeniero?
La gente me decía: lo importante es que usted es un señor; y adjudicaban el modo en que se planteó esa cuestión como una campaña para bajarme.
¿Se siente defraudado o frustrado?
¡Nooo!… Hay que insistir con los jóvenes y con la gente que nunca entró en política. Fue mi primer experiencia, y como le sugerí a López Murphy, no hay que bajar los brazos: De la Sota en Córdoba y Lula en Brasil, antes de llegar perdieron un montón de elecciones.
En su rostro parece que sintió el impacto, pero su actividad sigue como en una fuga hacia adelante. «Temprano estuve en un acto solidario, me invitaron para esta noche a una reunión en el Rotary y mañana pienso asistir a un juicio en La Plata». La política ha devuelto a Blumberg a sus antiguas batallas.
CLAUDIO RABINOVITCH
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