ENTREVISTA A ROLANDO BARBANO, COAUTOR DE «TODOS MATARON»: «Acá, el poder jamás le hizo asco a las mafias»

En "Todos mataron", Rolando Barbano y Ricardo Canalletti -periodistas de "Clarín"- recorren la saga de sangre que siembra un grupo de miembros de la Policía Federal a partir de finales de los ´50, asesinos que terminarán formando la Triple A en tiempos del trío Perón-Isabel-López Rega.

– Si uno va a «Todos mataron» buscando el historia de la Triple A, la halla casi como al pasar, pero sí lo que encuentra es lo que podríamos llamar la prehistoria personal de quienes la integraron, algo así como que usted y Canalletti saben que la historia de la Triple A está rastrillada, pero no así la más lejana, la de sus integrantes. ¿Es así?

– En alguna medida, lo de la Triple A es casi una excusa, porque el núcleo central de lo que nosotros buscamos y logramos investigar es el que funciona a través de los años en el marco de la Policía Federal, un grupo de policías corruptos, asesinos. Y dejar en evidencia cómo sucesivos poderes políticos apañan, hacen la vista gorda a ese u otros grupos para, en algún momento, usarlos con fines políticos. Acá el poder político jamás le ha hecho asco a las mafias, desde siempre. Con más o menos ahínco, pero así fue y es. Pero además, nos interesó dejar en claro que el grupo que termina integrando la Triple A en los ´70 -o sea el grupo que lidera desde la Federal el comisario Juan Ramón Morales- no nace por generación espontánea, no llega desde la nada para asesinar en este caso por razones ideológicas. Llega desde la naturaleza que tiene el accionar cotidiano en este caso de la Policía Federal, un mundo de vinculación y relación de intereses muy complejos con el delito. Morales y los suyos no asesinan a partir de la Triple A, son una máquina de matar en función de sus propios intereses, desde casi dos décadas antes de que los convocara López Rega para armar la Triple A. En esas dos décadas, en términos redondos, Morales y su gente tienen relación con el hampa, con el delito, con el contrabando…

– En el año ´81 conversé con el radical Miguel Ángel Zabala Ortiz. Me interesaba conocer su opinión sobre el rol intelectual que le cupo en la matanza de Plaza de Mayo de junio del ´55. No le gustaba hablar del tema. En un momento dado, hablando de lo fiero que había sido por aquellos años la relación peronismo-antiperonismo, él habló de «Cacho» Otero, el mafioso…

– El rey del contrabando…

– «Oterito siempre nos ayudó… casi un hombre del partido», dijo. Ustedes tocan el caso Otero en el libro. Dos preguntas: ¿Otero fue un protegido de la Libertadora y de los radicales?; ¿quién lo desaparece en el ´76 y por qué?

– Lo secuestran a la salida de la revista de turf «La fija», que era de Otero. Y se estima que fue la Armada. La hipótesis más firme sobre la causa de su secuestro dice que el almirante Massera se quería quedar con bienes de «Cacho», concretamente campos que tenía en Zárate y el stud y los caballos de carrera que había en uno de esos campos. Otero era muy influyente en el mundo del turf, al que estaba vinculado desde hacía más de 30 años. Al momento de su secuestro, aparentemente él ya había dejado de hacer del contrabando su negocio y su poder. En cuanto a la primera pregunta, bueno, sí, sí, desde finales del primer gobierno de Perón, «Cacho» había tejido una fuerte relación con la dirigencia radical, vínculo que se prolongará hasta los ´60 y hasta su desaparición. El vínculo se generó a partir de la ayuda que Otero, con su estructura para el contrabando por los ríos Uruguay, Paraná, etc., le dio a los radicales en su lucha contra Perón, muchos de los cuales estaban exiliados en Montevideo. Esa relación sin duda lo ayudó para que incluso con la Libertadora, Aramburu lo indulta. Nosotros publicamos el decreto de indulto. Los problemas de «Cacho» no eran con los radicales ni con los militares de la Libertadora, eran con el peronismo. Él tenía una gran capacidad para corromper, para manejarse en los pliegues y repliegues del poder…

– ¿Y por qué con los peronistas no?

– Otero es una figura fascinante para investigar. Nosotros no tenemos muy claro las razones profundas por las cuales no se llevó bien con el peronismo. Es difícil poder determinar si fueron razones de índole político-ideológicas, o porque con los peronistas, por los motivos que fueren, le costaba más hacer negocios…

– En el libro emerge el comisario Meneses, un duro, amado por la clase media porteña desde la Libertadora hasta toda la década del ´60. Pero no me queda en claro si Meneses prohijó a los comisarios Morales y Almirón.

– Al momento en que ellos llegan a la división «Robos y hurtos» de la Federal, que era el reino de Meneses, éste ya era director de Investigaciones. Meneses era más antiguo que Morales y Almirón, en consecuencia tenía mayor jerarquía que ellos. En un momento, durante el gobierno de Illia, el grupo de Morales-Almirón entra en contradicciones con una banda de la Bonaerense, todo por la gama de negocios ilegales que tenían unos y otros. Los bonaerenses agarran a Erwin Farquharson, el más sanguinario de los asesinos del grupo Morales- Almirón, y comienzan a torturarlo para que cante todo lo referente a los negocios que ese grupo tiene en territorio bonaerense. Es ahí que Meneses interviene ante los mandos de la Bonaerense para que aflojen con Farquharson, que con los años también integrará la Triple A…

– A comienzos de los ´60, la sociedad entre Morales y Almirón y su gente ya es un poder en la Federal, pero López Rega -en tanto miembro de la Federal también- no aparece en nada de todo ese juego de delito y muerte. Recién lo hace en el ´74, cuando Perón ya hizo un guiño para crear la Triple A. ¿Cuál es el nexo que López Rega tenía con ese grupo? Incluso en el ´65, ya López Rega -de la mano de Isabelita – se había integrado al grupo de Perón en España.

– A López Rega lo habían echado de la Federal, pero ahí le quedó un conocido: el comisario Morales. En los años ´52 y ´53 habían revistado juntos en la división «Custodia presidencial» de la Policía Federal. Custodiaban incluso la casa de Gelly y Obes donde vivían Perón y Evita. Fue una relación de dos años…

– ¿De ahí la foto de López Rega en el estribo del auto presidencial con Perón adentro?

– Claro… En aquel tiempo, la relación Morales-López Rega dura dos años. Morales tiene problemas de disciplina, es sancionado y cuando llega la Libertadora, mucha gente de la Federal o es exonerada o es postergada o corrida y dispersada rumbo a lugares de poco poder. Pero, con el tiempo, mucha de esa gente vuelve a juntarse y comienza a tejer la historia de violencia que teje, con total impunidad, hasta hoy. Como ocurre habitualmente en la Policía Federal, al hombre propio que cae en desgracia, generalmente no se lo expulsa, sino que se lo corre a un costado hasta mejores vientos. Morales se recupera, vuelve a la calle, a las comisarías, asciende, llega a «Robos y hurtos»… Los que no usan uniforme, no tienen horarios: son las brigadas que andan sueltas por la Capital Federal investigando delitos pero -para el caso- relacionándose y haciendo negocios privados con el delito. Morales -que murió hace tres años- arma un grupo para «mejicanear» contrabandistas… ahí entran el «Pibe» Almirón que era 15 años menor que Morales y que murió hace dos meses, luego de ser extraditado de España. También Faquharson se suma al grupo. Durante la transición española, Almirón fue «culata» de dirigentes de la derecha española. Fue, por caso, jefe de la custodia de Manuel Fraga Iribarne, del Partido Popular. Como probamos vía el libro, Rovira había integrado el grupo que una noche de los ´60 mató en «Reviens» -Olivos- a Thomas Davis, teniente de la Armada de los Estados Unidos?

– ¿Faquharson vive?

– No sabemos. Lo buscamos -lo buscan también las organizaciones de derechos humanos -, pero tampoco se lo encuentra. Ni rastros. En el 2007 sí se detectó a Rovira, quien se había integrado al grupo en el ´64, con los años integró la Triple A y ahora trabajaba en Metrovías. Está detenido en su domicilio.

 

«¡Cipolletti? esos silencios!»

Rolando Barbano tiene 34 años. Es profesor en la carrera de Comunicación de la Universidad de Palermo y de su joven pero también dilatado ejercicio del periodismo en el campo policial rescata un hecho que lo impactó: el primer triple crimen de Cipolletti. Y recuerda Barbano.

– Me tocó cubrirlo durante largo tiempo, de ahí que conozco muy bien a «Río Negro». Cuánto queda por saber sobre ese hecho, ¿no? Es un crimen que me vuelve siempre. ¿Por qué las mataron? ¡Cipolletti… esos silencios! ¿Usted cree que sólo ese pibe que está preso mató a las chicas?

– No sé. Sí sé que González, padre de dos de las chicas asesinadas, una vez me dijo que durante mucho tiempo anduvo con un hacha en su coche convencido de que en un momento dado se iba a conocer que había otros implicados y él haría justicia por sus propias manos. También me dijo que estaba convencido de que había cipoleños que sabían mucho sobre ese crimen y callaban, y que lo evitaban cuando se los cruzaba en la calle. Es un hombre de bien, calado por el dolor…

– ¿Sabe?, pienso que un día… ¡zas, se sabe el resto de la verdad! ¡Hay tanto por cerrar en ese hecho!

 

CARLOS TORRENGO carlostorrengo@hotmail.com

CARLOS TORRENGO


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios