ENTREVISTA:: Marta Maffei, diputada nacional del ARI: «Creo que el MPN condicionará a Jorge Sapag»

En diciembre dejará la banca de diputada nacional por el ARI que ganó hace cuatro años, pero no se alejará (claro está) de la política. Una arena en la que hoy se siente cada vez más lejos de quien fuera para ella una compañera de militancia y largas coincidencias, Elisa Carrió, de la que lamenta que asuma posiciones de centroderecha.

 

Llega Cristina, llega Jorge Sapag y está Elisa Carrió… ¿Arrancamos con Jorge?

El interrogante es si se manejará al margen de las prácticas políticas y estilos de ejercicio del poder que, caracterizadas por fuertes dosis de déficit de democracia, definen al MPN.

¿Y usted qué piensa que hará?

No sé, no sé…

Pero la historia dice que estructuras políticas como el MPN, personalistas, con dosis de impunidad y democracia en el ejercicio del poder, etc., sólo cambian desde adentro.

Yo no descarto que Jorge Sapag llegue con intenciones de oxigenar culturas del MPN en el ejercicio del poder, pero no sé si lo dejarán. Me parece que el MPN terminará condicionándolo.

¿Quiénes? Sobisch parece tener destino de irse por la canaleta de la historia… Después del 28 de octubre, a escala nacional esa canaleta está que desborda de dirigencia y estructuras políticas, y está muy inclinada.

Yo me refiero a condicionamientos que a Jorge Sapag le pueden llegar incluso desde afuera mismo de la estructura del MPN e institucionales, pero que inciden directamente sobre esa conjunción política: los negocios, el mundo empresario… Neuquén es una factoría cotidiana de negocios santos y no santos que, en un momento dado, pasan por el gobierno. Hay mucha plata en juego en todo ese nivel de decisiones que siempre requiere de la política.

Pero en política siempre está abierto lo que Arturo Frondizi llamaba el «dictado íntimo y tenso de otra realidad»: una visión que el político suele no confesar, forja silenciosamente y libera cuando está en el poder. Si esto pasa en Jorge Sapag, ¿qué cree que puede impresionarlo negativamente desde la perspectiva del ejercicio del poder por parte del MPN como para alentarlo a mudanzas?

Sin ir más lejos, lo sucedido este año en Neuquén tiene que decirle que no puede volver a suceder. El proceso que llevó al asesinato de Fuentealba, por ejemplo. Síntesis de arbitrariedad, impunidad… Esas escenas de los docentes corriendo por el descampado, baleados, gaseados, hasta pareciera desde el dictado o pulsión de crueldad.

En esos días, un joven cineasta me señaló que esas escenas podrían ajustarse al cine de Eisenstein,

ya que son más urbanas en todo caso… Y salvando resultados, desde la soledad geográfica a los crímenes con que reprimió el radicalismo en la Patagonia…

¡Y las escenas de aquel 12 de abril en que asesinaron a Teresa Rodríguez! Cuando sucedió lo de Fuentealba estaba en Argentina Michael Traugott, especialista en Opinión Pública. En conferencia, y creo que también en «La Nación», comentó que los hechos de Neuquén demostraban la intensidad con que en Argentina se llega a los extremos.

¿No cree que el sindicato docente debe asumir que también fue muy rápido a los extremos?

Es difícil establecer eso cuando desde el gobierno se dilatan las respuestas a los reclamos, no se cumplen los compromisos… Bloquear el reclamo, no atenderlo, no respetarlo, cambiar de interlocutores permanentemente a la hora de la negociación, no darles mandato para seguir así dilatando una respuesta, no cumplir incluso con las horas pactadas para las reuniones… en todo esto el MPN es campeón.

¿O sea que el poder

«sacó de casilla» al gremio?

Es evidente. De todas maneras, cabe siempre una reflexión amplia por parte de todos los actores de lo sucedido, pero el máximo responsable es el poder.

¿Para usted el único responsable de establecer el juego en estos casos es el poder político?

Por supuesto, es el que otorga institucionalidad al conflicto, el que lo coloca en el campo de las soluciones.

Habló del déficit de democratización que tiene el MPN. Pero ese déficit es la causa por la cual usted y otros diputados del ARI toman distancia de Elisa Carrió. ¿Está muy dolorida con ella?

Dolorida no, preocupada por ella. Porque siendo una formidable luchadora por causas nobles cada vez le cuesta más escuchar al otro, le cuesta consultar, aceptar la diversidad de opiniones y tomar la determinación a partir de una síntesis….

Un gran historiador italiano, Renzo De Felice, sostenía que hay políticos y procesos políticos en que lo que está por afuera de ellos siempre es juzgado como «ausencia de todo bien, presencia de todo mal». Carrió parece encuadrase en ese tipo de convencimiento. ¿Es por dogmatismo, ortodoxia?

Responde más a lo vertiginoso que es su pensamiento, que funciona sin darse tiempos, paciencias… Acelera en direcciones que son opinables, se planta en la infalibilidad y en el ARI somos muchos los que no estamos de acuerdo. La preocupación viene de lejos, pero cuando éramos un partido del 12 ó 13% de los votos la preocupación era muy extendida. Ahora que somos del 23%, hoy existe, pero no tan extendida.

¿Cómo es eso?

Hay mucha amnesia en muchos compañeros.

Porque a mayor cuota de poder, el poder se vuelve más atractivo.

Hay muchos compañeros que están de acuerdo con el verticalismo, el personalismo en que cayó Lilita. Entonces dicen: «Bueno, tenemos votos, aguantemos… ¿para qué cuestionar?».

Pero el poder siempre es la puesta en escena de una ideología. Y cuando el poder cambia, también hay ideología. ¿Las diferencias con Carrió son sólo metodológicas o también ideológicas?

También ideológicas, que es lo que, llegado el momento, no se puede concertar. Camino a las urnas, la Coalición Cívica comenzó a monitorearse desde la centroderecha.

Y se viene Cristina… ¿Qué no le gusta de la administración Kirchner y qué le genera a usted expectativas de cambio con ella presidenta?

Se hizo mucho y resta mucho por hacer… Creo que uno de sus grandes desafíos es mejorar sustantivamente al distribución de la riqueza. Acá cada vez son más ricos los ricos y más pobres los pobres. Me parece también que hay que ponerle freno a ciertos dictados con los que se maneja la política internacional…

¿Dictados emocionales?

Más bien de descuido, intemperancia, improvisación. No puede ser que el conflicto con Uruguay haya llegado a donde llegó, y eso por darle sólo un caso… Me parece que la política internacional merece más ponderación.

«Íbamos a las mismas milongas»

«¿Qué voy a hacer cuando deje la banca?… Seguir militando en el ARI, peleando por mejores condiciones para tanta gente que sigue estando muy mal. Militar y militar, siempre militar por causas nobles, dignas… Estar ahí, luchando contra la impunidad…

«¿Si me voy a volver a Neuquén? No, no, pero quiero mucho a esa provincia… ¡Tantos años ahí, años difíciles!

«Pero voy a estar siempre allá, donde además de toda una historia política tengo siete nietos… ¡Siete! Y bueno, viviré en el Gran Buenos Aires, donde nací o por ahí.

«Soy de Lomas de Zamora y antes de que me lo diga se lo digo yo: sí, sí, tierra de Eduardo Duhalde… sí.

«'El Cabezón'… Somos de la misma época y casi del mismo barrio. Nos conocemos de chicos, de adolescentes. Íbamos a distintos colegios, pero a las misma mismas milongas».


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