ESCENARIO: Aquel dibujo, aquellos muertos

Fue el 18 de julio del '94. En una humilde vivienda del sur bonaerense, una joven despertó a su nene de flamantes cinco años. Le lavó la cara regordeta y dormida. Le sirvió mate cocido y le recordó que le dejara al papá el regalo que le había prometido la noche anterior: el dibujo de una casita con humo saliendo en forma de rulos por una torcida chimenea. Fue la última casita que dibujó ese nene.

Porque a media mañana, una bomba que socializó muerte en todas las direcciones los despedazó frente a la AMIA.

«Muerte a granel, impunidad a granel». Éste bien podría ser el título para sintetizar lo sucedido con la causa AMIA. A 15 años de la matanza, cero justicia.

Ayer, el fiscal Alberto Nisman solicitó el desafuero como senador y la detención del entonces presidente Carlos Menem. Lo considera involucrado en la complicidad que ha llevado a la causa al borde de perderse en la larga noche de la historia.

De prosperar la solicitud de Nisman, será interesante saber -por caso- qué contesta Menem ante las innumerables pruebas que demuestran que su presidencia hizo un inmenso esfuerzo para que no se investigara las eventuales responsabilidades de Siria en el atentado y que sólo se pusiera la vista en Irán. «En materia de terrorismo, donde está Irán está Siria», dijo hace años uno de los fiscales que tuvo la causa, Edmon Mullen, pero tampoco investigó.

Será interesante escuchar qué dice Menem ante las pruebas que hablan cómo su gobierno violó la ley que impide a las FF.AA argentinas involucrarse en operaciones de inteligencia interior. Violación vinculada con la detención en la Triple Frontera de un grupo de iraníes que nada tenían que ver con el atentado. En función de ese objetivo Menem envió a Asunción al entonces jefe de Inteligencia del Ejército, general Carlos Miná, a Paraguay para interrogarlos e involucrarlos. «¡Ahí tienes a tus terroristas!», le decía a Miná el general paraguayo Lino Oviedo, íntimo de Menem. Pero a minutos de tomarles declaración, Miná se dio cuenta de que no tenían nada que ver. Simples perejiles.

Será interesante ver cómo Menem fundamenta el apuro con que su gobierno instrumentó el traslado de ese grupo a la Argentina. Apuro al que sumó una activa gestión destinada a que un juez federal los interrogara y procesara. Sin embargo, el juez se dio cuenta de que los detenidos eran eso: perejiles. Los puso en libertad.

Será interesante escuchar de Menem las razones que llevaron a su gobierno a intentar condicionar el accionar de la Comisión Parlamentaria de Seguimiento de las Investigaciones de los Atentados a la Embajada y AMIA, uno de los pocos planos oficiales que se acercaron a la verdad.

Será interesante saber cómo justifica Menem la protección que dio su gobierno a los sirios Monzer Al Kassar y Kanoore Edu, sospechados desde muy lejos en la historia, de estar relacionados con el terrorismo islámico.

En fin, las preguntas que hace casi una década hizo este diario en relación con la pista siria siguen sin respuesta.

Y en la calle Pasteur, pequeñas placas recuerdan a aquel nene, su mamá y a toda la sangre de aquel día de julio del '94 aun cubierto por la impunidad.

CARLOS TORRENGO

carlostorrengo@hotmail.com


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