Esclavos, el lado más brutal del «capitalismo rojo»

China enfrenta una ola de denuncias por mil niños vendidos para trabajar. Condiciones infrahumanas ponen en jaque a la "sociedad armonizada".

PEKíN.- Un nuevo escándalo de explotación laboral sacude China, tras conocerse el de más de mil niños vendidos y obligados a trabajar en fábricas de ladrillos. En el sur del país, 200 matones contratados para golpear a 300 huelguistas que esperan cobrar su sueldo desde hace 4 meses les causaron tales heridas con palas y barras de metal que al menos uno de ellos no sobrevivirá.

Los maltratos y la explotación son el destino de muchos de los más de 100 millones de trabajadores migrantes de la China comunista, que son entregados de forma masiva sin protección a los dueños de fábricas de ladrillos, minas u otras empresas.

La indignación por el trabajo esclavo en las fábricas de ladrillos hace que crezca el llamado a una mayor protección de los individuos. «Debemos comenzar de inmediato reformas políticas, económicas y sociales y crear poco a poco un campo positivo para proteger los derechos humanos», exige la influyente jefa de redacción de la revista económica «Caijing», Hu Shuli.

Las leyes son buenas en China, pero el sistema judicial necesita un gobierno que las aplique de forma estricta. También hace falta una sociedad civil en la que los ciudadanos impongan sus derechos. Las dos condiciones son decisivas, pero «en la China de hoy corren peligro de no cumplirse», incluso pese a un mayor papel de los medios, afirma Hu Shuli.

La revelación del trabajo esclavo en las fábricas de ladrillos es un golpe en pleno rostro de la dirigencia comunista, que proclama una «sociedad armónica» y que afirma poner en primer término a su pueblo.

«Nadie creería que estas crueldades, que sólo se muestran en películas sobre tiempos pasados, ocurren hoy en China, 58 años después de que la revolución hiciera borrón y cuenta nueva con la antigua sociedad», se sorprende el «China Daily».

El caso de los 300 trabajadores golpeados con palas, hachas, caños y sables muestra en qué estado se encuentran los derechos laborales en el reino del capitalismo rojo. Las golpizas, como el trabajo esclavo, no son un hecho aislado en China. Bajo enorme presión pública el gobierno inicia estos días una campaña para inspeccionar las fábricas de ladrillos, minas y obras de construcción para destapar trabajo esclavo o infantil, así como maltratos. Se investigarán los acuerdos, salarios, horarios de trabajo, seguridad y condiciones laborales.

La ley de trabajo fue ampliada y aprobada por el Congreso del Pueblo con penas en caso de negligencia y abuso del cargo por parte de funcionarios, pero las medidas han ayudado poco a miles de niños y trabajadores migrantes internos.

Los 400 padres de menores desaparecidos, que destaparon a través de su llamamiento en internet el trabajo esclavo infantil, se vieron obligados a publicar una segunda carta. Gracias a su mensaje fueron liberados casi 600 trabajadores, entre ellos decenas de niños, en las provincias de Shanxi y Henan, pero sus hijos no estaban entre ellos. Su experiencia les dice que eso es sólo «la punta del iceberg», señalan en la nueva carta. «Aún hay miles de vidas en riesgo».

Los jefes de las fábricas de ladrillos están compinchados con policías y funcionarios y mantienen escondidos a los niños en las montañas.

Los padres dicen que peligra la credibilidad del gobierno de Pekín: «En esta 'sociedad armonizada' no notamos el más mínimo respeto por la vida y los derechos humanos».

 

ANDREAS LANDWEHR


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