Escribir en cuarentena

Daniel Zaragoza es un escritor español de 39 años que quedó varado en la ciudad cuando se encontraba en su viaje denominado “América sin prisas”, con la intención de unir las dos puntas del continente americano, en un medio particular: una bicicleta, una vieja amiga de 30 años y 20 kilos, olvidada en un rincón de su morada.

Nació en la Zaragoza, España, en 1981. Amante de la naturaleza, el alpinismo, el yoga y la meditación, Daniel se lanzó en diciembre del 2019 a una nueva aventura americana que lo inspiraría, meses después, a escribir y publicar su último libro “Cuarentena”.

Vive en Zapala desde hace más de cuatro meses. Sus primeros días los pasó en el Camping Municipal, lugar donde aprovechó a conectarse con el entorno y focalizarse en la escritura para concluir, en poco más de dos meses, su última novela. “Comencé a trabajar en esta historia al tercer día de cuarentena, y es un libro que escribí rápido pero invertí mucho tiempo ya que no tenía otra cosa que hacer”.

En el año 2013, publicó “Escribiendo el mundo”, y a partir de esa experiencia ha dedicado su vida a viajar, a transmitir su mirada a través de la palabra, al autoconocimiento y al crecimiento personal.

Vendió miles de copias de sus publicaciones: Lo que el mar no se lleva; Secretos en el techo del mundo; Escribiendo el mundo; ¿Crees en la magia?; La verdad os hará libres; Un millón de pasos; y ¿Te gusta vender?
Daniel lleva ya 8 años viviendo de su trabajo. En estos meses de aislamiento, Daniel recibe el cariño y el afecto de los zapalinos y zapalinas que sin conocerlo le ofrecen su ayuda para que se sienta mejor. Pasó de vivir en un camping a una casa gracias a la hospitalidad de Claudia, una vecina que se solidaria que recuerda que su hijo está en la misma situación por Dinamarca.

En la Biblioteca Popular Elordi presentó también sus novelas ¿Crees en la magia?; y, por primera vez, Cuarentena. También visito al Intendente Carlos Koopmann a quien le obsequio un ejemplar autografiado.

Daniel recorre las calles siempre con un mate en la mano. Se animó, además, entre tantas cosas a escalar -por décima vez-, el cerro Michacheo, del que dicen que quien lo sube no se va más de la ciudad. Daniel, entre risas, reflexiona: “el que sube en cuarentena se queda solo en cuarentena”.