Ese otro clientelismo
Orientarse hacia la política partidaria para explicar el clientelismo significaría incurrir en un reduccionismo que alejaría a este concepto –tantas veces escuchado por estos lares- de su real dimensión y alcance.
Tal cual explica Guillermo O'Donnell en el libro Votos, Chapas y Fideos, de Pablo Torres, «en una democracia delegativa como la argentina, con una ciudadanía de baja intensidad, donde la discrecionalidad, y no los derechos reconocidos a los ciudadanos, rige los actos públicos, no deben extrañar fenómenos como la institucionalización de particularismos y clientelismos diversos».
Y agrega: «El clientelismo es, en términos amplios, un tipo de vínculo particularista, generado a partir de criterios personalizados y no de definiciones universales. Aparece, entonces, como vínculo, como relaciones que se establecen entre determinados individuos. Y no se reduce al ámbito político-partidario sino que constituye un patrón de interacción observado en múltiples aspectos de la vida social (académico, sindical, religioso, deportivo, cultural, etcétera)».
Pues bien, qué mejor ejemplo que el descubierto la semana pasada en Roca para confirmar que a pesar de no transitar por un año electoral el clientelismo se mantiene vigente en esta ciudad, con su llama encendida desde un lugar ajeno a esos pobres que sistemáticamente aceptan el rol de clientes al garantizar un voto al candidato de turno.
Estamos hablando de la relación clientelar que protagoniza el gobierno provincial con el Sindicato de Obreros y Empleados Municipales de Roca.
Sólo la convicción de que SOYEM puede resultar funcional a los intereses del radicalismo dentro del municipio roquense puede explicar la decisión de otorgar al gremio un subsidio de 60.000 pesos sin el mínimo reparo que asumiría cualquier funcionario consciente ante una organización que se encuentra en la ruina.
Sólo la convicción de que el líder del sindicato, Gerardo Collinao, no tendrá opción cuando le «sugieran» endurecer sus reclamos ante el gobierno municipal peronista permite la llegada de tamaña cantidad de dinero a una persona que afronta serios compromisos ante la justicia penal, precisamente por el irregular manejo de fondos del gremio.
Ahora bien, el silencio del gobierno provincial ante el caso no debe ser interpretado como un signo de vergüenza sino más bien como una estrategia basada en esa institucionalización del clientelismo a la que hace referencia O'Donnell.
«Un par de días con ruido y después, tema fuera de la agenda de los medios, tema olvidado», sería la síntesis del razonamiento oficialista.
Lamentablemente, antecedentes no le faltan para pensar de esa manera. Innumerables fueron las denuncias por actos irregulares o de corrupción que vieron chocar sus expectativas ante la indiferencia de los ciudadanos roquenses y del resto de la provincia.
En consecuencia, bueno sería no quedarse en el mero insulto al aire luego de leer o escuchar la nueva demostración del desdén con que muchos funcionarios manejan los recursos públicos y utilizar los canales abiertos para exigir la reparación del daño.
En este sentido, el caso del subsidio a SOYEM puede dar la primera oportunidad para el cambio de actitud, porque los impulsores de la Liga de Contribuyentes de Roca analizaron todo el fin de semana pasado la presentación de una acción colectiva, persiguiendo una sanción judicial para quienes dieron curso a este aporte no reintegrable, como también a los 42.000 pesos destinados a la asociación de desocupados que conduce Rodolfo «Torito» Gerbán.
Por otra parte, es posible que el dinero que le regaló la provincia afloje el nudo sobre el cuello del SOYEM (siempre guiando el pensamiento a partir de la credulidad sobre ese destino para los fondos), pero ya nada será igual para las próximas oportunidades en las que Collinao deba alzar la voz en defensa de los derechos de los empleados municipales. En todos y cada uno de los casos estará librado a que le recuerden este bochornoso episodio para tachar de inválidas sus palabras, refrescándole qué tan separadas están sus acciones como dirigente sindical y la conducta ética que debería regirlo en el cargo.
En tanto, el gobierno provincial puede estar convencido de que el sofocón culminará pronto, pero no puede sentirse ajeno a la sensación de que dilapidó en pocas semanas y al módico precio de dos subsidios cualquier atisbo de reconciliación con esos ciudadanos roquenses que lo castigaron en octubre pasado sacando a la UCR del poder en el municipio.
Hugo Alonso
halonso@rionegro.com.ar
Orientarse hacia la política partidaria para explicar el clientelismo significaría incurrir en un reduccionismo que alejaría a este concepto –tantas veces escuchado por estos lares- de su real dimensión y alcance.
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