Esos años en los que Dan cantaba
Antes del éxito de «El código Da Vinci», el norteamericano Dan Brown era un gran coleccionista de fracasos, con tres novelas -«La fortaleza digital», «Angeles y demonios» y «La conspiración»- que no habían estado a la altura de las expectativas y una carrera de músico de rock interrumpida a mitad de camino. Recién cuando apareció su best-seller, que lleva vendidos más de 25 millones de ejemplares en todo el mundo, el escritor tuvo la esperanza de poder dedicarse a una profesión creativa.
«El hombre detrás del Código Da Vinci», flamante biografía firmada por Lisa Rogak que acaba de editar en Argentina el sello Sudamericana, descorre el pasado de este escritor que el pasado 22 de junio cumplió 42 años. El libro no es un prodigio de investigación y no cuenta con el testimonio del autor, pero estas deficiencias se compensan con los jugosos datos que aporta sobre la vida de Brown antes de «El código…», en la que el pasado musical del escritor aparece como lo más llamativo.
Educado en un colegio para ricos, el Exeter College, y una universidad de élite, Amherst, Brown se compró un sintetizador y un equipo de grabación de segunda mano y empezó a experimentar hasta que publicó su disco de debut, «SynthAnimals», destinado al público infantil. El futuro escritor de éxito se convenció de que lo suyo era la música, así que grabó su primer álbum para adultos, «Perspective», y en la primavera de 1991 se mudó a Los Angeles para intentar el triunfo el mundo de la música.
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