«Esos loquitos»
Cuando un día del ’86 el célebre editor que fue Boris Spivacov recibió de manos de Ezequiel Raimondo y Fabián Echegaray el original de “Desencanto político, transición y democracia”, lo colocó debajo de otras 200 propuestas a editar que tenía en una de sus mesas de trabajo.“Bueno pibes (tenían no más de 23 promedio), lo voy a leer y les hablo”, les dijo y los pibes dejaron el Centro Editor de América Latina con el ánimo a nivel de zócalo.Días después, Boris Spivacov los llamó.“¡Lo publico ya, este libro es premonitorio!”, le dijo a los pibes y los pibes se fueron contentos.
“Pero hubo que pasarla”, recuerda hoy Raimondo y acota: “Me acuerdo cuando en el partido, en la universidad, me cruzaba con Francisco Delich, que era rector de la UBA. “Ahí viene el desencatado”, me decía. Pero un día recibimos una carta nada menos que de Hirschmann. Le habíamos enviado el libro pensando que… bueno… no nos iba dar bola… capaz que para él también éramos los loquitos fuera de cuadro. Pero nos felicitó, argumentando muy bien esa postura, y hoy el “librito” es bibliografía obligatoria en la carrera de Ciencias Políticas… Para nosotros ya es historia.
Cuando un día del ’86 el célebre editor que fue Boris Spivacov recibió de manos de Ezequiel Raimondo y Fabián Echegaray el original de “Desencanto político, transición y democracia”, lo colocó debajo de otras 200 propuestas a editar que tenía en una de sus mesas de trabajo.“Bueno pibes (tenían no más de 23 promedio), lo voy a leer y les hablo”, les dijo y los pibes dejaron el Centro Editor de América Latina con el ánimo a nivel de zócalo.Días después, Boris Spivacov los llamó.“¡Lo publico ya, este libro es premonitorio!”, le dijo a los pibes y los pibes se fueron contentos.
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