Alma de malambo

Trabaja limpiando pisos y oficinas. Por la tarde entrena bajo el sol del verano. Zapatea sobre un escenario improvisado, hecho con pallets. Maximiliano Ibáñez representará a Neuquén en Laborde, el festival folklórico más tradicionalista de Argentina. En ese reducto poco conocido se cultivan los mejores malambistas del país. La consagración, una quimera posible.

De limpiar la Legislatura neuquina a aspirante a campeón nacional de malambo

 

1 de julio de 1996. Un domingo más, como cualquier otro. En la casa de los Ibañez se encenderá el televisor bien temprano y a todo volumen: “Cortando Rastro” está en el aire, desparramando folclore y tradición gaucha. “Vine buscando la huella entre montes de jarillas y al divisar la tropilla me he prendido un fogón…” dice el tema de apertura en la voz de Juan Carlos Terbay. En la pieza del fondo, un pibe putea en todos los idiomas. No se imagina que este brusco despertar dominguero marcará su vida para siempre.

Dicen que la disciplina y la humildad son fundamentales para poder ser malambista. Y Maximiliano Ibáñez (29) tiene todo eso. Desde hace más de 10 años entrena, respira y siente malambo. Este año se consagró ganador en el Pre Laborde y será el representante neuquino, aspirante a Campeón Nacional de Malambo, en el festival más tradicional y con menos prensa del país. En 2015 había tenido otra oportunidad, pero el escaso tiempo para prepararse y otras complicaciones físicas hicieron que el sueño se desvanezca. Hoy tiene una nueva posibilidad.

De lunes a viernes, de 7 a 13, Maxi es uno de los responsables de mantener limpio el imponente edificio de la legislatura neuquina. “Me levanto a las 5 y media de la mañana. A las 7 ya tengo que estar listo abajo cambiado, y después vengo al hall a mopear, tratando de sacar todos los residuos que quedaron del día anterior, después sigo por las oficinas de protocolo”. Solo algunos pocos saben de su oculto y sacrificado oficio.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Con su uniforme gris, el aspirante a campeón, recorre a diario los pasillos del palacio legislativo y se toma dos colectivos amarillos para llegar al trabajo. Cuenta que antes iba en bicicleta, para ahorrar, pero que terminaba demasiado cansado para seguir su rutina diaria, que incluye además de su trabajo como asistente de limpieza, ensayos, clases, entrenamiento físico, presentaciones y vida familiar con su esposa Yanina y su hijita Mora, de dos años y tres meses. Viven cerca de la ciudad deportiva en el bajo neuquino y todos los días se traslada más de 7 kilómetros para llegar a tiempo al trabajo que le permite pagar el alquiler. Su pasión es otra.

 

El tiempo que no está en la legislatura es fundamental para el bailarín, porque no hay descanso. Todos los días entrena con todo y sabe que las oportunidades para alcanzar su sueño se acrecientan y se agotan a medida que pasan los años. “Para mi es una pasión, es el día a día. Estoy todo el día zapateando, hablando de malambo. Es una pasión que corre por dentro y que cuando subo al escenario es el reflejo que me lleva a expresar lo que yo soy”.

El Festival nacional del Malambo se realiza en Laborde, Córdoba, desde 1966. Se trata de un certamen de baile donde el malambo es el gran protagonista y todo gira en torno a él. En esta edición se festejarán los 50 años del festival y serán 6 jornadas: del 8 al 14 de enero. A pesar de no contar con un gran aparato de difusión y por la intención expresa de sus organizadores de conservar el aspecto más tradicional del folclore, es uno de los festivales populares más importantes y convocantes. Delegaciones de todo el país llegan durante enero al pueblo cordobés. Los mejores se disputan el podio para llegar a ser Campeón Nacional de Malambo, la categoría más importante del certamen.

“Para mi es una pasión, es el día a día. Estoy todo el día zapateando, hablando de malambo. Es una pasión que corre por dentro y que cuando subo al escenario es el reflejo que me lleva a expresar lo que yo soy”.

– Gorda, ¿podés pasar a buscar vos a Morita? Pasa que yo sigo acá con los chicos del diario, termino y la voy a buscar.

Después del breve contacto telefónico con Yanina, nos abre el camino para conocer su casa.

En el patio, la pelopincho luce imponente y fresca frente a los 40°C de las 3 de la tarde. Atrás y justo frente a la puerta, la tarima hecha con palets y fibrofácil espera la llegada del aspirante a campeón. Solo una media sombra, previsiblemente celeste y blanca, brinda contención ante los sofocantes rayos del sol. Ningún evento natural o humano hará que deje de entrenar. Ni siquiera los piedrazos en el techo de su casa, con los que los vecinos suelen manifestar su descontento al ver interrumpida alguna siesta con zapateos.

“Mi casa es como un tetris: si haces esfuerzo y con paciencia podés meter de todo”, dice mientras acomodamos las cámaras y el sonido para la entrevista. Su casa es acogedora. Un piano eléctrico marrón oscuro irrumpe en un living que alberga juguetes y recuerdos en fotos familiares. Su esposa es artista plástica y juntos llevan adelante una vida entregada al arte. Arte en serio, cruzada por los acontecimientos de la vida y cuentas que pagar. Nada los detiene.

“Laborde vendría a ser como ‘hasta acá llegué yo, acá me jubilé’, no es necesario zapatear más”. Al campeón nacional, eso no se lo saca nadie. Es llegar al paraíso. Consagrarse ahí arriba es el sueño cumplido, Laborde es un sueño para mi”.

Ganar Laborde es el sueño de todo malambista, la gloria, la jubilación como bailarín a los 30 años y el paso a nuevos rumbos e ingresos económicos con la enseñanza. Neuquén cuenta con un campeón nacional: Isaid Gonzáles, quien en 1992 alcanzó la gloria. Río Negro tiene dos campeones: Arnaldo Pérez (1976) y Daniel Albornóz (1971).

Los campeones gozan de respeto eterno y tienen un pacto: si ganan no vuelven a competir.

Maxi parece un joven más, pero esconde una gran virtud: cuando zapatea es imponente. Sus brazos rígidos acompañan el movimiento de sus pies livianos, curtidos por años de ensayo y esfuerzo. Entrena vestido con toda la pilcha que usará para competir. Está todo calculado, nada puede quedar librado al azar: es una oportunidad única. Su rastra es neuquina con mayúscula, el diseño tiene el escudo de la provincia en el centro y piñones como laureles. Fue confeccionada por un artesano jujeño y resultó ser un regalo de su esposa, entregada entre lágrimas, justo la noche de su primera presentación en Laborde.

Maxi parece un joven más, pero esconde una gran virtud: cuando zapatea es imponente.

¿Cómo es prepararse para ser un malambista?, le preguntamos. “Te miento si te digo que es fácil. Yo vengo preparándome hace dos años para esta competencia. Y siempre pasan cosas en el transcurso del año que te llevan a bajonearte mucho si no estás físicamente preparado, espiritualmente, mentalmente. Y siempre trabajando con el corazón, porque si vos lo hacés por la plata, eso no te lleva a ningún lado. Yo lo que digo es que hay que hacerlo de corazón. La preparación es dura: con dieta, esfuerzo físico, acostarse temprano, ensayar mucho.” El gasto económico también es muy grande. La vestimenta que se utiliza en la competencia es de época, y para eso es necesario buscar y conseguir telas acordes, también modistas que puedan confeccionar bien la ropa, un zapatero de confianza que pueda arreglar las roturas de las botas y conseguir dinero para poder viajar y costearse la estadía en Laborde. Como dice Maxi: “Es una larga carrera hasta llegar al festival”.

Nuestro representante entrega su vida a la música, pero no solamente al baile. Su carrera como violinista empezó hace unos años y estuvo marcada por una de esas personas a las que podríamos llamar -sin ponernos místicos- ángeles en la tierra. Una vecina del barrio le pidió que le enseñe a bailar folclore, pero Maxi no se animaba a cobrarle porque era muy chiquito y le daba cosa. La mujer le propuso un trato por demás justo: ella pagaría sus clases de música a cambio de las de danzas. Y así empezó su camino con el arco y el violín. “Una vuelta me dijo: esperame afuera de una casa de música que yo te voy a regalar un violín”, al día de hoy sus actuaciones en peñas y eventos las realiza con ese violín. Como toda aparición angelical, después de un tiempo, no la volvió a ver.

Como todo concurso, Laborde tiene su reglamento, y muy rígido. El acompañamiento musical debe ser tradicional con hasta dos instrumentos, uno de los cuales debe ser una guitarra. El bailarín debe mostrar sus destrezas haciendo las figuras con ambos pies, siempre respetando la esencia folklórica. Hay una constante en la normativa: la presentación del malambista no tiene que ser efectista. El malambista mayor, candidato a Campeón Nacional de Malambo, debe ejecutar el estilo norteño y sureño con el atuendo correspondiente a cada uno. El tiempo máximo de ejecución del malambo es de 5 minutos. Si se supera este tiempo, el participante será penalizado.

El escenario es inclinado, para que todos puedan ver el zapateo, y está microfoneado, para amplificar el sonido de los golpes al suelo.

Cuando termina cada frase, Maxi agradece a Dios por todo aquello que le provoque orgullo o alegría. Como por ejemplo, ser discípulo de Rodolfo Gonzáles Alcántara, “el Rodo” como él lo llama. Alcántara se consagró campeón en 2012 y su historia fue contada de una forma magistral por la periodista Leila Gerreiro en la crónica “Una historia sencilla”. “Yo le debo todo lo que hoy en día, parte de mi enseñanza a él también. Siendo una persona muy humilde, tiene mucha sabiduría y es así (chasquea los dedos) recto en el tema del malambo. Eso para un malambista, ¿que le exijan? está espectacular. Hace poco estuvo acá en mi casa, y ensayamos con los chicos de Petroleros del Sur de Cutral Co, quienes también irán a representar a la provincia en cuarteto de malambo, ellos tienen todos mis respetos porque son unos grandes bailarines”, cuenta Ibáñez.

El aspirante a campeón también se emociona cuando recuerda a su hermano fallecido, a quien la vida o el destino no le permitieron llegar a enseñarle a zapatear. Y se sorprende, porque la familia de un joven ahogado en el río Limay lo invitó a zapatear en el velorio. Reconoce que es la primera vez que me pasa algo así, una invitación tan particular, pero entiende que debe asistir, para despedir a un folclorista como se merece.

Dos de sus alumnos también viajarán a Laborde para concursar en las categorías menor e infantil: Matías Vázquez y Jeremías Contreras. Es un orgullo para él, porque su forma de enseñar, su tradición, sus “mañas” como dice, se van trasladando a nuevas generaciones y dan buenos frutos. Los padres de los dos chicos ofrecieron llevarlo, pero él prefiere estar una semana antes de la presentación en la tierra cordobesa. Reconoce que el cambio de clima le suele afectar y que justamente para aclimatarse estará unos días antes en el pueblo.

Antes de irnos le preguntamos: ¿Qué se siente representar a la provincia?. “Es un orgullo grandote. Yo siendo bien neuquino, a la provincia que voy, siempre hago recalcar de donde vengo. No es que voy a un lado y digo que prefiero quedarme a vivir ahí. Neuquén tiene lugares que son paraísos. Cuando el locutor pronuncia ‘el aspirante a campeón nacional de malambo por la provincia de Neuquén’ a mi se me infla el pecho”

Sí: esta es otra historia sencilla. Pero tan profunda que no entra en estas líneas. Solo aquellos que luchan día a día por lo imposible sabrán o entenderán lo que Maxi hace a diario. El resto observará con admiración su rutina, su templanza y su hazaña desconocida.

REGLAMENTO

– El acompañamiento musical debe ser tradicional. Consta de hasta dos instrumentos, y uno de ellos debe ser una guitarra.

– El bailarín debe mostrar sus destrezas haciendo las figuras con ambos pies, siempre respetando la esencia folklórica.

– La presentación del malambista no tiene que ser efectista.

– El malambista mayor, candidato a Campeón Nacional de Malambo, debe ejecutar el estilo norteño y sureño con el atuendo correspondiente a cada uno.

– El tiempo máximo de ejecución del malambo es de 5 minutos.

– Hay micrófonos ubicados en forma estratégica en el escenario para amplificar el sonido del zapateo.

 

FESTIVAL

– El Festival nacional del Malambo se realiza en Laborde, Córdoba, desde 1966.

– Se trata de un certamen de baile donde el malambo es el protagonista.

– Son 6 intensas jornadas en las que se elegirá al Campeón Nacional del Malambo, la categoría principal.

– A pesar de tener poca prensa, es uno de los festivales más importantes y tradicionales del país.

– Delegaciones de todo el país llegan al pueblo cordobés para concursar.

– En 2017 se festejan los 50 años desde su creación.

– El Primer Campeón Nacional del Malambo fue Miguel Ángel Tapia.

– Neuquén cuenta con un campeón nacional: Isaid Gonzáles (1992)

– Río Negro tiene dos campeones: Arnaldo Pérez (1976) y Daniel Albornóz (1971)

– Los campeones gozan de respeto eterno y tienen un pacto: si ganan no vuelven a competir.

Producción periodística: Sebastián Curinao – Andrés Stefani – Néstor Pérez
Diseño: Marina Taján – Infografías: Jorge Portaz

 


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