Tres aventuras te llevan hasta el límite con Chile

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Hay aventuras que rozan (o traspasan) la frontera. Alejados de los tours de compra que en el último tiempo ganaron adeptos para cruzar la frontera hacia Chile, en tres puntos limítrofes alejados y en lugares paradisíacos se puede disfrutar de un paseo distinto y deslumbrante.

Desde Bariloche hay tres opciones para llegar al límite de la aventura. El más pasivo es el cruce por el cual se “navega la cordillera de los Andes”, pero también por agua se puede rozar el límite en los rápidos del río Manso y, con mayor exigencia, caminar sobre los glaciares de alta montaña para hacer una de las caras de la cima del cerro Tronador.

En el filo de los Andes

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El cerro Tronador tiene un hito en las alturas, a 3.478 msnm. Y hasta allí los experimentados andinistas pueden llegar con la compañía de un guía de alta montaña y luego de atravesar con piqueta y crampones los glaciares. Es una travesía de “exigencia, con mucha técnica y se necesita experiencia en el hielo”, remarcó Alejandra Vidal de Active Patagonia, la agencia que desde hace 25 años realiza la excursión cada verano y que tiene plan B para aventureros con menos preparación.

Para llegar a los picos del Tronador (Internacional o Argentino) se debe hacer noche en el refugio Otto Meiling, que cuenta con todas las comodidades. Si se va con poca experiencia en hielo al pico Argentino, los guías ofrecen allí un día de prácticas en glaciares, se enseña cómo usar el equipo técnico, la piqueta y crampones, las cuerdas y el autofrenado, y recién al otro día se hace cumbre. El ascenso -que se inicia cerca de las 4 de la madrugada- demanda entre 8 y 12 horas, dependiendo del ritmo de marcha y el estado de los glaciares. En total se sube un desnivel de 1.350 metros a través de glaciares cubiertos de nieve y escarpados filos, con el objetivo de hacer cumbre al mediodía.

“Para hacer los picos o la vuelta al Tronador se hacen en grupos privados entre personas que se conocen”, destacó Alejandra.

Con mucha menos exigencia y hasta incluso para ir con niños, se puede optar por el trekking llamado Cruce del glaciar Alerce, mediante el cual se camina sobre hielo para cruzar del refugio Meiling al Rocca (o al revés) y el descenso se puede hacer por el lago Frías (y retornar desde allí en catamarán) o hacia Pampa Linda (donde espera un transfer para legar a Bariloche, ubicada a 70 kilómetros).

Rápidos por el Manso

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El rafting a la frontera te sumerge en otro punto límite, esta vez unos 110 kilómetros al sur de la ciudad. En el “corazón de los Andes”, como promociona Extremo Sur, una de las agencias que realiza la travesía por la cual se llega navegando el río Manso hasta el límite con Chile, luego de transitar por los mejores rápidos a través de estrechos cañones rodeados de una exuberante vegetación.

La actividad ofrece adrenalina y es ideal para los que “buscan acción”, pero se requiere ser mayor de 14 años, tener una condición física mediana y saber nadar o por lo menos defenderse en el agua. Cabe mencionar que en cada balsa pueden ir hasta ocho pasajeros sumados al guía y junto a ellos navega un kayak de apoyo.

La travesía se inicia en la conocida Estancia de John, donde se realiza una charla previa de seguridad y, tras lanzarse al agua en un primer tramo tranquilo, donde incluso se pueden disfrutar de playas de arena blanca, el curso del Manso se torna más impetuoso y comienza la emoción de los rápidos. Al llegar al límite con Chile concluye la navegación y la foto en el hito fronterizo es una tradición de los viajeros. La actividad es de todo el día, de 9 a 19.

Navegar la cordillera

 

 

 

 

 

 

 

Tres lagos, dos parques nacionales y un paso fronterizo en común. Así es la travesía del Cruce Andino que realiza la empresa de excursiones lacustres Turisur mediante la cual, sin eufemismos, se navega por la cordillera de los Andes.

La excursión tiene un fuerte componente de contemplación de paisajes deslumbrantes y de entornos naturales únicos. Se navega el lago Nahuel Huapi hasta llegar a Puerto Blest y desde allí, previo a un trayecto corto por tierra, se debe embarcar por el lago Frías que todo el año tiene un particular tono verde. Al otro lado de este espejo de agua está la Aduana y se deben realizar las tramitaciones habituales para ingresar a Chile. Un último ascenso por un camino de ripio en minibús deja atrás al Parque Nacional Nahuel Huapi para ingresar al portal del Parque Vicente Pérez Rosales (Chile) y de inmediato al pequeño poblado de Peulla (donde es opcional realizar noche).

La última navegación, ya en territorio chileno, es a través de las aguas del lago De todos los Santos. La travesía tiene una opción de regreso por el mismo trayecto sin costo. Un plan B es regresar por tierra a través del paso Samoré.


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