Esperan que CFK descifre la derrota y haga cambios

Expectativa por lo que diga hoy enTecnópolis.

BUENOS AIRES (ABA).- La verdad más amarga, es mejor que una dulce mentira. Esa reflexión se filtró ayer de la Rosada, donde la presidenta Cristina Fernández, analizó con miembros de su círculo íntimo, qué hacer en los dos próximos meses y medio para tratar de recuperarse de la “paliza” electoral sufrida el domingo en “el tanteo” de las PASO. Las expresiones en comillas fueron utilizadas, la primera por el contrariado intendente K Mario Ishii, y la segunda por la titular de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela Carlotto.

La mayoría de los “machucados” oficialistas, aguardarán hoy el relato de Cristina en Tecnópolis. Ya, en conversaciones informales, deslizaron que el retroceso en las urnas debe ser leído correctamente y provocar inmediatas correcciones no ya para ganar en octubre, sino para empardar la ventaja que en la decisiva provincia de Buenos Aires sacó Sergio Massa.

Hay cuestiones políticas, económicas y sociales. La presidenta anticipó que el rumbo no se modificará, aunque es evidente que parte del malestar en la población obedece a la presión impositiva sobre asalariados y jubilados a través del mínimo no imponible a la cuarta categoría.

“Perón decía que la víscera más sensible es el bolsillo”, deslizó un funcionario de primera línea, expectante por la posibilidad que haya algún recambio ministerial de primera línea. Un área vapuleada es la del Palacio de Hacienda, que hipotéticamente debería controlar a la Secretaría de Comercio, conducida por el polémico e irreverente Guillermo Moreno.

“Si se designa a un nuevo ministro, éste deberá tener conocimientos, potencia y carácter resolutivo”, señaló el vocero que apuntó a una figura paradigmática, tipo Mario Blejer, postulado para presidir el Banco de Israel.

“Cada elección manda un mensaje. Es como una botella que se tira al mar. El receptor lo debe descifrar si quiere seguir adelante”, añadió.

En paralelo, Cristina empezó a mejorar su relación personal con el gobernador Daniel Scioli. Ambos fueron protagonistas de la campaña preliminar y tienen previsto multiplicarse de ahora en más para poner a trabajar “sin medias tintas” a intendentes propios del conurbano que tuvieron flojísimos performances. En la lupa están, entre otros, los jefes comunales de Moreno, Lanús y Tres de Febrero.

En vida, Néstor Kirchner se encargaba de mantener aceitado el diálogo con los barones del conurbano. Esa tarea, inexistente, debería ser encagada a otro exponente con petates en el peronismo ¿Florencio Randazzo, quizá?

Scioli no abjuró de sus pretensiones presidenciales para el 2015. Pero es consciente (se lo hizo saber su ladero Alberto Samid) que si no mejoran los porotos el 27 de octubre, la balanza se deslizará hacia Massa, quien ya empezó a pasar la aspiradora, en principio en las bases de Francisco De Narváez.

Seguramente, “el voto útil opositor” se volcará a Massa. Pese a ello, al ratificar ayer su nominación, De Narváez, mantuvo la alianza implícita con Scioli.

El gobernador no espera aún una bendición cabal de Cristina. Está dispuesto a jugarse el todo por el todo y se conforma con gestos que lo señalen como sucesor. A cambio, se comprometerá a no menoscabar la autoridad presidencial en los dos años que restan.

El tan utilizado recurso del palo y la zanahoria para castigar a premiar sería alterado en la instancia crucial que se avecina. Se especula que se podría destinar menos recursos a las obras públicas, para volcar dinero a los asalariados y facilitar el apoyo de la CGT Balcarce.

Se advirtió además que un parlamento notoriamente adverso desde diciembre, dificultaría la gobernabilidad. De allí, la necesidad de concentrar esfuerzos para levantar un poco. Principalmente en la provincia de Buenos Aires que, con el 38 por ciento del electorado, sigue siendo “la medida de todo”.

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