Esta Alemania no es “Chamuyo”

<b>Diego relativizó el poder germano y lo pagó con una paliza. Argentina se vuelve con otra gran decepción.</b>

La esperanza de terminar con 24 años de frustraciones mundialistas se redujeron a la nada después de una clase futbolística de Alemania, que vapuleó a la Argentina con un planteo claro, concreto, avasallador. Un seleccionado germano que absorbió los mejores atributos del fútbol sudamericano, que intentará cortar con su propia racha de 20 años sin títulos y que ahora irá por España.

El 4-0 final fue un golpe devastador para un seleccionado nacional que había esperanzado a propios y a extraños, y que ante la máquina teutona desnudó como nunca los desacoples defensivos y la falta trabajo colectivo.

Alemania jugó por momentos como Diego Maradona quería que jueguen los suyos, a toque y desmarque, pero los reiterados verdugos de la Albiceleste fueron un cuerpo único en ataque y defensa. Miroslav Klose, con un doblete (quedó a uno del récord de Ronaldo), y Thomas Muller y Arne Friedrich sellaron la historia.

Maradona apeló al poder de fuego de sus delanteros, a tener rápidas transiciones de mitad de cancha en adelante y que el vértigo transforme en indescifrable el partido para los germanos. Pero los papeles se quemaron rápido, porque Alemania encontró la apertura del marcador cuando apenas iban 2 minutos de inicio. Un mazazo que Argentina jamás había sentido en esta Copa, donde siempre arrancó arriba en el marcador.

Nicolás Otamendi, la apuesta más importante de Maradona en el equipo titular, vivió en carne propia lo que le tocó sufrir a su compañero Martín Demichelis en los cotejos anteriores y al propio Felipe Melo en la eliminación de Brasil.

El lateral desnudó dudas de todo tipo, fue el que hizo la falta a Podolski que terminó en el primer tanto y también quien perdió la marca de Müller en ese tempranero golpe. El pibe de Vélez cayó en un pozo y recién se recuperó cuando el seleccionado nacional manejaba un poco más el balón y ya no era un actor de reparto. Sería el primer indicio de los grandes desajustes defensivos que saldrían a la superficie con el correr de los dolorosos 90’.

Joachim Löw consiguió que su plan salga casi a la perfección en los 45 iniciales. Casi siempre ganó los duelos personales por las bandas, distribuyó la pelota con criterio, neutralizó las mejores individualidades criollas, le restó poder a Messi, que buscó protagonismo muy retrasado y consiguió que Bastian Schweinsteiger sea el que mueva los hilos del cotejo. La idea del DT germano se materializó porque los carrileros Müller y Lukas Podolski colaboraron siempre con los volantes centrales, algo que a los argentinos les costó hacer.

Los primeros 20 fueron una pesadilla. Los alemanes rotaban y se multiplicaban en todos los sectores, se adueñaban del medio y profundizaban con rapidez.

Los argentinos no marcaban en bloque y perdían en los duelos individuales. Alemania le hizo precio en ese lapso y la albiceleste comenzó a crecer cuando Messi y Tevez comenzaron a zafar de la marca. La Pulga se retrasó y metió un par de pelotas interesante, la primera para El Apache a los 22, pero el de Manchester City llegó tarde. Pero las dos más claras las tuvo Alemania y en ambas participó Müller: la primera a los 23, cuando tomó un rebote, penetró la defensa y cedió para Klose, que la tiró a las nubes; la segunda a los 43, después de un desborde de Lahm que no acabó en otro grito del ‘13’ gracias a una salvada providencial de Nico Burdisso.

Argentina consiguió llevar un poco de peligro cuando Maradona cambió los carrileros de lado y Maxi y Di María comenzaron a jugar a perfil cambiado. Pero las chances que tuvieron Tevez e Higuaín acabaron en tibios disparos.

El inicio del complemento fue como un soplo de aire fresco que llamó a la ilusión, porque Maradona flexibilizó el sistema y dispuso que Demichelis escale por momentos para darle una mano en la marca a Mascherano. Parecía que Argentina superaba a Alemania, pero en realidad los germanos esperaban agazapados para dar el fulminante zarpazo. Los europeos dejaron en claro que muchas veces la juventud puede coincidir con la sapiencia.

Los 15 iniciales del complemento mostraron a la Albiceleste dispuesta a dar vuelta la historia, y lo pudo hacer con un disparo de Di María, otro centro del flojo volante del Real Madrid que bajó de pecho Maxi y terminó con un bombazo de Tevez al rostro de un defensor y con una apilada de Messi que otra vez acabó en un tirito de Higuaín. Fue sólo un espejismo, y este clásico mundialista echó blanco sobre negro: los sistemas son importantes, el fútbol es un deporte colectivo y lo individual sólo tiene que servir para potenciar lo grupal. Alemania, ordenada y en bloque para marcar, rápido y letal para atacar, le dio una lección a la Argentina. Porque dejarle manejar la pelota fue sólo una estrategia para destrozarlo de contragolpe.

Los germanos se agruparon de manera perfecta, se clonaron en el marcaje y, a uno y dos toques, de manera simple y efectiva, golpearon magistralmente a un equipo que de ser sensación acabó de rodillas, siendo y sintiéndose inferior. Si lo del inicio del ST fue esperanzador, los últimos 20 minutos provocaron un fuerte estupor para los criollos. En el mejor momento de Argentina, Alemania encontró el segundo tanto con una jugada por derecha que acabó en toque a la red de Klose.

A esa altura el partido se había tornado incesante, vertiginoso y casi dramático. El 2-0 fue un golpe psicológico de nocaut para los de Maradona, que atados y sin respuestas anímicas, se quedaron impotentes y fueron espectadores de lujo del toque, la rotación y los dos goles que quedaban para redondear una tarde nefasta.

¿Fue superior Alemania? Muy superior, por sistema y funcionamiento, por idea de juego, claridad conceptual, simpleza, profundidad y convencimiento. ¿Fue abultada la diferencia? Por lo visto en la cancha, sí, pero es algo que no cambia demasiado la situación. Argentina se encontró con un verdadero equipo, uno que está para cosas grandes, y que se llevó una dolorosa derrota que fue más que merecida. Que costará olvidar y que deberá capitalizar. Ahora habrá que mezclar y dar de nuevo.

AP

Otro mazazo para los jugadores albicelestes, que se vieron superados en todos los sectores del campo y que quedaron nocaut ante la máquina germana.

AP

Explosión teutona y amargura maradoniana. La historia se definía.


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