Etarras reciben más de 1.000 años de cárcel por un atentado
La caída de otro jefe militar revela la decadencia del grupo.
Los etarras Igor Portu, Mattin Sarasola y Mikel San Sebastián.
MADRID (AP/AFP) _ Las duras condenas contra tres de sus integrantes y la caída del jefe militar en Francia el jueves marcan un negro panorama para el grupo separatista vasco ETA. La justicia española condenó ayer a tres activistas de ETA a más de 1.000 años de cárcel a cada uno de ellos por el atentado contra el aeropuerto de Madrid en el que murieron dos ciudadanos ecuatorianos. La explosión de una potente bomba el 30 de diciembre del 2006, reivindicada por ETA poco después, rompió casi 10 meses de alto al fuego declarado unilateralmente por la banda etarra. El atentado también hizo saltar por los aires el proceso de negociaciones entre el grupo etarra y el gobierno socialista español, que buscaba un final dialogado a la lucha armada. La justicia española sentenció a los etarras Mattin Sarasola, Igor Portu y Mikel San Sebastián a un total de 1.040 años de prisión para cada uno por dos delitos de asesinato terrorista consumado y 48 de intento de asesinato, en relación con el número de personas que resultaron heridas a causa de la explosión. En la práctica, ninguno cumplirá más de 40 años en la cárcel, según la legislación española. La potente deflagración destruyó un estacionamiento de cinco plantas de la Terminal 4 y mató a los ecuatorianos Carlos Alonso Palate, de 35 años, y Diego Armando Estacio, de 19. Los dos se encontraban durmiendo en sus respectivos vehículos y quedaron atrapados entre los escombros. Ambos eran inmigrantes residentes en España y habían acudido a Barajas para recoger a unos familiares. La sentencia condena a los etarras a indemnizar a las familias de las dos víctimas con 1 millón de euros ETA ha asesinado a más de 825 personas desde finales de 1960, en su campaña por un País Vasco independiente de España. Organización sin rumbo En tanto, la detención del quinto presunto jefe militar de ETA en dos años, ilustra la decadencia del grupo, que se traduce en una capacidad operativa muy reducida y una pérdida de influencia sobre su base política. Detenido en Bayona, en el País Vasco francés, Mikel Karrera Sarobe, alias “Ata”, solo pudo mantenerse dos meses al frente del grupo armado, cuya huida hacia adelante es cada vez más protestada en el mismo seno de la izquierda independentista vasca. En dos años, siete altos dirigentes del grupo armado -cinco jefes militares y dos dirigentes políticos- cayeron en manos de la policía en una sucesión desenfrenada, algo jamás visto en la historia de esta organización La incapacidad de ETA de renovar de manera duradera su dirección está cargada de consecuencias, tanto en el plan operativo como el político, según los especialistas. Por lo pronto ha perdido gran capacidad de movimiento: ETA no cometió ningún atentado en España desde agosto de 2009.
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