Euforia de los militantes tras una tensa jornada
«Ha merecido la pena». Con esa frase, un exultante José Luis Rodríguez Zapatero resumió su alegría ante cientos de simpatizantes que anoche se agolparon delante del cuartel general del Partido Socialista (PSOE) para celebrar. La céntrica calle Ferraz de Madrid era un hervidero de militantes y simpatizantes agolpados, ondeando banderas socialistas y gritando hasta el deliró cuando Zapatero, poco antes de las 23, compareció ante ellos sobre una plataforma, acompañado de su esposa, Sonsoles Espinosa, y de destacados dirigentes del partido.
La emoción y la alegría desbordaban la calle, cortada y colapsada por la gente. Sólo se contuvieron cuando Zapatero aseguró serio: «Isaías debería estar hoy viviendo este momento junto a su familia».
«Gobernaré profundizando en las cosas que hemos hecho bien y corrigiendo los errores». Gobernará, dijo Zapatero, «con mano firme y con la mano tendida», sobre «los valores de la convivencia». Cerca de allí, muy cerca, colgaban los carteles electorales. «Somos más». Los primeros datos oficiales hicieron saltar la euforia a las puertas de Ferraz: las banderas rojas con las siglas en blanco ondearon frenéticamente y los gritos de alegría se escucharon en varias manzanas. «¡Ista, ista, ista, España es socialista!», recordaban los más nostálgicos el grito que se hizo fuerte en España con la primera victoria de Felipe González en 1982. La tarde de espera se había convertido ya en noche fresca en la capital española. Pero simpatizantes y militantes socialistas parecían no darse cuenta. En el interior, la celebración era de dirigentes y artistas: Ana Belén y Víctor Manuel, pasaban allí la velada electoral. Cuando apareció Zapatero, ya en noche cerrada, parecía que el delirio no iba a para nunca.
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