Euforia rebelde en el símbolo del poder

Carsten Hoffman DPA

Euforia en la fortaleza de Muammar al Gaddafi: tras más de seis meses de intensos combates y numerosos reveses, los rebeldes tomaron el corazón simbólico del régimen del líder libio, su residencia y fortaleza Bab al Aziziyah en Trípoli. La televisión mostró a rebeldes que danzaban en torno a una escultura con un puño gigante que oprime un avión de guerra estadounidense. Aquí, en este monumento en recuerdo de los ataques aéreos de Estados Unidos contra Libia en 1986, Gaddafi arengó a sus seguidores al inicio de los combates contra su régimen. Ahora ascienden columnas de humo negro desde el complejo de Bab al Aziziyah, que los rebeldes tomaron tras dos días de combates. La fachada de la residencia de Gaddafi presenta numerosos impactos de disparos de armas de fuego. Los insurgentes desfilaron victoriosos por el complejo. Rompieron afiches y pisotearon una máscara dorada del dictador. Cada vez más rebeldes confluyeron tras la conquista entre los edificios del complejo, donde se habían atrincherado los soldados de Gaddafi. Luego varios regresaron fuertemente armados, ya que abrieron y saquearon las cámaras de armas del complejo. Con sus ametralladoras montadas en vehículos todoterreno, tomaron posesión del complejo, investigaron las casas y también posaron en la otrora central del poder. Se izó la bandera de la revolución. Luego de que fracasara un primer intento el lunes, los rebeldes volvieron a la carga ayer, con el respaldo de ataques aéreos de la OTAN. Se produjeron intensos combates y se oyeron fuertes explosiones. En el asalto al complejo murieron 12 rebeldes, informaron los insurgentes. En total, en el combate por Trípoli murieron unas 2.000 personas, señalaron, si bien los datos no pueden corroborarse con cifras independientes. Luego de que sus tropas pudieran mantener a raya a los rebeldes durante largo tiempo, en las últimas semanas era cada vez más chico el territorio bajo control de Gaddafi. Ahora crece el temor a los episodios de venganza de los seguidores del régimen entre la conducción rebelde, que busca impedir a toda costa un hundimiento en el caos, la violencia y los saqueos, porque eso arrojaría una oscura sombra sobre un nuevo inicio para Libia, que se entiende como una chance histórica. El presidente del Consejo Nacional de Transición y líder político de los rebeldes, Mustafa Abdul Yalil, llamó a evitar represalias. Todos los seguidores de Gaddafi deberán rendir cuentas ante los tribunales, apenas la situación sea estable, consideró. “Y yo seré el primero. Por mi error deberé responsabilizarme, porque trabajé cuatro años para Gaddafi. Pero llamo a todos los libios a no tomar la justicia en sus propias manos”, dijo Yalil, quien desde 2007 fue ministro de Justicia, y luego se pasó a las filas rebeldes.

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