Exlavacoches ahora venden choripanes
La actividad se está extendiendo por el oeste
Luis García
NEUQUÉN (AN).- Desde el 3 de abril pasado en que el municipio comenzó a multar a quienes lavaban autos o facilitaban esta actividad en la vía pública, muchos se preguntaban qué suerte habían corrido los exlavacoches, que al no registrarse en los padrones municipales, quedaron fuera de las capacitaciones y de la posibilidad de encontrar un trabajo formal. Una respuesta es que al menos una docena de ellos reemplazaron el balde y la esponja por el horno chulengo para la venta de choripanes. El área de Comercio del municipio tiene contabilizados doce puestos de choripanes en el oeste de la ciudad, y según confirmaron “muchos de ellos son exlavacoches”. Otra respuesta es que unos pocos continúan desarrollando el anterior oficio pero en terrenos fuera de la competencia municipal, como es el estacionamiento de la Universidad Nacional del Comahue. La ordenanza 9778 regula al instalación de puestos de venta “de sándwich o emparedados a base de chorizos y /o papas fritas y bebidas sin alcohol”. Cada puesto debe reunir una serie de requisitos, además de contar con licencia comercial como por ejemplo, el puesto debe tener dimensiones no menores a tres por dos metros, contar con depósito de agua potable de 50 litros como mínimo, poseer una heladera eléctrica o freezer para mantener la cadena de frío de los chorizos, entre otras cuestiones. Los puestos de choripanes que funcionan con hornos chulengos no respetan estas normas, pero el municipio se encontró en ese punto con la dificultad de sancionarlos. “Hemos detectado alrededor de doce y muchos de ellos son ex lavacoches. Es todo un problema porque están realizando una actividad no permitida, pero ya los sacamos del centro y ahora no sabemos como sacarlos de nuevo de los barrios”, confesó una fuente del área municipal de comercio. La venta de choripanes se está extendiendo por el oeste y si bien no es tan redituable como el lavado de vehículos en el centro, aseguran que les permite vivir. Cada choripán cuesta diez pesos. Manuel (cuyo verdadero nombre prefiere mantener en reserva), tiene 30 años y durante dos años fue lavacoche en una de las calles del microcentro. Hoy vende choripanes. “Algo teníamos que hacer para sobrevivir. Cuando nos sacaron del centro nos sacaron todo, acá por lo menos ganamos unos mangos para dar de comer a la familia”, contó el exlavacoches.
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