Expectativa por un gobierno «colegiado» y la magnitud de las reformas

La atención se centra en la primera reunión del Parlamento, que elegirá al sucesor de Fidel Castro. La mayoría espera que sea Raúl, impulsor de varios cambios económicos y sociales, sin dejar el régimen.

LA HABANA (AFP/AP).- Cuba entró ayer en una lenta etapa de transición sin Fidel Castro al mando, armando un gobierno «colegiado» y urgida de cambios económicos prometidos por Raúl Castro, el más probable sucesor del histórico líder comunista, que será electo el domingo.

La isla amaneció en total calma y digiere poco a poco el impactante mensaje escrito en el que Castro anunció el martes su renuncia a la Presidencia y al cargo de «comandante en jefe», luego de 49 años en el poder y 19 meses de convalecer de una severa enfermedad.

Su decisión surge en un momento crucial en que los cubanos viven un intenso debate de sus problemas, y la dirigencia comunista busca renovarse, corregir errores políticos y económicos, acabar con la atrofia burocrática y aumentar la eficiencia productiva. Ahora todo apunta al domingo, cuando el Parlamento ratifique casi de seguro a Raúl como presidente de Cuba, una función que desempeña de forma interina desde el 31 de julio de 2006, cuatro días después de que su hermano se sometiera a la primera de varias cirugías.

El nuevo mandatario deberá encabezar la transición generacional, sacar a la economía de la postración, hacer ajustes políticos y buscar la unidad y el consenso, para garantizar la continuidad de la revolución.

En su mensaje de renuncia a la presidencia, el propio Fidel Castro advirtió que en el Parlamento «se deben adoptar acuerdos importantes para el destino de nuestra Revolución».

«Debemos comprometernos con él en que seremos capaces todos unidos, ahora y siempre, de mantener en alto la dignidad de esta patria», dijo ayer el jefe del Parlamento, Ricardo Alarcón.

«¿Y ahora qué?», se pregunta Annia, estudiante de idiomas de 30 años. Y sin pensarlo dos veces, responde para sí: «Ojalá lo que venga sea para enderezar la situación». Algunos cubanos esperan un gobierno parecido al de Vietnam o China, que también tienen líderes comunistas que controlan toda la vida política, pero permiten que sus economías se rijan en gran medida por las leyes del mercado.

«China es un país comunista, pero la gente tiene libertad para ganar mucho dinero y comprar coches, teléfonos celulares», dijo Alberto, que enrolla puros en una fábrica del gobierno por 15 dólares al mes. «¿Por qué no puede ser así el comunismo cubano?».

En debates convocados por Raúl, los cubanos criticaron la brecha entre salarios en pesos cubanos (15 dólares al mes) y los altos precios en divisas, las restricciones a viajar y hospedarse en hoteles, y al comercio de autos y viviendas.

En torno a las medidas que tomará, aún en el misterio, Raúl Castro dijo en diciembre que «hay que forjar consensos para determinar lo más racional y conveniente» de la medidas a ejecutar. Las reformas económicas que procesan los expertos de las Fuerzas Armadas -comandadas por Raúl- y las autoridades civiles, aún deben ser sancionadas por el Parlamento, pero la dirección ya está precisada. «En la nueva era que vivimos, el capitalismo no sirve ni como instrumento», dijo Fidel en una «reflexión» en enero, en línea con lo dicho por Raúl en diciembre: los cambios son para «perfeccionar nuestro socialismo».

El tema más urgente es el de la agricultura y la producción de alimentos, pues además de alza de los precios internacionales, Raúl advirtió la urgencia de que los avances «se reflejen lo más posible en la economía doméstica, donde están presentes carencias cotidianas».

Raúl llamó a poner «la tierra y los recursos» en manos de quienes producen con eficiencia, lo que colocó sobre el tapete el tema de la propiedad, mayoritariamente estatal, y las implicaciones políticas que significa el traspaso a privados. La gente espera con ansiedad las nuevas disposiciones, y corren rumores sobre aquellas que eliminen lo que Raúl llamó «exceso de prohibiciones y medidas legales».

La sustitución del fuerte liderazgo personalista del Fidel y el

tránsito generacional en curso es un problema complejo reflejado por los llamados a la «unidad» en torno al Partido Comunista (PCC), «sucesor» de Castro. En Cuba se «mantendrá la unidad y el consenso en torno al Partido como forja indestructible de la nación cubana», subrayó el diario oficial Granma

Para el sociólogo Luis Suárez, el equipo del poder tendrá que manejarse desde ahora en la creciente contradicción entre los que quieren reformar «el socialismo cubano» y los que se resisten. En ese escenario, Raúl Castro entra con apoyos fundamentales: Fidel desde su posición de francotirador en la prensa (y máxima autoridad del PCC), las Fuerzas Armadas, con fusiles, laboratorios económicos y estructura de negocios.

La cautela es mayor en política y derechos humanos. «No espero ningún impacto positivo de la situación» en cuanto a libertades, dijo el disidente Elizardo Sánchez, al reclamar la liberación de todos los presos políticos, unos 240 (ver aparte).


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