«Factum», un espectáculo para acompañar

La obra, realizada por el elenco del Teatro del Histrión, se presentará una vez más hoy y mañana a las 21:30 y el domingo a las 20:30, en la nueva sala el Ambito Histrión.

NEUQUEN (AN).- Neuquén, es una ciudad cuyo crecimiento demográfico laboral y edilicio, sigue siendo notable. Es fin de semana, y las calles céntricas muestran la euforia bullanguera de un mercado persa. Espectáculos callejeros, artesanos, músicos y el consumo de la fanfarria alimentaria. Es una fiesta con cientos de participantes que repletan ómnibus, atascan vehículos que llegan desde los sectores más alejados de la capital. Pero es una ciudad con una desproporción notable en la oferta de teatro, en relación a la multitudinaria población que acude a los talleres, cursos y seminarios teatrales. Los espacios teatrales hay que inventarlos con soluciones insólitas, intrépidas, incómodas.

En un simpático y funcional espacio inaugurado a escasas dos cuadras de la avenida, sorprende el teatro del Histrión con su nueva producción «Factum». El grupo llega a este estreno cargando en su haber la construcción y adaptación de la nueva sala, tarea que demandó más de siete meses de esfuerzo.

Antes de entrar de lleno al espectáculo vale hacer algunas consideraciones sobre aspectos de lo conceptual de esta obra, estrenada el pasado viernes 19 de abril. En este trabajo aparece un profuso indicativo sobre las corporaciones y el poder. Las corporaciones, no son habitáculos abstractos, sino organismos cuyo latido actual es continuidad de una presencia milenaria.

En sus formas actuales se han incrementado sus soportes tecnológicos y afianzado su instrumental colateral, agudizando su poder y diversificando sus alcances. Si recurriéramos a la historia local, los malones no fueron otra cosa que manifestación de corporaciones cuya estructura se sostenía y alimentaba en una combinación de integrantes: colonos españoles, comerciantes criollos, aventureros internacionales y por supuesto, diversas etnias regionales. Pero ocurrió que la corporación de los rastacueros porteños y bonaerenses, junto a respaldos internacionales, tuvieron mejor tecnología y sostenimiento político, lo que les permitió arrasar a la corporación local.

Hilaciones arbitrarias aparte, la funcionalidad de estos entreveros habilita hoy en día, cauces que oportunamente fueron expresados por otros imperios de larga data, el greco-romano, el persa, Genghis Khan, los sumerios y por supuesto múltiples fragmentaciones bárbaras, entre otros.

No obstante, lo que en verdad socava los mejores propósitos ha sido y es el hombre y la forma en que insiste en deshacerse de su esencia vital y reconfortante para auto convertirse en miasma fútil y destructiva. Las respectivas dirigencias de las diversas civilizaciones y culturas han venido perdiendo nivel hasta convertirse en la actualidad, en fantoches sobrealimentados de mediocridad y mesianismo barato, pero de alto costo en lo patrimonial y en lo ético. Mientras expresa y subrepticia la seductora vanalidad, nos invade y absorbe exigiendo un permanente acto de resistencia.

Hechas estas consideraciones, viene a la obra, parte fundamental de esta epopeya cultural de este laboratorio de investigación teatral de un grupo de jóvenes actores y actrices, técnicos, asesores, coordinados y orientados por el maestro Víctor Mayol. Hace más de tres años que asistimos al desarrollo de este esfuerzo innegable crecimiento.

En este período ha sido promotor y disparador de la maduración de cada uno de los miembros y de lo colectivo. Hoy encara esta producción pasible de ser encuadrada como tragedia expresionista y que plantea una descripción de poderes, roles y destinos en una excitante efervescencia decadente del capitalismo. La obra está construida a la manera de las elegías y sus lenguajes son una mixtura en sordina gutural y voces poéticas enlazadas.

Su ritmo es bellamente moroso en crescendo pero algunas escenas, podrían beneficiarse sometidas a una cierta síntesis. La tendencia a mantener muy arriba las voces es una característica de la puesta, pero se podrían modelar algunos silencios y dar lugar al respiro.

En cuanto a la actuación, se destaca el crecimiento del grupo. El desempeño verbal de los esbirros (los oscuros) con una dicción estupenda. Destacable el trabajo

corporal de los esclavos (las criaturas) y su fascinante y expresiva desnudez en expresión descarnada de su vulnerabilidad. Es notable el trabajo de Omo, el protagonista, con economía de recursos admirable y una contenida expresividad. Párrafo aparte merece la tarea del maestro Mayol, confirmando las calidades de su personalidad, tanto en lo artístico como en lo humano, ejerciendo y transmitiendo la antorcha de la esperanza. En definitiva, un espectáculo para acompañar.

 

OSCAR CASTELO


Formá parte de nuestra comunidad de lectores

Más de un siglo comprometidos con nuestra comunidad. Elegí la mejor información, análisis y entretenimiento, desde la Patagonia para todo el país.

Quiero mi suscripción

Comentarios