Familiares de Einstein se encontraron en San Martín

Sus abuelos eran primos del físico y se separaron en pleno régimen nazi. Se conocieron por internet, a raíz de una nota publicada en "Río Negro".

SAN MARTIN DE LOS ANDES (ASM).- Botas y cristales rotos. Rumores de muerte en campos sin rostro. Corrían los tiempos del fervor nazi, en una Alemania que se recuperaba de la ruina económica. También eran los años del ensañamiento con los judíos, presagios del Holocausto. Dos hermanos, Germán y Max Obernauer, dejan Alemania. Uno en el '38, Max, y otro en el '39.

Eran judíos, como Albert Einstein, su primo. Casi 70 años después, las trazas genéticas de todos ellos, separadas por toda una América de por medio, se encuentran en San Martín de los Andes. A un lado de la mesita del encantador jardín de Le Chatelet, Eduardo Obernauer, un médico neuquino, habla castellano con unos en la reunión familiar, y alemán con Holly Obernauer, una norteamericana de Nueva York, docente de inglés.

Holly, explica a su esposo, Donald Bernstein, en inglés, lo que Eduardo pregunta en alemán, su lengua por vía paterna. Y Donald, otro médico en la ciudad que nunca duerme, intenta explicar los derroteros de la familia de su esposa, en un castellano que practica tanto como puede, desde que dejó México hace demasiados años.

En fin… es como si un pedazo de Babel se hubiese instalado en la tranquila San Martín de los Andes. Pero lejos del desentendimiento bíblico de aquella torre inacabada, esta es una historia de tenacidad, una historia que, desde la modernidad del ciberespacio, recupera más de 200 años de sangre familiar, entre la que está nada menos que la del autor de la teoría de la relatividad.

Siglo XVIII en la pequeña y primitiva Oberna, al sur de Alemania, que luego desaparecería del mapa para convertirse en Laupheim. Pero en Oberna, los Obernauer y los Einstein eran gentes que se saludaban a diario.

En 1797, Rebeca Obernauer se casó con Robert Einstein, unión de la que nacieron ocho hijos. Uno de ellos, Germán Einstein, se casó con Paulina Koch, que el 14 de marzo de 1879 daría a luz al que luego sería conocido como el padre de la física moderna. La línea de los Obernauer y los Einstein siguió su camino.

Otro Germán en aquella continuidad, y Maxwell Obernauer, eran dos judíos como su primo Albert, en un país dominado por el terror, y en donde la física era llamada, precisamente por los nazis, «la ciencia judía», con tono de ocultismo criminal y premonitorio. Qué curiosa ironía, Albert migró a Estados Unidos, país cuya participación fue decisiva para derrotar a los alemanes en la gran guerra.

Más tarde, buena parte de los Obernauer y los Einstein que permanecieron en su país, fueron conducidos a los campos de concentración de Riga, convirtiéndose en algunos de los seis millones de judíos exterminados.

Pero German Obernauer y Max Obernauer, como lo haría el primo Albert, lograron abandonar Alemania. En el '38, Max recaló en la valletana y muy verde Choele Choel, donde se convertiría en destacado productor. Eduardo Obernauer, hoy médico residente en la ciudad de Neuquén, lleva su sangre.

El destino inicial de Max era Estados Unidos, pero no tenía visa, lo que lo llevó a las tierras serpenteadas por el río Negro. En el '39, German sobrevivía en el campo de concentración de Dachau, primero de la larga lista de sucursales del terror nazi, desperdigadas entre Alemania y Polonia. Pero German tenía visa para Estados Unidos, y logró salir de Europa y tocar el puerto de Nueva York. Entre sus descendientes está hoy Holly Obernauer, su nieta. Entonces, internet comienza a jugar su papel en esta historia.

 

Cómo fue la reunión tan esperada

 

En agosto del 2005, a propósito del centenario de la Teoría de la Relatividad, Eduardo Obernauer publica una nota en colaboración con Jorge Guala Valverde, aparecida el 11 de ese mes en «Río Negro». En ella, ambos apasionados por la «verdad objetiva» de la ciencia y los vaivenes de la historia recrean los efectos de la teoría de Einstein y cuelan en aquellas líneas aspectos de la impronta familiar del genio, del que Eduardo Obernauer era pariente por línea materna.

En la otra punta del continente y por los mismos días, Holly Obernauer buscaba información sobre eventuales parientes desperdigados por el mundo. Sabía que había Obernauer en la Argentina, porque conocía las historias de German y Max (en cambio, Eduardo ignoraba la existencia de su tío abuelo).

Y entonces, Holly tipeó Obernauer y Argentina en el buscador Google… apareció «La Impronta de Einstein en la Comarca», por Eduardo Obernauer y Jorge Guala Valverde, diario «Río Negro», 11 de agosto de 2005… El lector podrá imaginarse el resto. Concretar la reunión llevó dos años.

«Nos sentimos muy bien… nos hace muy bien, es increíble que dos ramas de los Obernauer nos encontremos aquí, empezando a conocernos…», dijeron a un tiempo Holly y Eduardo, rodeados de sus respectivas familias en los jardines de Le Chatelet. ¿Y por qué en San Martín de los Andes?

Bueno… Donald Bernstein y Holly Obernauer planificaron sus vacaciones en la Argentina, y San Martín de los Andes era un buen lugar de reunión para veranear y al mismo tiempo encontrarse con la familia de Eduardo.

«Pensaba que era el último de los Obernauer, que el resto había muerto en los campos de concentración, pero ahora sé que hay familiares en Estados Unidos, en Canadá (parientes de Holly)… es una gran alegría, que al mismo tiempo nos da otra perspectiva de la vida y de nuestra historia», dice el Obernauer argentino. Y entre paseos… Holly y Eduardo tendrán mucho que contarse.


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