Fantasmas

Redacción

Por Redacción

La secretaría de Hacienda municipal mantiene ese nombre desde hace largo tiempo. Alguna vez ha mudado temporalmente a “Economía”. También Obras Públicas, Cultura y Deportes conservan su denominación. Y Turismo siempre fue Turismo. Pero hay un área del municipio que no para de cambiar sellos y membretes: primero fue Acción Social, después Promoción Social, o Desarrollo Social, o bien Desarrollo Humano, como ocurre ahora. A nivel provincial la variedad fue todavía mayor, al punto de que el anterior gobierno radical decidió rebautizar esa cartera como “ministerio de Familia”. Hace casi cuatro décadas también era común designarla como ministerio o secretaría de Bienestar Social. Un nombre que quedó asociado al siniestro recuerdo de José López Rega y desde entonces cayó en desuso. Antes que un ajuste y evolución continua de las políticas, tantas mutaciones parecen revelar más bien la recurrencia de la improvisación y del fracaso. El dato viene a cuento porque de allí han surgido las paliativos que anunció el municipio hace pocos días, cuando una vez más se multiplicaron en la ciudad los rumores de saqueo, que derivaron luego en un intento de ingresar al supermercado Diarco (repelido por la policía) y en los hechos de vandalismo (no repelidos) que ocurrieron el Día del Hincha de Boca. La intendente María Martini decidió implementar tickets navideños por un monto de 400 mil pesos, que no serán de entrega libre sino que llegarán a modo de “complemento” a quienes ya reciben otros programas sociales. Algo que demuestra por un lado que el ancho abanico de beneficiarios de planes es ya difícilmente ampliable, y por otro que ese esquema de contención está lejos de garantizar los derechos básicos. En otro proyecto de parecido perfil, el municipio trabaja en un plan de “microcréditos” para fomentar la agricultura familiar, a razón de 3.000 pesos por solicitante. Martini consideró imperioso asegurar “la paz social”. El mismo valor que consideró amenazado en septiembre último cuando la Justicia liberó a los cinco imputados por los saqueos de hace un año. Cierto es que en el mapa de descontento y crispación la “macroeconomía” tiene mucho que ver. Y las soluciones exceden al municipio. Pero si el malestar que genera la distribución desigual del ingreso es enfrentado sólo desde Desarrollo Humano o desde la secretaría municipal de Seguridad (una cartera hasta hace poco inexistente), hay algo que no anda bien. Tal vez sería mejor que los paliativos surjan desde la sección encargada de los asuntos económicos y que apunten directo al mercado laboral, con un programa educativo acorde, para generar conciencia y “cultura” del trabajo. Los funcionarios del Centro Cívico se encargaron de advertir que la situación social de Bariloche “es muy distinta que la de hace un año”, cuando la inversión social era bastante menor y el municipio adeudaba varios meses de pensiones y despensas comunitarias. Pero ese apunte no alcanza a ocultar el notorio déficit en la generación de empleo de calidad: puestos de trabajo en blanco y con derechos plenos. La realidad marca que aun en tiempos de crecimiento económico, los avances en ese rubro han sido escuálidos. Hace dos décadas los sindicatos más grandes de la ciudad, como Gastronómicos o Comercio, reconocían (números más o menos) unos 5.000 trabajadores representados cada uno. Corrido ese tiempo, con casi un 70% más de población, la cifra es igual o menor. En cambio, han proliferando las formas precarias, el cuentapropismo, el monotributo, la “media jornada” y las “cooperativas de trabajo”, creadas para eludir la relación laboral “de dependencia”, con todas sus obligaciones. El propio estado municipal incursiona desde hace tiempo en ese terreno con los empleados del estacionamiento medido. Dar con una fórmula rápida y eficaz para distribuir asistencia alimentaria pasó a ser el objetivo central. Mientras todo indica que el plan Argentina Trabaja y la Asignación Universal por Hijo llegaron para quedarse. Frente a esa realidad, el fantasma de los saqueos genera entendible temor, pero obliga también a reflexionar sobre cuál es la mejor forma de canalizar la puja distributiva cuando el trabajo digno y la movilidad social ascendente son fenómenos en retroceso. En definitiva, cómo romper con la arraigada idea de que la desigualdad es condición intrínseca de la sociedad moderna. O en otros términos, cómo abordar la paz social invocada por Martini en el más ancho de sus significados.

La semana en bariloche

daniel marzal dmarzal@rionegro.com.ar


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