“Fastuosa honestidad radical”
Los radicales del pasado ostentaban el honroso título de ser “la reserva moral y ética del país” y “los custodios de la democracia” y a Raúl Alfonsín lo denominan, con sólidos argumentos, “el padre de la democracia moderna del país”. Sus funcionarios no fueron denunciados por corrupción. Pero los títulos hay que revalidarlos, se debe hacer honor al pasado, rendirles culto a la mística, a las costumbres y, si se quiere, al folclore. Todos los días sale el sol y aparece la luna, un fenómeno que se repite y se renueva; los radicales recibieron una herencia que puede ser pesada o muy honrosa y deben ser custodios de las conductas de sus predecesores, atesorarlas como un preciado bien que los debería enaltecer. Los radicales de los nuevos tiempos hicieron caso omiso al mandato del pasado y decidieron trazar sus propias reglas, que están llevando al centenario partido a la ruina política. En Catamarca gobernaron por 20 años y pretendieron prolongar el poder de un hombre que debía ceder su lugar atendiendo a las reglas democráticas de alternancia y renovación. En las urnas la gente, el pueblo, le dijo “no” a la extensión de un tercer mandato del actual gobernador. Los radicales pretendieron imponer lo que habían defenestrado en el pasado, lo que está costando muchas vidas en otros lugares del mundo. La gente ya no quiere “las estatuas del poder”. En Río Negro los radicales se instalaron en el gobierno hace más de 20 años. Los que visitamos General Roca escuchamos los informes sobre el incremento patrimonial de los funcionarios y el bochorno de los sobresueldos. Nos preguntamos dónde quedó aquella honestidad radical, ahora convertida en una “fastuosa honestidad” que degrada los postulados que hicieron grande al partido quizá no por sus realizaciones pero sí por sus convicciones. Un solo ejemplo: Arturo Illia, ex presidente de la nación por la UCR, vendió su casa en Córdoba para llevar a su esposa a operar en Estados Unidos; no se había quedado con ningún vuelto, con ninguna coima, con ninguna prebenda, su escaso patrimonio no se incrementó por ser presidente de la nación Argentina. En Corrientes hace más de una década que gobiernan los radicales. Comenzaron con una intervención federal –decretada por el entonces presidente Fernando de la Rúa e instrumentada por Federico Storani, ministro del Interior, a pedido del entonces legislador nacional Ricardo Colombi– que costó dos vidas humanas de trabajadores que protestaban por la falta de pago de sus haberes. El interventor Ramón Mestre, ahora fallecido, instauró el Cecacor, un certificado de pago, una moneda espuria que a la postre significó un gran negocio para el “clan cordobés” que gobernó la provincia por dos años de intervención y vació las arcas provinciales. El actual diputado nacional Oscar Aguad está procesado por la falta de 20 millones de pesos cuando era interventor de la comuna de Corrientes, capital de la provincia. Luego de las elecciones asumió Ricardo Colombi, quien no pudo ser reelecto porque se lo impedía la Constitución provincial. Dejó como su representante a Arturo Colombi, su primo, y ahora, luego de elecciones, nuevamente Ricardo Colombi (se prestaron el poder). En estos diez años la provincia se degradó moral y económicamente, está en el último lugar entre las provincias argentinas, a punto tal que su crecimiento es el menor del país. Si en estos momentos el país dejara de crecer, Corrientes tardaría 50 años en igualar el crecimiento nacional. Sin embargo, los gobernantes, que eran pobres, ahora son muy ricos. Arturo Colombi está procesado por la Justicia provincial y Ricardo, actual gobernador, por la federal. La fastuosa honestidad radical ha cambiado los postulados del partido, otrora reserva moral del país: ahora la reserva es monetaria y para algunos de sus dirigentes. Los sobresueldos en Río Negro y el crecimiento patrimonial de sus gobernantes no es exclusivo del Alto Valle. Francisco Frezzini, DNI 5.705.499 Mercedes (Corrientes)
Francisco Frezzini, DNI 5.705.499 Mercedes (Corrientes)
Los radicales del pasado ostentaban el honroso título de ser “la reserva moral y ética del país” y “los custodios de la democracia” y a Raúl Alfonsín lo denominan, con sólidos argumentos, “el padre de la democracia moderna del país”. Sus funcionarios no fueron denunciados por corrupción. Pero los títulos hay que revalidarlos, se debe hacer honor al pasado, rendirles culto a la mística, a las costumbres y, si se quiere, al folclore. Todos los días sale el sol y aparece la luna, un fenómeno que se repite y se renueva; los radicales recibieron una herencia que puede ser pesada o muy honrosa y deben ser custodios de las conductas de sus predecesores, atesorarlas como un preciado bien que los debería enaltecer. Los radicales de los nuevos tiempos hicieron caso omiso al mandato del pasado y decidieron trazar sus propias reglas, que están llevando al centenario partido a la ruina política. En Catamarca gobernaron por 20 años y pretendieron prolongar el poder de un hombre que debía ceder su lugar atendiendo a las reglas democráticas de alternancia y renovación. En las urnas la gente, el pueblo, le dijo “no” a la extensión de un tercer mandato del actual gobernador. Los radicales pretendieron imponer lo que habían defenestrado en el pasado, lo que está costando muchas vidas en otros lugares del mundo. La gente ya no quiere “las estatuas del poder”. En Río Negro los radicales se instalaron en el gobierno hace más de 20 años. Los que visitamos General Roca escuchamos los informes sobre el incremento patrimonial de los funcionarios y el bochorno de los sobresueldos. Nos preguntamos dónde quedó aquella honestidad radical, ahora convertida en una “fastuosa honestidad” que degrada los postulados que hicieron grande al partido quizá no por sus realizaciones pero sí por sus convicciones. Un solo ejemplo: Arturo Illia, ex presidente de la nación por la UCR, vendió su casa en Córdoba para llevar a su esposa a operar en Estados Unidos; no se había quedado con ningún vuelto, con ninguna coima, con ninguna prebenda, su escaso patrimonio no se incrementó por ser presidente de la nación Argentina. En Corrientes hace más de una década que gobiernan los radicales. Comenzaron con una intervención federal –decretada por el entonces presidente Fernando de la Rúa e instrumentada por Federico Storani, ministro del Interior, a pedido del entonces legislador nacional Ricardo Colombi– que costó dos vidas humanas de trabajadores que protestaban por la falta de pago de sus haberes. El interventor Ramón Mestre, ahora fallecido, instauró el Cecacor, un certificado de pago, una moneda espuria que a la postre significó un gran negocio para el “clan cordobés” que gobernó la provincia por dos años de intervención y vació las arcas provinciales. El actual diputado nacional Oscar Aguad está procesado por la falta de 20 millones de pesos cuando era interventor de la comuna de Corrientes, capital de la provincia. Luego de las elecciones asumió Ricardo Colombi, quien no pudo ser reelecto porque se lo impedía la Constitución provincial. Dejó como su representante a Arturo Colombi, su primo, y ahora, luego de elecciones, nuevamente Ricardo Colombi (se prestaron el poder). En estos diez años la provincia se degradó moral y económicamente, está en el último lugar entre las provincias argentinas, a punto tal que su crecimiento es el menor del país. Si en estos momentos el país dejara de crecer, Corrientes tardaría 50 años en igualar el crecimiento nacional. Sin embargo, los gobernantes, que eran pobres, ahora son muy ricos. Arturo Colombi está procesado por la Justicia provincial y Ricardo, actual gobernador, por la federal. La fastuosa honestidad radical ha cambiado los postulados del partido, otrora reserva moral del país: ahora la reserva es monetaria y para algunos de sus dirigentes. Los sobresueldos en Río Negro y el crecimiento patrimonial de sus gobernantes no es exclusivo del Alto Valle. Francisco Frezzini, DNI 5.705.499 Mercedes (Corrientes)
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $1500 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios