Fiestas camperas con castigo incluido

JORGE VERGARA

jvergara@rionegro.com.ar

Hay que dividir muy bien las aguas, ser muy cautos, pero también hay que admitir que hay voces que se levantan y tienen mucho de razón. Las jineteadas, las fiestas camperas, las fiestas del folclore constituyen un escenario de mucho valor para refrescar y mantener vivas las tradiciones, al tiempo que constituyen un ámbito para mostrar destrezas criollas que no siempre están ligadas al buen trato con los animales.

En realidad hace tiempo que venía pensando en escribir sobre este costado de las tradiciones y fiestas camperas, pero para ser honesto, me terminó de convencer una carta de lectores de un señor de Moquehue, que con mucho acierto planteó la necesidad de terminar con el maltrato de animales y con el castigo innecesario de caballos que son sometidos para mostrar sólo la destreza de quien lo monta.

Un tema para la polémica, sin dudas, porque destreza está muy lejos del maltrato de animales, más aún en el ámbito de un espectáculo público, donde para muchos se muestran ejemplos, que no necesariamente es lo que se debe hacer con los animales.

Moquehue no es la excepción, sin ir muy lejos, en Jesús María sobran los ejemplos de animales que se empacan y no salen al campo de jineteadas y que sólo van después de unos cuantos azotes, que no son otra cosa que violencia. Ni hablar de los animales que en plena jineteada se caen y sufren tremendos golpes que en muchas oportunidades terminan con el sacrificio del animal. Y cuando hablo de animales hablo básicamente de caballos, que son los ejemplares elegidos para mostrar destrezas, no precisamente de los animales.

Y la pregunta es muy simple, ¿es necesario este tipo de espectáculos para una fiesta campera, criolla, o una fiesta del pueblo, como muchos suelen llamarles?

Creo que no, decididamente que no, porque el caballo en sí mismo es un animal tan noble que bien puede mostrar destreza sin necesidad de castigo, hablo concretamente de los métodos que se utilizan para la doma, que distan de ser técnicas inofensivas y se convierten en castigos delante de miles de personas. El animal «aprende» porque le pegan, no por otra casa y me pregunto qué tiene que ver con las tradiciones que castiguen de ese modo a un animal cuando está probado que hay muchísimos métodos para adiestrar que no están ligados al castigo. Cómo un perro aprende sin que le peguen, cómo otras especies aprenden y el caballo debe ser sometido a látigos y látigos para que se luzca el jinete.

Esto nada tiene que ver con una fiesta campera, la fiesta no debe ser un ámbito de castigo y bien puede ser un campo de destreza para los hombres de campo, pero sin castigo. No soy un especialista en estas cuestiones, pero bien vale pensar que se puede estar de fiesta aún con los caballos sin necesidad de llevar las cosas a este punto.

Los circos, ámbitos donde durante años se castigó sin límites a los animales, dejaron de hacerlo por obra y gracia de duras leyes y ordenanzas que prohíben directamente el mal trato de cualquier ejemplar. Ahora bien, por qué no se puede castigar con látigos a un león que debe saltar por el medio del fuego y sí a un caballo para que salga al campo de jineteada para ser parte del show de destreza y castigo, porque en definitiva una fiesta campera, con gente de trabajo, con gente honesta, que sólo busca entretenerse, se convierte en eso, destreza y castigo.

Las jineteadas, tal como se pueden ver en casi todas las fiestas, terminan desvirtuando la escencia misma del caballo, animal de trabajo, capaz de las más duras tareas por su fuerza, por sus características físicas, medio de transporte irreemplazable para el hombre de campo y lo convierten en objeto de castigo, donde no importa si el jinete es bueno o malo, pero sí importa si es capaz de doblegarlo a base de golpes.

Legislaciones distintas para casos similares, si en los circos no se puede castigar animales, por qué sí se lo puede hacer en un campo de doma. Me pregunto, por no conocer métodos diferentes, si no hay otro modo de domar un caballo, que no sea a base de golpes, ante miles de personas que disfrutan cuando lo doblegan y ni se inmutan cuando el animal de cae y se lastima.

Una verdadera contradicción, que una fiesta de campo se convierta en ámbito de castigo sin límites. Una fiesta de la tradición, del campo, una fiesta del folclore tiene muchísimos más costados para mostrar, como la música, la danza, el baile, que el del castigo a los caballos, esos que silenciosos parecen aceptar su rol, porque saben que de cualquier modo habrá castigo.


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