Fin de año con tasas del 20% y dólar arriba de $ 10

En un contexto de gran incertidumbre la incógnita es qué hará la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando retome la actividad. Hay varios hechos de la actualidad económica que difícilmente vayan a modificarse en un mediano plazo. Entre ellos hay tres que se encuentran íntimamente vinculados: escasez de dólares, inflación y un exceso de pesos en manos del público. En relación a la evolución futura de estas variables no cabría esperar ningún cambio de tendencia. ¿Por qué? Las medidas que podrían llegar a tomarse no atacarían las cuestiones de fondo, logrando solamente algo de aire en el muy corto plazo. La política fiscal expansiva deteriora en forma creciente el resultado fiscal. La de desendeudamiento obliga a recurrir al Banco Central para financiar el rojo fiscal, que tiene su origen en los subsidios económicos. Cuesta creer que el gobierno avance en forma significativa en un ajuste del gasto público, ya sea vía precios (tarifas) o cantidad, por lo que se mantendrán las presiones sobre el Central para que este emita para financiar al Tesoro Nacional. Además esta dominancia fiscal se acentúa a fin de cada año por factores estacionales liberando más pesos que van directo al mercado informal. Por otro lado, la estrategia oficial de pagar con dólares generados por los argentinos a los acreedores externos y el cepo cambiario hicieron que la única fuente de divisas sea el superávit comercial. Como no se podrían disminuir fuertemente las importaciones sin afectar la actividad económica, y el campo argentino no aportaría una mayor cantidad de dólares, entonces tampoco habría que esperar que el sector externo ayude a Marcó del Pont o Moreno. Si no se puede modificar la oferta entonces habría que ir por el lado de la demanda. Si bien esta se puede reprimir en un primer momento, si no se reducen las expectativas de devaluación e inflación la gente seguirá huyendo de la moneda local –cepo de por medio– al blue, manteniéndose así la brecha cambiaria. Las vacaciones de verano aportarán lo suyo a este fenómeno. En este contexto la tasa de interés sigue constituyendo una herramienta para absorber pesos del mercado y que no generen presiones adicionales sobre el blue y otros precios de la economía. Por todo esto no se vislumbran fuertes cambios en la dinámica de las variables mencionadas y recién una vez que se despeje el panorama se podrá saber mejor qué hacer con la moneda débil.


En un contexto de gran incertidumbre la incógnita es qué hará la presidenta Cristina Fernández de Kirchner cuando retome la actividad. Hay varios hechos de la actualidad económica que difícilmente vayan a modificarse en un mediano plazo. Entre ellos hay tres que se encuentran íntimamente vinculados: escasez de dólares, inflación y un exceso de pesos en manos del público. En relación a la evolución futura de estas variables no cabría esperar ningún cambio de tendencia. ¿Por qué? Las medidas que podrían llegar a tomarse no atacarían las cuestiones de fondo, logrando solamente algo de aire en el muy corto plazo. La política fiscal expansiva deteriora en forma creciente el resultado fiscal. La de desendeudamiento obliga a recurrir al Banco Central para financiar el rojo fiscal, que tiene su origen en los subsidios económicos. Cuesta creer que el gobierno avance en forma significativa en un ajuste del gasto público, ya sea vía precios (tarifas) o cantidad, por lo que se mantendrán las presiones sobre el Central para que este emita para financiar al Tesoro Nacional. Además esta dominancia fiscal se acentúa a fin de cada año por factores estacionales liberando más pesos que van directo al mercado informal. Por otro lado, la estrategia oficial de pagar con dólares generados por los argentinos a los acreedores externos y el cepo cambiario hicieron que la única fuente de divisas sea el superávit comercial. Como no se podrían disminuir fuertemente las importaciones sin afectar la actividad económica, y el campo argentino no aportaría una mayor cantidad de dólares, entonces tampoco habría que esperar que el sector externo ayude a Marcó del Pont o Moreno. Si no se puede modificar la oferta entonces habría que ir por el lado de la demanda. Si bien esta se puede reprimir en un primer momento, si no se reducen las expectativas de devaluación e inflación la gente seguirá huyendo de la moneda local –cepo de por medio– al blue, manteniéndose así la brecha cambiaria. Las vacaciones de verano aportarán lo suyo a este fenómeno. En este contexto la tasa de interés sigue constituyendo una herramienta para absorber pesos del mercado y que no generen presiones adicionales sobre el blue y otros precios de la economía. Por todo esto no se vislumbran fuertes cambios en la dinámica de las variables mencionadas y recién una vez que se despeje el panorama se podrá saber mejor qué hacer con la moneda débil.

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