Foto Ajena
Su amiga llegaba a donde ella estaba con el carro. Antes de que me diera cuenta, sacó el celu y captó una imagen, en plena carnicería de un supermercado.
“¡Ay, perdón! Salieron en mi foto”, se disculpó entre risas. Me apuré a ver su pantalla a lo lejos: nuestras caras ocupaban un costado de la toma. Rápidamente la mujer abrió WhatsApp. Sin titubear hizo un par de clics y la toma se fue. “De compras, le puse”, le confirmó a la amiga.
Pensé en lo difuso que está el límite entre su deseo de compartirlo todo y mi derecho a decidir si quiero salir en una imagen ajena. Pero ya era tarde, la foto ya se había ido no sé a dónde.
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