Frutos secos: una producción de alta rentabilidad y demanda creciente

Existen unas 2.000 hectáreas plantadas en la región, incluidos nogales, almendros y avellanos.

En Patagonia Norte

Más de un siglo ha transcurrido desde que se realizaron las primeras plantaciones de nogales y almendros en la Patagonia norte. Sin embargo, el sector de los frutos secos comenzó a transformarse sustancialmente en la región a partir de los años 70 con trabajos de experimentación y de los 80 con plantaciones modernas.

En la actualidad existen casi 2.000 hectáreas de cultivo en la zona, sumando las diferentes especies: 1.150 de nogales, 600 de avellanos y 200 de almendros, con un incremento sostenido en los últimos años y un marcado interés sobre estos frutos, dada la actual coyuntura de dificultades para los pequeños/medianos productores frutícolas por complicaciones de mercado, calidades, recambios varietales e incremento de costos, lo cual se refleja en menores rentabilidades anuales.

Los frutos secos se posicionan con ventajas frente a este panorama, fundamentalmente por tres motivos: demandas y precios crecientes en el mercado nacional e internacional, menores requerimientos de mano de obra e insumos para su producción, y fácil y prolongada conservación en poscosecha, lo cual no obliga a una rápida (y a veces mala) comercialización.

El nogal lidera ampliamente la superficie plantada, con cuatro zonas diferenciadas: Valle Inferior, Valle Medio, Alto Valle del Río Negro y Valle del Limay (Picún Leufú, Arroyito). Estas plantaciones se realizan hoy en densidades altas y medias, con plantas injertadas con variedades adaptadas a la región de alta producción y calidad. La media de estos emprendimientos tiene su primera cosecha comercial al cuarto año –con nueces en menor cantidad al segundo o tercero–, llegando a producir de 4.000 a 4.500 kilos por hectárea al décimo año. Chandler y Franquette son las variedades más plantadas, con nueces de alta calidad ya conocidas en el mercado interno y exportadas principalmente a Italia desde hace ocho años. Los precios pagados al productor están cercanos a los $ 35/kg para mercado interno y 4,90 a 5,10 dólares/kilo con cáscara para exportación. Esto, sumado a los bajos costos de producción, posiciona muy bien a este cultivo por su alta rentabilidad.

El avellano es una especie que ha sido plantada casi exclusivamente en el Valle Inferior del Río Negro –95% del total– favorecida por condiciones meteorológicas de mayor humedad. El desarrollo experimental realizado por el Idevi a partir de los 70 lo enmarcó territorialmente con fuerza.

Hoy en día, las casi 550 hectáreas constituyen el grueso de la producción nacional volcada sobre todo a la obtención de avellanas de buena aptitud para su industrialización, siendo la variedad Tonda di Giffoni –de origen italiano– la más plantada. En montes adultos, las producciones son oscilantes, aunque puede estimarse una media de 2.200 a 2.500 kg/ha con precios pagados esta temporada de 3,50 dólares/kilo, lo cual deja muy buenos márgenes de ganancia para el productor.

El almendro es la especie con mayor crecimiento de demanda y precios a nivel internacional. Dada su precocidad y productividad ha sido nuevamente considerada como una excelente alternativa en la región. En los 70 y 80 se introdujeron cultivares de floración tardía, provenientes de Francia, España e Italia, los cuales dieron impulso, aunque escaso, a las primeras plantaciones. En la actualidad, las nuevas variedades españolas de floración muy tardía –fines de agosto a fines de septiembre–, probadas algunas de ellas por el INTA Alto Valle con sistema antiheladas de riego por aspersión, demuestran que la producción de almendras es agronómicamente posible, segura y de altísima rentabilidad. Los valores de compra al productor –tradicionalmente cercanos a los 7-8 dólares/kg– son actualmente muy superiores y con producciones cercanas a los 2.000 kg de almendra pelada por hectárea, por lo que este negocio se presenta hoy como inmejorable.

Para los requisitos de suelo, el nogal es muy exigente en calidad considerando profundidad, libre de napa freática, etc; en tanto puede afirmarse que el almendro es el menos exigente en tal sentido de las tres especies referidas.

En el sector frutícola, muchas alternativas productivas van apareciendo en el horizonte. En todas debe considerarse que ese “negocio” será exitoso si el producto obtenido tiene mercados demandantes con buen precio y sólo si las plantaciones se hallan asentadas sobre tres columnas indispensables: correcta elección del lugar (clima, suelo, agua), buena calidad de plantas y adecuado asesoramiento técnico.

Luis Iannamico

INTA Alto Valle

Iannamico.luis@inta.gob.ar


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