El circuito sano de los alimentos de la región se muestra en una serie de cortos audiovisuales
“Haciendo camino para la Soberanía Alimentaria” contiene testimonios de familias productoras, entre otras. La propuesta es el jueves 13 a las 21 en Casa de la Cultura de Roca. La entrada es libre y gratuita.
Por Victoria Rodríguez Rey (@victoriarodriguezrey)
“Haciendo camino para la Soberanía Alimentaria” es una serie de cortos audiovisuales que relata, en voz y experiencia de sus protagonistas el sano circuito de producción, elaboración, distribución y consumo de alimentos en la región de la Patagonia norte. La proyección de los mismos será el jueves 13 de octubre a las 21 en la sala II de la Casa de la Cultura de Roca. La entrada es libre y gratuita, abierta a toda la comunidad para dar a conocer los múltiples rostros que tiene la producción en la región.
Son siete los testimonios registrados durante el 2021 y 2022 de familias productoras, cocineras, guardianas de semillas, distribuidoras y de todas aquellas personas que disfrutan del comer, que se entrelazan en una propuesta audiovisual.
¿Cuánto y qué entra en una semilla? Las semillas criollas, esas que no fueron manipuladas en laboratorios, esas que guardan las técnicas de producción ancestral, que contienen el sol, el agua y la tierra del lugar, esas que se han sabido adaptar tienen sus familias guardianas. El ‘guardianaje’ de semillas es de una responsabilidad social fundamental. Allí se resguarda y se garantiza la vida. La semilla es la garantía del alimento, por lo tanto de la vida misma. Quien controla la semilla controla la alimentación, hay también en esa práctica de cuidado una cuota de rebeldía frente a un mercado que ofrece disponibilidad de semillas transgénicas durante todo el año.
De las semillas a las huertas familiares, comunitarias, barriales como espacios de encuentro y construcción de verdaderas redes sociales de intercambio de experiencias, es en donde se reactivan los saberes y prácticas productivas. Estos espacios son una forma posible y cercana de incorporar alimentos sanos frente a lo inaccesible e industrializado. Espacios también para conocer y aprender a utilizar alimentos que se desconocen, sobre sus características productivas, sus usos y propiedades. Algo de todo eso es lo que sucede en las cocinas.
Claramente cada vez son más las familias que desean incorporar comidas sanas. Las propuestas de producciones agroecológicas han aumentado en el último tiempo en la región del Alto Valle y Valle Medio. Mostrar los rostros de quienes se comprometen con la producción agroecológica, que mantienen un vínculo respetuoso con la naturaleza, promoviendo la vida es hermoso y contagioso.
Frente a la concentración de la producción de alimentos por parte de empresas agroindustriales existe también una diversidad de experiencias de la economía social, popular y solidaria que propone alimentos sanos de origen agroecológico para que lleguen a la mesa de la población como propuestas de comercio justo, por parte de las organizaciones del consumo.
Recuperar el espacio de la comensalidad es uno de los tantos mensajes que se transmiten en esta propuesta audiovisual. Porque es importante saber qué comemos, pero también de qué manera los consumimos. El alimento está cargado de simbolismo que se ponen en juego en el evento alimentario. ¿Dónde está el fuego que nos agrupa, nos calienta y promueve en el diálogo y la transformación? En la medida que estos espacios colectivos desaparecen, avanza una lógica individual de cargar el cuerpo de energía, destinado a producir únicamente.
Larga vida para quienes recolectan, seleccionan, guardan y cuidan las semillas, las técnicas, los saberes en torno a la producción alimentaria. Larga vida para quienes valoran el trabajo en y con la tierra, para quienes advierten la importancia de producir justo, sano y soberano.
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