Genios locos

Por Eduardo Basz

La figura del genio loco atraviesa los tiempos pero se asienta en los siglos modernos. Esta noción tiene una reputación bien ganada y está avalada por las firmas más prestigiosas. ¿Firmas?: sí, la «locura» no está repartida por igual en todas las disciplinas. Algún psiquiatra estadounidense llegó a definir a los escritores como «población de riesgo». La escena de Hemingway volándose la cabeza con una escopeta para cazar elefantes no puede sino conmovernos hasta la admiración y la compasión. ¿Y qué decir de Althuser arrojándose al abismo envuelto en su obra filosófica? Uno puede preguntarse si el oficio de escribir es una actividad tan peligrosa, como la del piloto de pruebas o el miembro de una unidad de élite. Al decir de Marguerite Duras, «un escritor es un ser curioso, es una contradicción y también un absurdo. Escribir es también no hablar. Es callarse. Es gritar sin hacer ruido». De hecho el uso del seudónimo está reservado casi exclusivamente para los escritores y muy eventualmente lo utilizan músicos y artistas plásticos. Sucede que el escritor aparece como el continuador de la misión chamánica, aquel agitador primigenio. Con una genialidad siempre sorprendente, fue Aristóteles uno de los primeros en plantear la cuestión en términos casi contemporáneos. En el Problema XXX se pregunta: «¿Por qué razón todos aquellos que han sido hombres excepcionales, en lo que respecta a la filosofía, la ciencia del Estado, la poesía o las artes, son manifiestamente melancólicos, algunos incluso al extremo de padecer males cuyo origen es la bilis negra?» Hay dos palabras que faltan: genio y locura. En su lugar, menciona a los seres excepcionales y la melancolía.

La imagen de la similitud entre genialidad y locura, en cambio, es más reciente. Fecha de origen: siglo XVIII. Obra: La Enciclopedia. Autor: Diderot. Fue este escritor (tal vez, el más excéntrico de los philosophes) quien estableció ese parentesco que hasta hoy día aceptamos con la naturalidad del sentido común. «¡Cuán parecido son el genio y la locura! Se les encierra o encadena o bien se les erigen estatuas». Pero el mismo Diderot (con una visión elitista de la cultura y de la vida, tan propenso al culto de los individuos extraordinarios) nos alerta sobre los peligros que pueden provocar estos precursores incontrolables. «Los hombres geniales me parecen más hechos para derrocar o fundar los estados que para mantenerlos, más para restablecer el orden que para respetarlo». A pesar de esta advertencia, la figura del genio loco acompaña la modernidad. Se hace fuerte con los románticos y ni hablar de los surrealistas y los expresionistas. Bretón describe el acto poético de una manera inconfundible. «Y que quede claro que no se trata de un simple reagrupamiento de las palabras o de una redistribución caprichosa de las imágenes visuales, sino de la re-creación de un estado que no tiene nada que envidiar a la alineación mental».

Es precisamente en ese momento cuando la imagen del genio loco entra en crisis. Tanto el nacimiento del psicoanálisis como los psiquiatras modernos (Kretschmer y Kraepelin) coinciden en el estudio sistemático de la «locura» que afecta a los seres excepcionales. Esto es: extraordinarios, excesivos, que se salen de lo normal. Hacia los años '50, la industria farmacéutica empezó a producir una nueva generación de medicamentos, los psicofármacos. Especialmente, se destacaron los así llamados estabilizadores de humor. Poco a poco, psicólogos y psiquiatras van comprendiendo que la bilis negra de Aristóteles o el paralelismo entre genialidad y locura de Diderot, en muchos casos no son otra cosa que la psicosis maníaco-depresiva, últimamente clasificada con el nombre más presentable de trastorno bipolar. Hacia la misma época, diferentes escuelas psicológicas anglosajonas y francesas comenzaron a incursionar en un territorio desconocido: la creatividad. Así, en nuestro tiempo no hay genios, sólo personalidades creativas. En compensación tampoco hay «locura», sino un síndrome bipolar manejable con terapia y psicofármacos. A pesar de todo, el gran enigma de la creatividad y los seres desmesurados sigue tan abierto como siempre. Y no podía ser de otra manera, cuando estamos hablando de un chamán.


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