Geometría
La idea de dar batalla en torno de la reforma de la Constitución con un proyecto propio, que sirva de hilo conductor para construir un polo político alternativo al gobierno, no logra consenso en el arco de las fuerzas opositoras al MPN.
En este sector, que integran el justicialismo, el Frente Grande, el MUN, Participación, Confluencia, el MID, los intendentes opositores al MPN y la CTA, además del rechazo al modelo sobischista el principal acuerdo gira en torno de la figura del presidente Kirchner y la política que éste viene desarrollando: defensa de los derechos humanos, lucha contra la corrupción, depuración de la Corte Suprema, dignidad en el pago de la deuda externa.
Pero esta convergencia es todavía débil y no alcanza a expresarse como un auténtico proyecto opositor, porque las fuerzas que la integran no son homogéneas, arrastran diferencias internas y experimentan el peso del último revés electoral frente al oficialismo. Por todo eso y también porque carecen de una conducción clara, no aciertan a dar un paso adelante que les permita salir del plano testimonial y tomar la iniciativa.
La mayor parte de estas fuerzas mantuvo en los últimos días contactos tendientes a elaborar una propuesta frentista. Los contactos fueron monitoreados por el secretario general de la Presidencia, Oscar Parrilli, una figura sobre cuyo eventual liderazgo existen coincidencias en el seno del espectro opositor.
La reforma fue sólo uno de los temas abordados y mayoritariamente hubo coincidencias en que no sólo no es necesaria, sino que tampoco sería el mejor momento para embarcarse en una puja electoral con el sobischismo.
La estrategia del gobierno nacional es no alentar competencias electorales ni internas en el curso del presente año y apostar en cambio a gobernar firmemente el país. Las acechanzas que enfrenta el gobierno d Kirchner son tantas y de tan variado calibre -desocupación, FMI, acreedores externos, piqueteros, etcétera- que los estrategas oficiales descartan abrir cualquier otro frente. Dan por descontado que, de llegar al 2004 con los deberes hechos, la acumulación política se dará como algo natural. Sea a través del partido Transversal, el partido de la Victoria, la Confluencia o como se llame la convergencia entre el PJ y las distintas fuerzas que apoyan al presidente desde fuera del peronismo oficial.
En ese contexto, el kirchnerismo neuquino, justicialista y no justicialista, acordó la necesidad de comenzar a dar pasos concretos en procura del nuevo frente opositor. Estos pasos, cuyos detalles e implicancias son celosamente guardados -en parte porque aún no han sido totalmente consensuados- resultan sin embargo incipientes y por ahora ni siquiera incluyen un nombre común.
Con todo, se evalúa una aparición pública y el lanzamiento de un documento frentista de adhesión al proyecto nacional y rechazo al modelo sobischista.
Estos aprestos coinciden con los que se registran en otros puntos del país, como el acuerdo de los «intendentes» que acaban de sellar Ibarra, Juez y Binner; el que protagoniza el diputado Miguel Bonasso; o el grupo transversal más reciente que integran Feinmann, Jozami y otros, por nombrar algunos.
Sólo que en Neuquén, a diferencia de lo que ocurre a nivel nacional, el PJ y el kirchnerismo no son gobierno sino oposición, el poder y la iniciativa política son resortes de Sobisch y además el conglomerado opositor es todavía bastante frágil.
Precisamente, el gobernador no cesa de plantear ofensivas en todos los frentes. Esta semana obtuvo el despacho favorable para aprobar, el martes próximo, su ley de hidrocarburos, un engendro que más allá de sus notorias contradicciones y falencias le permitirá pleitear con el gobierno nacional ante la Corte Suprema de Justicia y, sobre todo, sacar el mayor provecho mediático de esa puja.
Por si fuera poco, Sobisch acaba de lanzar la contrapartida política -y geométrica- del transversalismo kirchnerista: un alarde un tanto confuso al que ha dado en llamar la «triangulación política» o el «partido triangular».
Esta idea prodigiosa apunta a llamar la atención mediática mediante el expediente de presentar la propuesta nacional del gobernador como la tercera pata de la mesa o, como sugiere el propio autor, como el tercer vértice de un triángulo conformado con los partidos Justicialista y Radical. Un polo de atracción tan racional y atractivo que fatalmente terminaría por arrastrar a los desencantados de uno y otro sector tradicional (o vértice).
En verdad, el apego de Sobisch al pragmatismo lo lleva frecuentemente a extraviar los contenidos y afirmarse en aspectos meramente marketineros. Pero no por repetirlo hasta el infinito se convertirá en buen administrador o estadista, cuando sobran testimonios de lo contrario.
Puede ser que adoptando la oposición más caprichosa e infundada que se pueda imaginar contra el gobierno nacional, logre acaparar la atención por un tiempo. O que presentando las cuentas de la provincia como «equilibradas» -por ahora, el gigantesco dispendio no alcanza a igualar el aluvión de regalías-, logre confundir a algún locutor o gurú bien dispuesto. Con más razón, si lubrica sus pretensiones con abundantes recursos oficiales, como hizo con la consultora que contrató para que le abriera puertas en Estados Unidos. Pero fatalmente, en algún momento deberá exhibir hechos.
Héctor Mauriño
vasco@rionegro.com.ar
La idea de dar batalla en torno de la reforma de la Constitución con un proyecto propio, que sirva de hilo conductor para construir un polo político alternativo al gobierno, no logra consenso en el arco de las fuerzas opositoras al MPN.
Registrate gratis
Disfrutá de nuestros contenidos y entretenimiento
Suscribite por $750 ¿Ya estás suscripto? Ingresá ahora
Comentarios