Gimnasia: del milagro a la angustia sin fin
Ganaba 2-0, pero Boca lo empató. Ahora define el descenso con Huracán.
Drama en el minuto 93: Cellay empujó al gol un centro de cabeza de Palermo, que mira expectante.
En el partido más importante de toda la temporada, Gimnasia jugó como (casi) nunca lo hizo antes, pero lo hizo sólo los primeros veinte minutos. Se puso 2-0, luego los nervios y los temores hicieron lo suyo. Boca le empató el partido en la última pelota y obliga al Lobo a jugar un partido desempate con Huracán, que había sido goleado por Independiente (ver aparte), para definir quién desciende directo y quién promociona.
¿Qué hizo de bueno el Lobo en el arranque? Se organizó abajo, atacó con criterio y fue efectivo cuando estuvo delante del arco de Boca. Y Boca fue el de siempre. Flojo Lucchetti, sin coordinación en defensa y disperso del medio hacia adelante, con todo perjudicial que eso suele ser en el fútbol de un equipo.
Gimnasia aprovechó las ventajas estructurales de su rival y se sacó rápidamente de encima la ansiedad del primer gol: a los ocho minutos una falta de torpe de Cellay en el borde le dio un tiro libre al Lobo que Graf, con un tiro pegado al palo izquierdo pero débil, mandó adentro, complicidad mediante de Lucchetti.
Cuatro minutos después, un pelotazo en el brazo de Insaurraldele dio un penal a Gimnasia, que Guillermo Barros Schelotto cambió por gol. 2-0 a los doce minutos, nada mal para un Lobo a quien todo le había costado demasiado.
Pero la diferencia aplastó a Gimnasia y permitió a Boca, con todas sus limitaciones, crecer y descontar. A los 32, Cellay conectó un cabezazo tras un córner desde la derecha y puso un suspenso que mutará en drama cuando otra vez Cellay convierta para Boca en la última pelota del partido. Pero antes hubo casi un tiempo, el segundo.
Gimnasia ya no pudo repetir lo hecho en la primera parte. Por carencias propias, esas que lo mantienen aferrado a un descenso que no para de acecharlo, también por sus miedos, entendibles por cierto, el Lobo se retrasó cada vez más y se recluyó excesivamente sobre su propio arco. A cada cambio ofensivo de Falcioni, Darío Ortiz respondía con otro defensivo.
Boca lo acechó pero sin generarle opciones claras de gol. En cambio Gimnasia las tuvo, pero no las aprovechó. Boca merodeó el área del Lobo y en el tercer minuto del descuento empató el partido.
Otra vez Cellay. Justo él, un hombre que fue campeón con Estudiantes. Y justo él, un hombre hecho en Huracán, marcó el empate para devolverle el alma al Globo que, goleado por el Rojo, sólo esperaba un milagro Xeneize. Y ese milagro llegó. Ahora: Gimnasia y Huracán, a desempatar.
fútbol de afa
Drama en el minuto 93: Cellay empujó al gol un centro de cabeza de Palermo, que mira expectante.
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