«Hablar» para superar problemas de comunicación
"No hay que delegar siempre en expertos"
CIPOLLETTI (AC).- Los padres les cuentan a sus bebés «sanos» las historias de sus familias. Les hablan y les dicen frases complejas, sabiendo que no los entienden. «Se ha visto que esa sobreinterpretación, esa sobreatribución de capacidad lingüística, hace que el niño hable», asegura Juan Antonio Huertas.
Pero, ¿qué pasa cuando un niño tiene problemas de comunicación, cuando un niño es sordo y/o ciego?.
«Los padres y los educadores restringen la naturalidad. Lo hacen (al lenguaje) absolutamente artificial, pobre, explícito. Y eso trae como consecuencia que los niños tengan dificultades. De manera que muchas veces el problema del lenguaje se explica por un mecanismo demasiado artificioso y se podría solucionar con un mecanismo absolutamente natural, de toda la vida: hablar, hablar, hablar», afirma.
Huertas es uno de los académicos destacados del III Congreso Nacional y I Internacional de Investigación Educativa que termina hoy en Cipolletti.
El psicólogo español estudia cómo se construyen los procesos psicológicos en personas diferentes, «no cómo son de deficientes los procesos psicológicos en personas deficientes, que no es lo mismo», aclara El investigador asegura que hay una tradición muy clásica de estudiar hasta dónde llegan en el pensamiento, hasta dónde en la memoria, hasta dónde en la representación espacial, los niños con algún tipo de deficiencia física. Su idea es ver cómo construyen los procesos psicológicos con otras alternativas Y da un ejemplo: las personas ciegas tienen problemas serios para el conocimiento y uso del espacio, para moverse, para ir de un lado a otro, para concebir representaciones espaciales, porque no tienen visión. Pero los ciegos se mueven. Y algunos se mueven de forma muy autónoma.
«El mecanismo que sirve para remediar, para volver a mediar con ellos el espacio, es el lingüístico. Cuando se apropian de los significados lingüísticos referidos al espacio o de convenciones, entonces reestructuran su pensamiento de manera que son capaces de ver el espacio. Es el lenguaje lo que les da la visión del espacio» Curiosamente -dice- eso se hace cuando tienen un dominio del lenguaje más amplio, a partir de una determinada edad (10 ó 12 años).
Esta es la visión del trabajo que efectúa en España sobre niños con problemas de desarrollo más o menos leves o moderados En niños con graves alteraciones del desarrollo, donde el déficit biológico de partida es mucho más grave, su propuesta es «romper la creencia de la sobreprotección» Esto significa, explica, romper con la idea de que como estos niños están muy mal, solamente podemos estar encima de ellos para hacerles la vida más fácil. «Hacemos todo por ellos y al hacerlo, ellos no hacen nada solos. Entonces tienen un conocimiento mínimo e hipotecado. De manera que un niño sordo-ciego, cuando está solo, la posición que mantiene es tumbado. Solamente es capaz de sentarse si le obliga el adulto».
El propone cambiar este modo de ver a las personas con problemas para «meterse» dentro de su mundo e intentar ver qué medios hay para remediar ese mundo por un camino ya no de sobreprotección, sino de mayor autonomía, enseñándoles a elegir, a tener sensaciones de que dominan algo, y a construir algo de su conocimiento interior por ellos mismos.
CIPOLLETTI (AC).- «Un padre con un niño gravemente afectado puede ser padre de ese niño, no hace falta que delegue en expertos siempre», recomienda el psicólogo Juan Antonio Huertas.
Huertas comentó ayer a «Río Negro» que en España, como el estado protege a los chicos con graves dificultades, los padres delegan a sus hijos. A tal punto que algunas instituciones que cuidan a menores sordos-ciegos tienen que llegar a un acuerdo con ellos para que por lo menos vayan a buscarlos un fin de semana al mes.
El especialista español afirma que uno de los primeros pasos que debe dar un padre después de asumir el problema de su hijo, «es pensar que a pesar de su grave deficiencia, puede llegar a ser, se va a mover o va a aprender con las mismas reglas que el otro» Habrá que buscar caminos nuevos, reconoce, «pero las reglas son las mismas y son naturales. Hay que ser expresivo, cálido, hay que hablarles, hay que ir muy por delante de sus capacidades porque así el niño siente la tensión del desarrollo, del aprendizaje».
Puso como ejemplo el caso de un chico sordo. «Los niños tienen un mecanismo de comunicación que es visual. Y nuestro comportamiento no verbal, gestual, es terriblemente comunicativo. De manera que casi el 60 por ciento de lo que uno expresa, lo expresa con la cara y con el cuerpo.Cuando un padre oyente se tiene que enfrentar con su hijo sordo, como sabe que no le oye, no le habla, y como no le habla, no gesticula. No solamente le está negando el 40 por ciento de información que no tiene porque no oye, sino el otro 60 por ciento de información. Un buen consejo es que le hable» Huertas es profesor titular en la Universidad Autónoma de Madrid, España, y ha publicado varios libros.
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