Hace 25 años que esperan luz, agua y cloacas
Costa Esperanza fue una de las primeras tomas de Neuquén. Hoy, todo sigue igual.
NEUQUEN (AN).- Cruzando un puente endeble de chatarra y maderas sobre el arroyo Durán se encuentra Costa Esperanza, uno de los primeros asentamientos de Neuquén. Nacido hace más de 25 años, está aislado de todo y lleno de carencias: no tiene agua potable, cloacas, luz eléctrica ni contenedores para arrojar basura. Hasta ese lugar no llega el colectivo, la ambulancia ni los bomberos, aún en la peor de las emergencias.
Los pobladores tienen marcado a fuego la muerte de cada chiquito que ha caído en el canal y de los que quedaron atrapados en las casillas en llamas.
Son alarmantes las condiciones sanitarias de esta barriada, ubicada en la zona del barrio La Sirena.
Por todas partes hay basura, mosquitos, arañas, agua estancada y humo, además del arroyo contaminado por las cloacas y los residuos industriales.
A los pobladores les preocupa la aparición de tres casos de meningitis y de cuadros respiratorios agudos.
Las 130 familias afirman que eligieron este sitio para vivir, una afirmación que debe ser verdadera porque el habitante más nuevo llegó al lugar hace 15 años. Son unidos, se enorgullecen de que en su comunidad nunca haya habido un robo y pelean juntos un futuro digno. En agosto salieron a reclamar la tenencia de las tierras a la provincia y al municipio los servicios básicos, «para por lo menos sobrevivir», dicen.
Con el acompañamiento de la Defensoría del Pueblo, el primer reclamo tuvo un final feliz al obtener en octubre la tenencia de las parcelas. «Ahora deben armarse de paciencia y tomarse un tiempo prudencial para arremeter contra los prestadores de servicios. Nosotros continuaremos asesorándolos y haciendo lo posible de nuestra parte para facilitarles el camino», garantizó el defensor del Pueblo, Juan José Dutto.
Las necesidades y los contrastes de todo tipo saltan a la vista en Costa Esperanza. En una de las últimas casillas sobre la calle Río Senguer, una mujer cuida amorosamente a su hijito de un año y medio enfermo con meningitis mientras un chancho come basura en la laguna verdosa y pestilente que corona el patio de la casa.
Por la calle Ignacio Rivas al final, son contados los vehículos que se animan a franquear el puente de madera y chatarra que a cada paso tiembla y produce chirridos dando la sensación de que en cualquier momento se desploma.
Los chicos también tienen su puente peatonal que les acorta el camino para ir a la escuela más cercana, a 20 cuadras de distancia. De tanto andar marcaron una senda estrecha que con dificultad se visualiza entre los matorrales hasta la orilla del arroyo, sucio y apestoso.
La costa está atestada de desperdicios, pero no por desidia de las familias de Costa Esperanza. Un informe de la Defensoría del Pueblo, que expone las necesidades y las condiciones de vida de los habitantes del lugar, afirma que la basura es «arrojada impunemente por camiones no identificados» al tiempo que precisa áreas de «gran contaminación»
«Nos sentimos totalment abandonados por los funcionarios, nunca nos dieron nada, para ellos somos invisibles, vivimos en el olvido permanente», sostuvo Jorge, uno de los pobladores más antiguos. Del lamento se repone enseguida: «nos organizamos, nos movilizamos y peleamos por nuestros derechos», agregó. En Costa Esperanza las fuerzas no se acaban y como refleja el nombre que las familias le dieron al lugar, la esperanza de mejorar la calidad de vida sigue viva.
Promesa de medidores comunitarios
NEUQUEN (AN).- Hace poco más de una semana, las familias de Costa Esperanza obtuvieron de la concesionaria del servicio eléctrico (CALF) el compromiso de que instalará medidores comunitarios.
«Los operarios que hicieron el relevamiento hasta sugirieron que es factible colocar medidores individuales y la verdad que para nosotros es mejor así», contó entusiasmado el vecinalista de La Sirena, Jorge Salas.
El dirigente no descarta que al asentamiento llegue pronto el agua potable porque «después de idas y vueltas, el EPAS accedió a conectar la red a Costa Esperanza», dijo.
La provisión de los servicios básicos son factibles desde que en octubre pasado la provincia otorgó a los ocupantes la tenencia de las tierras, donde viven hace más de 25 años, a instancias de la Defensoría del Pueblo.
Aún quedan muchas cosas por resolver, pero Salas aseguró que todas las familias «están más que contentas» por los avances. «Teníamos la esperanza de que saldríamos adelante», apostó una vecina.
Desde la subsecretaría de Tierras Fiscales y Viviendas del municipio, Carlos Di Camillo aseguró que la relación con los vecinos de Costa Esperanza «es buena» pero advirtió que el municipio no podrá colaborar en la urbanización hasta que los lotes estén mensurados.
NEUQUEN (AN).- Cruzando un puente endeble de chatarra y maderas sobre el arroyo Durán se encuentra Costa Esperanza, uno de los primeros asentamientos de Neuquén. Nacido hace más de 25 años, está aislado de todo y lleno de carencias: no tiene agua potable, cloacas, luz eléctrica ni contenedores para arrojar basura. Hasta ese lugar no llega el colectivo, la ambulancia ni los bomberos, aún en la peor de las emergencias.
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