¿Hacia un nuevo pacto?
Por Arnaldo Paganetti
En un día electoral como el de hoy, cuando el mundo sufre un tajo profundo por los ataques terroristas contra los símbolos del poderío norteamericano y la represalia mortífera del gobierno de George Bush en territorio talibán, los argentinos deberían tomar nota de la división musulmana en Dar al-Islam y Dar al-Harb, tierra de paz y tierra de guerra.
El momento de euforia que vivió hace dos años el país durante el ascenso de la Alianza y el lento desmoronamiento del actualmente preso Carlos Menem, produjo un espejo de ilusiones que muy pronto, al producirse el portazo del ex vicepresidente Carlos «Chacho» Alvarez, se reveló como un espejismo.
A mitad de camino, el presidente Fernando De la Rúa no quiere aparecer cediendo a las presiones que le llueven desde todos los rincones: lo acorralan los partidarios radicales, los frepasistas, los peronistas, los sindicalistas, los empresarios, los desocupados, los inversores, los acreedores, en fin, una lista que podría llegar a convertirse en interminable.
¿Qué hará? Tranquilo, como es su impronta, pondrá la lupa en el resultado de los comicios. ¿Cuántos diputados menos tendrá la Alianza (ese barco sin timón que se resiste a sucumbir como Peter Sellers en «La fiesta inolvidable») después del 10 de diciembre, cuántos más el PJ? ¿Cómo negociar en un Senado adverso en el que él supo moverse como pez en el agua?
Ya poseedor del triste privilegio de ser, para las calificadoras internacionales, el país con más riesgo económico del planeta, la Argentina tendrá un ganador: el peronismo. Eduardo Duhalde le sacará por lo menos 15 puntos a Raúl Alfonsín y en Córdoba, donde reside otro de los presidenciables del PJ, José Manuel de la Sota, las huestes justicialistas (a las que acompañan los hombres de Domingo Cavallo), se preparan para doblegar al radical Rubén Martí, aunque éste asegura que dará una sorpresa que lo habilitará para reemplazar en el Senado al deslucido misionero Mario Losada.
«Si Alfonsín sale segundo no se debilita y será una pieza clave para De la Rúa en el Parlamento», se especuló en la Rosada. Claro, si el líder radical queda relegado detrás del sacerdote Luis Farinello, daría por terminada de la peor manera su prolífica carrera política.
La lógica y la moderación, sólo ésta última una cualidad probada en De la Rúa, hacen presumir un nuevo pacto, «imprescindible» para uno de los ministros que quedarán, Chrystian Colombo. «Para romper el escepticismo y la falta de participación, hará falta un acuerdo que no se limite a la foto», predica el «Vikingo»
Los consensos se buscarán en el Congreso, con la UCR, el PJ y con los gobernadores.
El radicalismo es controlado por Alfonsín, por cuya sucesión disputarán palmo a palmo el chaqueño Angel Rozas y el bonaerense Juan Manuel Casella, quien rechazó ser ministro de Trabajo y anunció que está dispuesto a renunciar a la embajada en Uruguay para presidir la UCR y contribuir en la etapa de consensos que para él se avecina.
Lo que no tolerarían los opositores (casi todos lo son, escasean los oficialistas) es un encierro presidencial en el delarruismo puro, que además de aburrido y desorientado, se ha mostrado ineficaz y contradictorio a la hora de resolver los graves problemas nacionales. En el partido de Alem apuntan que los cambios de gabinete que tendrían lugar dentro de poco más de una semana, provocarán un shock reactivante, el click que Cavallo no logra hacer sonar. Reactivar o perecer es la consigna.
«Aislarse con los fieles augura un fracaso. La soledad fue una mala consejera para María Estela Martínez de Perón, para Alfonsín después del 85 cuando impulsó el tercer movimiento histórico, y para Menem luego del 95, al pretender perpetuarse». Este análisis parte de un dirigente partidario que está en el hueso de la negociación.
El PJ tiene dos cuestiones pendientes: una dura interna a saldar y el ahogo financiero de muchas provincias, que convierten a sus gobernadores (Carlos Ruckauf es un ejemplo) en subordinados de la administración nacional. No podrían romper nunca, pese a la prepotencia que llevan algunos hasta las puertas de la Corte Suprema de Justicia.
Los guarismos que se conocerán al fin de esta jornada también pondrán de manifiesto la gran decepción de la ciudadanía, que su último entusiasmo fue con Elisa Carrió. Pero la fogosa chaqueña desistió de candidatearse e incurrió en algunos desequilibrios al lanzar denuncias a «troche y moche».
Lo que queda del Frepaso se dispone a irse acicateado por «Chacho», mientras los alfonsinistas se aprontan a recuperar a los más perdidos, entre ellos la ex estrella mediática Graciela Fernández Meijide.
Si Martí no consigue dar vuelta la taba en Córdoba, Colombo está dispuesto a ofrecer la presidencia del Senado a un peronista. Ramón Puerta suena para el cargo, pero tras idas y vueltas, Duhalde no desecharía esa posibilidad. En ese puesto, que lo hará acariciar a la Rosada, tratará de mostrarse como un estadista, dispuesto a colaborar si De la Rúa cambia el rumbo, siempre con Cavallo, ante las faltas visibles de alternativas.
Los males argentinos son graves. Con todo, se producen en un planisferio tan convulsionado por la guerra de principios de siglo XXI que la región del cono sur podría convertirse en un oasis de paz si sus gobernantes se mueven con habilidad. Parafraseando al poeta, si la vida es un largo morir/ y el morir el fin de la muerte/sería auspicioso procurar morir/de suerte de comenzar a vivir.
Arnaldo Paganetti
arnaldopaganett@rionegro.com.ar
En un día electoral como el de hoy, cuando el mundo sufre un tajo profundo por los ataques terroristas contra los símbolos del poderío norteamericano y la represalia mortífera del gobierno de George Bush en territorio talibán, los argentinos deberían tomar nota de la división musulmana en Dar al-Islam y Dar al-Harb, tierra de paz y tierra de guerra.
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