Hallan una ciudad perdida en la selva

El sitio arqueológico, ubicado en Honduras, está "intacto". Pertenece a una misteriosa cultura.

SOCIEDAD

Una expedición de arqueólogos descubrió en la selva de Honduras los restos de una antigua ciudad que podría corresponder a la legendaria «ciudad blanca» o «ciudad del dios Mono», informó la revista «National Geographic».

Según la publicación, que mostró las primeras imágenes del lugar, los restos corresponden a una cultura desaparecida y, al contrario que la maya, apenas estudiada. Uno de los descubrimientos más espectaculares es una cabeza que representa a un ser misterioso, mitad hombre, mitad jaguar.

Según dijo el arqueólogo Christopher Fischer, de la Universidad estadounidense de Colorado, el sitio arqueológico se encuentra «intacto», algo que es «increíblemente raro».

El busto forma parte de una colección de 52 esculturas de piedra halladas junto a la base de una pirámide, algunas de las cuales podrían ser artefactos funerarios.

Los arqueólogos estadounidenses y del Instituto Hondureño de Antropología e Historia dataron el hallazgo en la región de La Mosquitia, en el noroeste del país centroamericano, entre los años 1000 y 1400 después de Cristo.

Según afirman, el descubrimiento podría no estar vinculado a una única ciudad perdida, sino a toda una civilización.

No obstante, expertos como el americanista alemán Nikolai Grube advierten del riesgo de sacar conclusiones demasiado pronto: según afirmó en entrevista con DPA, no se puede hablar del descubrimiento de una cultura hasta contar al menos con una red de varios pueblos.

Además, apuntar a la legendaria «ciudad blanca» induce a error.

«Es seguro que no se trata de la «ciudad blanca»», sostiene tajante, «sino de un importante sitio arqueológico perteneciente a un gran asentamiento humano que quizá fuera la sede de un jefe tribal».

Selva de La Mosquitia, una de las zonas más inexploradas del planeta.

El director del Instituto Hondureño de Antropología e Historia (IHAH), Virgilio Paredes, mostró sus dudas a la versión digital del diario hondureño «La Prensa», señaló que «no se sabe si es la Ciudad Blanca, ciudad de los monos o ciudad perdida, eso requiere una alta investigación».

Paredes reveló que participó en la expedición del grupo de arqueólogos, biólogos y otros expertos de la Universidad de Colorado que visitó la zona y que publicó sus conclusiones en «National Geographic». Indicó que viajó acompañado por otro antropólogo del IHAH. La expedición duro nueve días.

Sin embargo, el funcionario hondureño aclaró que la expedición científica estuvo en un área inmensa. «Hay bastantes restos, pirámides de tierra bien formadas, plazas, piedras…Definitivamente estamos claros que hubo una civilización», dijo, pero añadió que no puede afirmar que se trate de la «Ciudad Blanca».

Una estudiante de antropología documenta más de 50 artefactos descubiertos.

Paredes dijo además que el presidente hondureño Juan Orlando Hernández liderará una estrategia para continuar con la exploración, ya que se tienen que hacer investigaciones y excavaciones «porque todo está bajo tierra».

Mientras, diario «El Heraldo» reveló hoy que el gobierno calificó en 2012 como secreto de Estado todo lo relacionado con la ubicación del referido sitio arqueológico por temor a que instituciones y personas se dedicaran al saqueo de piezas.

Un acuerdo de la Presidencia suscrito en 2012 destaca que todo lo vinculado a la «Ciudad Blanca» debe ser «información reservada». El acuerdo fue firmado en ese entonces por el presidente Porfirio Lobo Sosa y su ministro de Cultura y Artes, Tulio Mariano Gonzales.

Historiadores y mineros llevan años contando historias sobre los supuestos muros blancos de una ciudad perdida entre el follaje de la selva. Los indígenas hablan también de una «casa blanca» o «lugar del cacao» donde los indios se refugiaban de los conquistadores españoles, señala «National Geographic».

Desde los años 20 del siglo pasado se han llevado a cabo varias expediciones en busca de la mítica «ciudad blanca». La más famosa fue llevada a cabo en 1940 por el explorador Theodore Morde, que reivindicó haberla encontrado pero se negó a revelar dónde se encontraba por temor a que fuera saqueada.

El arqueólogo Christopher Fisher. Es «increíblemente raro» que la zona esté intacta.


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