Hasta las aves migratorias veranean en la costa rionegrina

En esta época los playeritos hacen un alto rumbo al sur.

Ya se pueden comenzar a ver algunas bandadas que se transforman en una verdadera atracción para los ojos de los ocasionales turistas. De a poco, la bahía de San Antonio se va poblando de aves migratorias que hacen un alto en el camino para recargar energías.

Se trata de las cuatro especies que cruzan la línea del Ecuador dos veces al año: playerito rojizo, playerito blanco, playerito de rabadilla y becasa de mar, las que comienzan a bajar por las costas argentinas después de nidificar en los meses de mayo y junio en cercanías del Círculo Polar Artico (Alaska y Canadá).

En julio, inician el largo viaje de regreso al hemisferio sur, pero se detienen en distintos lugares para descansar y obtener el alimento suficiente que les permita volar hacia Tierra del Fuego.

Uno de los primeros puntos a los que arriban en Argentina es punta Rasa, ubicada al sur de la bahía de Samborombón, en la provincia de Buenos Aires. Así van bajando y ya en octubre van llegando los primeros grupos a las playas rionegrinas, algunos de los cuales se quedan durante todo el verano.

El interés por conocer las características biológicas y la evolución de las aves, como también sus rutas de migración para interpretar de qué manera reaccionan a las diferentes características ambientales llevó a un equipo de científicos y ornitólogos a iniciar una campaña de anillado. Esto comenzó en 1997 pero ya se convirtió en un trabajo habitual que los especialistas realizan en marzo de cada año. (ver aparte) Una de las personas que dedica la totalidad de sus energías en este trabajo es el biólogo roquense Héctor Piacentini, quien fue recientemente reconocido por la “Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras” por su activa participación en las diferentes campañas.

Sin embargo, fue la licenciada Patricia González la pionera en los estudios relacionados con el proceso migratorio de estas aves, para lo cual pidió el asesoramiento de distintos organismos no gubernamentales. Fue así que gracias al constante trabajo se logró que la Legislatura Provincial declarara “Area Natural Protegida” a la bahía de San Antonio en 1993, a través de la ley 2.670.

En este sentido, es importante destacar que en noviembre del año pasado se firmó un acto entre el gobierno de Río Negro y la mencionada red para intensificar los vínculos de cooperación y asistencia en materia de conservación. (ver aparte)

De acuerdo a lo explicado por Piacentini, la estadía de estas aves en las playas rionegrinas es fundamental para reponer energías y, de esta manera, continuar el largo viaje. “Estas especies suelen realizar vuelos de hasta 3.000 kilómetros y, por lo tanto, necesitan consumir combustible en forma de grasa para llegar a aumentar alrededor de 150 gramos. Sólo de esta manera pueden iniciar la siguiente etapa”, indicó el biólogo.

En los meses de poca afluencia turística, el sistema de alimentación y descanso no se ve alterado pero el problema se presenta cuando el número de los visitantes comienza a aumentar. Por ello, se hace fundamental reglamentar y controlar las distintas actividades relacionadas con el uso de “fourtrax” y motos, que pueden llegar a perturbar el descanso de las aves en la franja que queda entre la línea de pleamar y la zona de médanos.

Si ese lugar es ocupado por el hombre, las aves están obligadas a desplazarse continuamente, con lo cual queman parte de la grasa que necesitan para continuar con su viaje. Es por esta razón que los científicos reclaman como “fundamental que todos asumamos las responsabilidades: por un lado, las autoridades encargadas de hacer cumplir las leyes vigentes y, por el otro, turistas que eligen estos lugares para vacacionar”.

Sólo de esta manera se conseguirá que las “aves playeras” cumplan con el ciclo normal durante los largos tramos que deben recorrer para llegar a su destino. Como dicen los defensores de estas especies: “Desde lo alto no existen países ni barreras geográficas, la casa es una sola, su casa es nuestra casa y estrechar lazos es su objetivo. Las aves no conocen de fronteras”.

Campañas de anillado

Las campañas de anillado en la bahía de San Antonio convocan a grandes y chicos. Por ello, es muy común ver a todos colaborar en estas tareas que son fundamentales para conocer un poco más las costumbres de las aves migratorias.

Sin embargo, el trabajo de los científicos no se limita sólo al anillado. También pesan a las aves capturadas y toman las medidas de las patas, las alas y el pico, cuyos datos se vuelcan a una planilla de control.

Para poder identificar a cada una de las aves en la próxima temporada, el anillo contiene un número que las individualiza. Estos elementos adoptan diferentes tamaños, según la especie, y se colocan con una pinza.

Además, se le ponen dos anillos de colores para indicar la localidad donde fue anillado y el año, a lo cual hay que sumarle una banderita con el color de cada país (en Argentina se utiliza el naranja).

De acuerdo a lo señalado por Piacentini, a algunas especies se les coloca unos pequeños transmisores de radio que permiten recibir sus señales durante dos meses. De esta manera, se puede calcular el tiempo que emplean para realizar cada viaje. “Es muy importante contar con estos datos para seguir la evolución de las aves y ver cómo se adaptan a los cambios”, señaló el biólogo.

La tarea de Héctor Piacentini consiste básicamente en una profunda documentación fotográfica de las aves playeras y sus costumbres. Sus imágenes fueron las primeras en mostrar la realidad del lugar a los propios habitantes de la bahía y al mundo entero. Por esta razón, recibió de manos de su amiga y colaboradora, Patricia González, el reconocimiento de la “Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras”.

La lucha por protegerlas

El intenso trabajo de la licenciada Patricia González comenzó a dar sus primeros frutos cuando la Legislatura de Río Negro designó “Area Natural Protegida” a la bahía de San Antonio en 1993. Sin embargo, su vocación no se agotó ahí ya que continúa con la investigación y protección del ambiente, la divulgación de esta problemática y la educación ambiental en toda la Patagonia.

Un paso importante dado en este sentido lo constituye la firma de un convenio entre el gobierno provincial y la “Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras”, para intensificar las campañas de protección y conservación de las especies. Esto sucedió en noviembre del año pasado.

Para ello, se acordó desarrollar programas de trabajo conjunto que contribuyan al cuidado del área protegida en los siguientes aspectos: cooperación para el desarrollo e implementación del plan maestro; asistencia para trabajos de investigación y monitoreos, tanto en aves migratorias como en otros aspectos relevantes del ecosistema; cooperación en las áreas de educación, concientización y difusión; además de apoyo en la búsqueda de financiamiento para la realización de proyectos de mutuo interés.

De esta manera, se inicia una nueva etapa en el cuidado y protección de las aves playeras para que continúen su largo camino hacia Tierra del Fuego.


Ya se pueden comenzar a ver algunas bandadas que se transforman en una verdadera atracción para los ojos de los ocasionales turistas. De a poco, la bahía de San Antonio se va poblando de aves migratorias que hacen un alto en el camino para recargar energías.

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