¿Hay diversidad cultural si mandan
Es cierto, cada vez hay más propuestas para los niños. Pero una de las mayores preocupaciones fuera de las leyes del mercado es qué se les ofrece a los más pequeños. Si Hollywood domina con sus producciones, ¿hay chances de conocer otras miradas?
Walt Disney seguramente jamás imaginó que, menos de un siglo después del estreno de “Blancanieves y los siete enanitos” (1937), el primer largometraje de dibujos animados de la historia, los niños iban a entrar al cine munidos de gafas oscuras para ver a al Gato de Cheshire desplegar su cautivante sonrisa al alcance de la mano en producciones en 3D como “Alicia en el país de las maravillas”, último gran estreno de los estudios fundados por él.
Fue el descomunal éxito de “Avatar”, convertida en la película más taquillera de la historia (2.717 millones de dólares en todo el mundo), lo que marcó el camino a los grandes estudios, que desde entonces se volcaron masivamente al 3D, capaz de aumentar las ganancias de un film en un 25% debido al costo elevado de sus entradas.
Desde entonces, fenómenos de taquilla como la particular adaptación de Tim Burton de la novela de Lewis Carroll, que ya lleva recaudados 936 millones de dólares, o “Cómo entrenar a tu dragón”, de los estudios Dreamworks, con 398 millones de dólares ingresados, volvieron a colocar al cine para niños, especialmente el de animación por computadora, en un lugar privilegiado dentro de la industria cinematográfica estadounidense.
Sin embargo, para muchos, el histórico predominio del cine para niños “made in Hollywood”, reforzado ahora por el 3D, es una tendencia alarmante que atenta contra la diversidad cultural.
“La dieta de cine que tienen los niños es muy limitada: casi todo lo que llega son producciones de Disney o Dreamworks. No tengo nada particularmente en contra de estos estudios. El problema es que la globalización homogeneiza y hoy en día todos los niños del mundo consumen lo mismo”, apuntó Liset Cotera, directora de “La Matatena”, una asociación mexicana de cine para niños que organiza desde hace 15 años el “Festival Internacional de Cine para Niños (y no tan niños)” en Ciudad de México, donde participan filmes de todo el mundo.
Por su parte, la socióloga argentina Susana Vellegia, que preside en Argentina la asociación civil “Nueva Mirada”, miembro de la Alianza Global para la Diversidad Cultural de la Unesco que realiza todos los años en Buenos Aires el “Festival Internacional de Cine Nueva Mirada para la Infancia y la Juventud”, apuntó que, si bien los niños viven actualmente sumergidos en un entorno audiovisual (cine, televisión, videojuegos, telefonía celular, Internet), nadie se ocupa de formarlos para analizar críticamente todos los discursos. “En el cine tenemos el problema de la ausencia absoluta de diversidad cultural (…) Es la imposición de la mirada única desde la más tierna infancia”, afirmó Vellegia, quien apuntó que el derecho a la diversidad cultural es, justamente, la contracara del propio derecho a la identidad cultural. “No es lo mismo sentarte a la mesa y comer siempre el mismo plato que tener la posibilidad de sentarte a la mesa y probar distintos platos”, señaló Cotera, quien es comunicadora social. Vellegia coincide: se están formando “desnutridos culturales”.
Mientras, los grandes estudios de Hollywood ya lanzó o lanzará más apuestas en 3D: “Shrek 4” (Dreamworks); “Toy Story 3” (Pixar/Disney) y el 9 de julio podrá verse “Despicable Me” (Universal).
Por su parte, Warner Bros estrenará el 19 de noviembre la séptima entrega del aprendiz de mago, “Harry Potter y las reliquias de la muerte”, que ha sido adaptada a último momento al 3D como para no quedar fuera del negocio.
¿Es para todos?
Sin embargo, el precio más alto de las entradas genera una exclusión cada vez mayor de amplias franjas de niños de clase media o media-baja del cine.
“Hoy día el 3D en las pantallas es un espectáculo para privilegiados. El cine dejó de ser un fenómeno masivo -lugar que actualmente es ocupado por la televisión-, y sigue siendo visto por la mayoría de los chicos a través de la televisión o el DVD. Es decir, cine los chicos ven y mucho: pero no lo ven en el cine”, opinó por su parte el director argentino de cine y televisión para niños Alejandro Malowicki (“Las aventuras de Nahuel”), fundador de la cátedra de Realización y Producción de Cine y TV para Niños y Jóvenes de la carrera de Diseño de Imagen y Sonido de la Universidad de Buenos Aires (UBA).
Un cine que, para recuperar parte de las astronómicas sumas invertidas, requiere asimismo de un poderosa mercadotecnia que permita vender no sólo las películas, sino también incontables productos asociados a sus personajes.
Nada de esto es nuevo y forma parte de una larga tradición estadounidense: Walt Disney fue, de hecho, el vicepresidente de la Motion Picture Alliance for the Preservation of American Ideals (MPA) fundada en 1944 por una serie de productores, directores, actores y ejecutivos conservadores de Hollywood para defender a la industria del cine de “comunistas, radicales y lunáticos” y cuyo primer comunicado rezaba: “Creemos en, y nos gusta, el ‘american way of life’”.
Para Malowicki, el principal problema del cine de Hollywood es que las necesidades primarias de un niño (la posibilidad de identificarse con sus miedos, sus alegrías y sus deseos), son supeditadas a una visión de la sociedad alejada de su propio entorno.
“Se le muestra un gusto único y se lo aleja de sus necesidades reales para inducirlo a necesidades que ni siquiera son propias de su etapa evolutiva, como ir a comer una hamburguesa para conseguir el muñequito de la película”, dijo el director.
Los especialistas coinciden en que los niños deben ser, antes que sujetos de consumo, sujetos de derecho. En relación al cine, esto se traduce en el derecho a un cine producido específicamente para ellos de acuerdo con sus necesidades evolutivas y cognitivas, que aporte a su desarrollo y haga hincapié en los valores para fomentar comprensión de la diversidad cultural.
“Si un chico sólo tiene acceso al cine de Hollywood a los 16 años no se le puede pedir que sepa apreciar una película argentina o alemana si se ha formado dentro de esta mirada única”, afirmó por su parte Vellegia. “Los más chiquitos son mucho más permeables a otro tipo de cine. Cuando terminan las funciones siempre les digo: ‘¿Vieron chicos que hay vida más allá de Hollywood? ¡Y es una vida espléndida!’”.
Los niños y el consumo
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