¿Hay golpes malos y golpes buenos?

Aunque la Organización de Estados Americanos hizo bien en denunciar el golpe contra el derrocado presidente Manuel Zelaya en Honduras, están surgiendo cada vez más preguntas sobre por qué la organización no ha dicho una palabra sobre el golpe contra Antonio Ledezma en Venezuela.

Como tal vez recuerden, Ledezma es el alcalde opositor de Caracas, la capital de Venezuela, que fue elegido por abrumadora mayoría en noviembre del 2008. Sin embargo, tras el triunfo de Ledezma, el presidente Hugo Chávez ignoró el mandato de las urnas y creó el cargo de «superalcalde» de Caracas, designando a una funcionaria incondicional para el puesto y despojando a Ledezma de su despacho y de gran parte de su presupuesto.

En una entrevista telefónica desde la clínica de Caracas donde se recuperaba de una huelga de hambre de seis días para llamar la atención internacional sobre su caso, Ledezma me dijo que era «insólito» que la OEA actuara de inmediato para exigir el restablecimiento del Estado de derecho en Honduras y no moviera un dedo para exigir eso mismo en Vene-zuela.

Cuando asumió su cargo el 7 de diciembre, Ledezma descubrió que gran parte de los fondos había sido transferida a otras agencias del gobierno de Chávez. Después, el 29 de diciembre, turbas apoyadas por el gobierno empezaron a ocupar varias oficinas municipales. El 17 de enero una turba chavista tomó la alcaldía de Caracas, incluyendo el despacho del alcalde. Poco después el Congreso, controlado por el chavismo, creó el cargo de «jefe de gobierno» de Caracas.

«Me quitaron el 93% de mi presupuesto y la capacidad de recaudar impuestos -me dijo Ledezma-. Teníamos 22.000 empleados activos y ahora nos quedan unos 6.000».

Sin dinero, muy pronto Ledezma no pudo pagar los salarios de los empleados municipales. El 3 de julio, cuando sus demandas legales para recuperar el presupuesto municipal fueron rechazadas por los tribunales controlados por el gobierno, Ledezma fue a la sede de la OEA en Caracas e inició una huelga de hambre.

Entre otras cosas, Ledezma pidió que el secretario general de la OEA, José Miguel Insulza, se reuniera con una delegación de alcaldes y gobernadores venezolanos de la oposición cuyos cargos fueron «vaciados» por el gobierno. Además de Ledezma, los gobernadores opositores de los estados de Zulia -el principal centro petrolero de Venezuela-, Miranda y Táchira, entre otros, han sido despojados de su jurisdicción sobre puertos, aeropuertos y autopistas, o sea, varias de las principales fuentes de ingresos estatales.

Ledezma, que canceló su huelga de hambre el jueves después de hablar con Insulza, me dijo que el encargado de la OEA aceptó reunirse con la delegación opositora en el curso de este mes. Los delegados de la oposición le pedirán que la OEA alce su voz en defensa de la democracia no sólo cuando hay un golpe contra un presidente, como ocurrió en Honduras, sino también cuando presidentes autoritarios realizan golpes contra otras instituciones del Estado.

«La Carta Democrática de la OEA necesita ser reglamentada, para que la institución no se convierta en una sociedad de ayuda mutua de presidentes que no respetan la ley», me dijo Ledezma y agregó: «Las gobernaciones y alcaldías son instituciones del Estado venezolano».

¿Está ignorando Insulza las transgresiones de Chávez porque necesita sus votos para ganar su reelección como secretario general de la OEA?

En una entrevista telefónica, Insulza rechazó esas aseveraciones señalando que el secretario general de la OEA sólo puede actuar dentro de las normas existentes y que la Carta Democrática sólo permite que los presidentes soliciten pronunciamientos regionales sobre interrupciones al Estado de derecho.

«Sería una buena cosa que los otros poderes del Estado también tuvieran alguna llegada para poder plantear sus problemas -me dijo Insulza-. Pero eso es algo que tendría que ser aceptado por los países miembros».

Insulza señaló que él mismo presentó una propuesta a ese efecto hace dos años y que no fue aceptada por los miembros de la OEA. Cuando le pregunté por qué no vuelve a presentarla ahora, respondió: «Podría hacerlo, pero no voy a hacerlo en un momento de crisis (en Honduras)».

Mi opinión: ésa no debería ser una excusa válida. Insulza debería volver a presentar su propuesta precisamente ahora, para prevenir nuevas crisis políticas como la de Honduras, donde Zelaya se había negado a acatar las órdenes de la Suprema Corte y al fiscal general antes de ser derrocado por la fuerza.

No hay golpes malos y golpes buenos. Todos son condenables. Resulta ridículo ver a Chávez y sus seguidores pronunciar enardecidos discursos en defensa de la democracia en Honduras mientras ellos mismos la destruyen a diario en sus respectivos países.

Si la OEA no amplía su Carta Democrática, América Latina será cada vez menos democrática y la OEA se convertirá -como dijo Ledezma- en un club de ayuda mutua para presidentes autoritarios.

 

ANDRÉS OPPENHEIMER (*) Especial para «Río Negro»

(*) Periodista argentino. Analista internacional. Miami

ANDRÉS OPPENHEIMER


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