Helicópteros atentos contra el fuego
Presentaron ayer la cuadrilla que hará base en la región de los lagos.
Las máquinas trasladaron a las autoridades y a los representantes de los medios de prensa hasta un predio en cercanías del cerro Carbón, y después realizaron una práctica de abastecimiento y lanzamiento con helibalde, que fue filmada desde otro helicóptero.
La presentación y la práctica, en cierta forma, tienen como objeto justificar la costosa disposición de las aeronaves y los profesionales que las comandan durante la época de mayor riesgo de incendios forestales. La versatilidad y ductilidad de los helicópteros y la capacidad de los pilotos para efectuar ataques certeros y tempranos en los primeros focos de un incendio justifican sobradamente su presencia en esta zona boscosa del Parque Nacional, que ya ha sufrido pérdidas irreparables en los últimos años.
La Fuerza Aérea Argentina adjudicó cuatro helicópteros para asistir al programa diseñado por las autoridades del PNMF. El vicecomodoro Mariano Aguirre es el coordinador aéreo de la Séptima Brigada con asiento en Moreno, que ha sido designado por la Fuerza a cargo de la escuadra de helicópteros, de los cuales uno estará establecido en la localidad mendocina de San Rafael. Los restantes se mantendrán expectantes en San Martín de Los Andes, El Bolsón y Bariloche, pero ante un siniestro de gran envergadura unirán su capacidad en cualquier punto de esta amplia jurisdicción.
La Gendarmería Nacional mantiene un helicóptero estacionado en Trevelin, y todavía no hay aviones contratados por el PNMF para esta temporada, pero no se descarta que se incorporen si llega a ser necesario.
Los helicópteros dispuestos para la lucha contra el fuego tienen capacidad para transportar brigadistas, bombas extractoras de agua y un helibalde de 1.000 litros, que puede ser descargado de manera diversa.
El lugar elegido para los ejercicios desarrollados ayer fue el Aserradero «Bachman», ubicado en el paraje Arroyo del Medio, cercano al establecimiento rural «La Paloma Blanca», escenario de pavorosos incendios forestales durante el verano de 1999.
Allí ubicaron como blanco del ataque aéreo dos tambores de 200 litros que contenían aserrín y un elemento combustible generador de humo, dado que las autoridades no quisieron encender fuego.
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